Anonimo || Ziallshitt ~short~

Numero catorce.

De repente despertó, agitado y anonado de lo que acababa de ocurrir.

Miro a su alrededor, palpó las sabanas de su cama y sintió como una ligera capa de sudor mojaba sus manos.

Había tratado de una pesadilla.

De repente el sonido de su laptop hace que su cuerpo se estremezca bruscamente y chille del susto, los latidos de su corazón aún seguían irregulares como para no paniquearse por algún mínimo ruido en su solitaria casa.

Agarro la laptop que se encontraba justo a su lado. Movio suavemente la yema de su dedo contra el táctil prendiendo la computadora, inmediatamente la luz de la pantalla cegó su vista.

Que ha sucedido?

Leyo, enviado justo a las 2:45 AM.

De cierto modo se tranquilizó al leer el mensaje y al saber que allí estaba su chico, pendiente de él, fuera la hora que fuera.

Tuve una pesadilla.

Oh, precioso.

Ahora mismo desvía esos pensamientos de tu cabeza.

Cerró sus ojos y respiro hondo, encogió sus hombros y acomodo de mejor forma su cabeza sobre la almohada. Ahora que tenía en mente otra cosa, sonrío.

A que se debe esa hermosa sonrisa, nene?

Y sonrío aún más al ver cómo fue llamado.

Desvíe mis pensamientos.

Mintió, en parte.

Y que ha pasado?

Ahora tú te has apoderado de ellos.

Sonrío aún más, con los cachetes sonrojados ante tal respuesta que el mismo había escrito con sus manos, no lo podía creer. Que descarado y confianzudo se sentía.

Así me gusta más.

Respondió Anónimo.

Que sea yo el motivo de tan bonita sonrisa, mi niño precioso.

Cuanto daría por tenerte conmigo.

Escribió Anónimo.

Cuanto quisiera envolver tu precioso cuerpo junto al mío, darte calor en las frías noches, mantenerte junto a mí siempre para que nada malo te pase, ni siquiera dejar que una maldita pesadilla perturbe tu preciosa mente.

Y ahora se había dado cuenta.

Ahora se había dado cuenta hasta los extremos que llegaron. Se habían enamorado inconscientemente y sin tenerlo planeado. Se habían enrollado tanto que necesitaban saber de cada uno día a día. Se había convertido en una necesidad, más que lujuria y más que cualquier otra cosa.