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Yoongi lo había prometido.


Jeongguk estuvo toda la noche anterior despierto hablando con el pelirosa y haciendo planes que el mayor no estaba seguro de poder llevar a cabo en un único día, pero lo intentaría. Planes que requerían de toda la tarde de un muy productivo lunes, había insistido tanto —no demasiado; Yoongi descubrió con horror, que se se estaba volviendo bastante blando con él— que terminó cediendo a su capricho de ir a ver una película en el cine y luego de eso comer alitas BBQ en un local al que había ido una vez con todos los de su curso y que le había gustado mucho.



Había hablado con Seokjin y ambos estuvieron de acuerdo en no abrir ese lunes.




Así que ahí estaba. De pie, apoyado en su moto, con las manos sudorosas y el corazón en la boca, esperando por el pequeño pelinegro fuera del instituto. No sabía por qué, pero estaba nervioso como la madre. Habían pasado algunos días desde esa vez en la cancha, más de una semana, y se habían visto un par de varias veces más, ya sea porque Hoseok le llevó a la cafetería, o porque Jeongguk fue hasta allí solito, o porque se encontraban cuando Yoongi iba a ver a Hoseok —esto había sido solo en una ocasión—. El punto es que Yoongi había aprendido a controlarse medianamente y Jeongguk... bueno, Jeongguk seguía siendo tan Jeongguk como siempre. Una sirena sonó ensordecedoramente, haciendo a Yoongi pegar un saltito. Fue cuestión de segundos para que comenzara a escuchar los murmullos de cientos de estudiantes que se acercaban la salida para abandonar ese tortuoso lugar. Unos pocos repararon en él, apoyado de mala manera y con su chaqueta de cuero cayendo sin gracia de un lado, la otra mayoría pasó sin notarle, centrados en sus escasos problemas que consistían solo en un castigo por mala conducta, un profesor desagradable y la habilidad de los jóvenes por procrastinar todo en sus vidas. Esto hizo a Yoongi soltar un agobiado suspiro... él, si bien odió la escuela con toda su alma, a veces deseaba que las cosas fuesen tan simples como lo eran a sus quince y dieciséis años.


Solo quería ver a Jeongguk y sacarlo de ahí lo más rápido posible.



Un par de minutos después por fin logró visualizarle en medio de todo ese cúmulo de gente. Venía con un libro en sus brazos, los lentes sobre su cabeza, levantándole algunos cabellos oscuros, a su lado ese gigante amigo suyo, ellos se reían como idiotas, empujándose mutuamente. A Yoongi no le agradaba, quería tirar del chico y llevarlo lejos.


Jeongguk por fin le vio.




Sonrió y agitó su mano, saludándole eufóricamente y corriendo hacia él, arrastrando consigo a Yugyeom, que tenía su brazo entrelazado con el de Jeongguk.


—Yoongi hyung —el alto castaño casi resbala, pero Jeongguk no reparó mucho en él.

—Jeongguk.

—Realmente pensé que no ibas a venir —se soltó del agarre de su gigante amigo y tomó el pequeño casco que Yoongi había traído consigo—. Entonces... ¿nos vamos? —él pestañeó.

Dumbass ♡ yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora