Día 26.- Súeteres Feos

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Se negaba a salir de su cuarto

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Se negaba a salir de su cuarto. Completamente se negaba a dar un paso fuera de esa habitación aunque fuera su obligación. No quería asistir, no quería simplemente el pararse cerca de nadie en ese instante, sentía que iba a romperse. Estaba demasiado sensible y sentía que en cualquier momento se echaría a llorar.

Ya había hablado mucho con su pareja acerca de esto, y ya habían quedado en algo que iban a cumplir los dos pero... se negaba a salir.

Inspiró hondamente mientras se mantenía sentado en la cama con una de sus manos sobre su rostro, soportando las ganas de llorar. ¿Porqué es que tenía que ser él quién de todos era el más sensible?

Aunque ciertamente nunca nadie se había percatado de ello. Estaba seguro que ninguno de sus amigos de Teiko lo sabían, pero... seguramente era el único imbécil que ahora mismo sentía que iba a romperse de tristeza. Pero de alguna forma tenía sentido, ¿no?, Shutoku para él representaba muchas cosas, quizá para Kuroko Seirin o para Akashi y Rakuzan...

¿Llorarán ellos al graduarse?

─ Es ridículo. ─ murmuró mientras pensaba en sus amigos, sabía perfectamente que ellos no llorarían por semejantes cosas, seguramente estarían con sonrisas resplandecientes por salir del Instituto.

Y los recuerdos lo comenzaron a llenar.

El primer año había sido el que más cambios habían sufrido todos en realidad. Desde que Kuroko había nacido como la sombra de Seirin y junto a Kagami se hubiera encargado de darles pelea a todos los chicos, cada uno a vencerlos sin tener misericordia hasta aplastar incluso a Akashi. Aún se pregunta cómo es que Rakuzan perdería en aquella ocasión, aunque lo agradece.

En segundo año, las cosas con Takao habían cambiado, desde ese primer beso que se dieran de forma impetuosa en esa misma habitación en dónde se estaba refugiando para ir evolucionando lentamente en una relación de noviazgo. También debía aceptar que sus amistades con los chicos de la Generación de los Milagros había mejorado sustancialmente.

Disfrutaba realmente el reunirse con ellos y con los demás.

En la Interhigh habían quedado en segundo lugar otra vez porque simplemente Akashi era imparable cuando entraba a la zona con los demás integrantes de su equipo. Pero esa derrota no se sintió tan abrumadora como la de primer año, era más un enfrentamiento amistoso que una guerra sin piedad como la primera vez.

Recordó cómo fue la primera vez que les dieron un apodo a Takao y a él. "El Rey y el Bufón". Al comienzo, le había molestado tanto el que le dijeran de aquella manera pero cuando Takao se empezó a reír a carcajadas, meditó acerca de ese sobrenombre. Si lo pensaba bien, les quedaba como anillo al dedo a ambos. El Rey era él, la cabeza y la corona de Shutoku y la mano derecha del Rey, el que siempre haría brillar a su alteza con sus bromas, era el bufón.

Era perfecto, aunque sonase ridículo.

Pero así se hicieron conocer y así es cómo infundieron el respeto que ahora tenían. Shutoku no era tomado a la ligera gracias a ellos.

La WinterCup de segundo año fue un martirio cuando Takao se lastimó en uno de los partidos, quedando descalificados en los cuartos de final. No estaba mal pero había estado preocupado por el menor y su tobillo.

En tercer año, el campeonato de Verano había sido una masacre amistosa entre todos. Era el último año así que todos estaban más deseosos de la victoria que nunca. Enfrentarse a Kise en la semifinal había sido realmente duro pero no pudieron alcanzar a la copia perfecta de ese rubio escandaloso. Comenzaba a frustrarse pero sinceramente no le había molestado.

Y al final, por fin gracias a un misterioso alineamiento de planetas, lograron llevarse la copa en la WinterCup de tercer año. Shutoku se había coronado como campeones después de vencer a Aomine y al Instituto de Too en la final.

Fue una celebración inmensa en el Instituto. Él y Takao terminaron celebrando a su manera y tomaron un fin de semana de vacaciones para ir a hacer lo que fuera. Aún se pregunta cómo es que el menor le termina arrastrando a cometer tantas locuras. Pero así lo adoraba, locamente lo adoraba.

Tocaron a la puerta.

─ Shintaro, se te hará tarde. ─ la voz de su madre y volvió a tensarse. Hoy acabaría esa etapa. Infantilmente no quería, deseaba quedarse ahí, que el Instituto no acabara, que en las mañanas Takao fuera a recogerle a casa en la carreta, que fueran juntos a comprar su ítem de la suerte, asistir a clases, regañarlo, sonrojarse por las imprudencias de su novio, las prácticas.

Pero era hora de avanzar a su nueva vida.

Se levantó de su cama para comenzar a caminar hacia la salida en donde al abrirla, solo vio el rostro de su madre, ella le sonrió.

─ Kazunari-kun te espera. ─ le susurró con dulzura mientras acomodaba su uniforme y su cabello, luego lo dejó ir. Takao lo esperaba con una radiante sonrisa fuera de su casa, Midorima sonrió suavemente.

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Extra

─ Hoy ha sido un día importante para nosotros. ─ la voz de Midorima resonaba en todo el gimnasio. ─ Nosotros nos vamos con la firme idea de que el Rey no dejará que nadie le quite la corona en los años venideros. ─ fuerte, firme, y siempre imponente, dejando de lado sus inseguridades, siendo el capitán firme que era, el que se despedía. ─ Dejamos Shutoku con orgullo de estar con ustedes, de luchar con ustedes. No olviden que Shutoku es el Rey Inquebrantable. El Rey Bondadoso, pero el Rey que nunca se da por vencido. ─ podía ver a los chicos de segundo y primero que estaba llorando.

Inclusive ese revoltoso de Tsukishima tenía la mirada baja. Los iba a extrañar.

─ Watanabe. Dejaré en ti el cargo de Capitán. Te he de encargar al equipo y el legado que hemos dejado. No permitas que nadie empañe el nombre de Shutoku y por sobre todas las cosas, siempre porten con honor el uniforme anaranjado. ─ el mencionado aceptó con firmeza y todos hicieron una profunda reverencia.

Midorima se mantuvo firme, callado mientras escuchaba a sus muchachos, takao, a su lado, se mantenía como podía pero sin perder esa bonita sonrisa satisfecha y feliz. De verdad que todo esto era perfecto.

─ Midorima-san. ─ llamó una de las mánager. ─ Estos los hemos tejido nosotras para ustedes. No son... bonitos, pero queremos que los tengan, como un recuerdo. ─ fue cuando en las manos de Midorima y Takao recibieron una gran caja de color anaranjado brillante con un listón verde olivo.

Takao no perdió tiempo y la abrió aún sobre las manos de Midorima. Dentro, habían dos suéteres de tonos anaranjados y blancos con los números 6 y 10 bordados con hilo negro. eran de estambre muy grueso y se veían realmente esponjosos, eran suaves, y bastante grandes. Takao supo que el suyo le quedaría enorme pero agradeció.

─ Muchas gracias chicas. ─dijo en nombre de los dos. ─ Los guardaremos como tesoros. ─ ellas sonrieron. Las dos bonitas chicas que eran las mánagers del equipo, sabían de la relación del Capitán y SubCapitán, guardandola en un secreto para ellas mientras los veían realmente felices. Ese presente, significaba mucho para ellas como para ellos.

Midorima, aceptando que no era bueno con las palabras, solo asintió, tomando la caja con mucho cuidado, sabiendo que los iban a guardar durante años, durante toda su vida, su tesoro más grande en forma de suéteres que era como si hubieran tejido toda su historia de Shutoku ahí.

30 días ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora