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Yoongi le dio las llaves de la casa a Taehyung, explicándole que iba a ir tarde y que no se preocupara.

—Calienta bien la comida antes que te la tragues —le repitió por tercera vez—. Pero hazme caso, Taetae.

Y como era usual en él, por tercera vez pasó de lo que le dijo.

—¿Puedo ir contigo?

—Claro que no —mordió, tomando con más fuerza de su mano para cruzar la calle.


El menudo cuerpecito de Taehyung casi era arrastrado por la fuerza que Yoongi ejercía, él daba largas y rápidas zancadas que los pequeños pies del castaño no podían alcanzar. Yoongi se sentía un poco mal por dejarle nuevamente, pero él era un adolescente y tenía una vida, cuidar de Taehyung le quitaba demasiadas horas que podía gastar haciendo algo mucho más interesante.


—Quiero ir contigo.

Ya estaban a salvo, al otro lado de la avenida, justo en dirección a la parada de autobuses.

—Nada de eso. ¿Recuerdas el camino a casa?

—¡Sí! Fui solito la vez que mamá no pudo ir a recogerme —asintió, orgulloso de sí mismo.

—Muy bien —se agachó para acomodarle bien la enorme mochila—. Ahora escucha, voy a llevarte un regalo... pídeme lo que quieras.

—Tu cons-...

—Excepto la consola.

El menor pensó duramente su respuesta.


—Uh, ¿te acuerdas que el otro día vi en el centro todo un kit de dibujo?... tenía acuarelas, pinceles y carboncillo.

—¿No estaba demasiado caro? —recalcó, hurgando en sus bolsillos. Tenía dinero, pero no estaba seguro de si le iba a alcanzar para eso—. Ari te dijo que no esa vez.

—Ay, cierto —miró sus zapatos.

A Yoongi se le encogió el corazón. Odiaba ver a Taehyung triste.

—Entonces cómprame un pastel como esos que hace mamá a veces.

—¿Cuál?

—El que lleva nueces.

—Vale, tu pastel que lleva nueces a cambio de que mantengas bien cerrado el pico —le explicó. Taehyung hizo como si tuviera una cierre en sus labios—. Exacto, si acaso mamá llama le d-

—Le digo que estás dormido.

—Buen chico.



Yoongi metió a Taehyung en el autobús, dejando un montón de besitos en su frente y repitiéndole que ni se le ocurra quedarse dormido. Le dijo que le llame ni bien esté en casa y rogaba porque siquiera eso recuerde, el muy despistado. Se quedó de pie allí como un idiota despidiéndose de su hermanito, que estaba agitando sus manos eufóricamente a través del ventanal trasero del colectivo. Él le siguió el juego hasta que lo perdió de vista, entonces metió las manos en sus bolsillos y se apresuró a su muy discreta cita a unas cuadras de allí.

Dumbass ♡ yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora