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—Desnúdate conmigo.

Por supuesto, jodidamente por supuesto, Yoongi se congeló en su sitio, toda su sangre drenándose y acumulándose en su polla. Casi se echa a llorar por la injusticia de no ser un completo malparido y doblar a Jeongguk y follárselo duro contra las infantiles sábanas azules. No lo hizo, obviamente, él podía guardar la compostura. Jeongguk tenía toda la razón y Yoongi tenía todas las de perder, como siempre, claro está. El chico era estúpidamente listo, Yoongi no podía tocar un solo cabello de Jeongguk si el pequeño mojigato no se lo ordenaba explícitamente. Era Yoongi pidiendo permiso y Jeongguk decidiendo el alcance de toda la diversión. No había dobles sentidos, él no podía hacerle nada, Jeongguk tenía eso bien claro, si Yoongi decidía sobrepasar los límites se enfrentaba a una follada emocional llena de culpa, asco y autodeprecio junto a un par de enormes ojos negros llenos de escrutinio. Las cosas eran fáciles, o recogía sus perras, le daba un clásico beso y se largaba a la mierda, siendo miserable en su departamento... o se quedaba sirviendo de títere al menor.

La decisión no fue difícil.

Arrastró de los pies a Jeongguk hasta llevarlo al filo de la cama, el chico estuvo de pie en el suelo de un salto, Yoongi sentado, esperando, tan tenso como una cuerda.

Jeongguk sonrió y, ahora con un valor que Yoongi no había visto antes, llevó sus manos a su cremallera y la bajó, dejando a la vista el calzoncillo rojo de Yoongi, su polla estirándolo y dejándolo como una carpa. Jeongguk había dejado su timidez en alguna parte de su departamento ayer por la noche, al parecer, porque luego de chuparle la polla se había vuelto un desinhibido y descarado muchachito travieso y eso que había pasado menos de veinticuatro jodidas horas, no quería ponerse a imaginar el calvario que viviría de aquí en adelante. Para él todo era un juego, era divertido, ver una gruesa gota de sudor bajando por la frente de Yoongi era entrañable y algo de lo que sentirse orgulloso, sin pararse a pensar en cómo debería estarse sintiendo Yoongi, atado de pies y manos a los caprichos de este encantador jovencito de Busan.

—Yo realmente te gusto mucho —se burló.

«No... yo te quiero».

Pero se mordió la lengua y solo levantó sus cejas, dándole a entender que continuara de una vez el juego que él mismo había empezando.

El pelinegro llevó sus manos a la cintura de la pantalonera y la bajó de un tirón limpio, la prenda cayendo a sus pies. Jeongguk la pateó y se deshizo también de sus zapatos y de los calcetines, quitó su ropa interior y jugueteó con los bordes de la gigante chamarra.

—Tu turno.

Jeongguk estaba duro, podía notarlo.

Relamiéndose los labios, el mayor sacó su camiseta y sus zapatos, igualmente tentando su paciencia. Se repitió en su cabeza que esto debía ser lo menos personal posible, no podía permitirse el lujo de dejarse llevar. El chico finalmente quitó la última prenda, Yoongi ni siquiera dejó que terminara, pues cuando esta se atoró en su brazo y cuello Yoongi tiró de él y lo puso a horcajadas sobre su regazo. Le ayudó a quitársela y cuando estuvo completamente desnudo en su regazo, le tomó de las manos, intentando calmarle los nervios. Él temblaba ligeramente, él lo había pedido pero estaba sofocándose a sí mismo.

Jeongguk pegó ambos pechos desnudos y se estremeció entre los brazos del mayor.

—Oh, Dios —gimió Jeongguk en su oído.

Sus uñas se enterraron en sus hombros, se aferró a él en lo que terminaba de quitarse sus ropas.

Todo era piel y más piel y Yoongi se encontraba algo mareado, paseó sus labios húmedos a lo largo del níveo cuello del menor y enganchó los dientes en el lóbulo de su oreja.

Dumbass ♡ yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora