Numero diescinueve.

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Se sintió fuertemente atraído. No sabía porque, pero se sentía hipnotizado y pasmado por las sensaciones en su cuerpo que aquel hombre le causaba sin tocarlo.

Su mirada lograba captar su atención con agilidad, de un color avellana oscuro. Transmitían placer y curiosidad sobre él, dominio y fuerza. Más sin embargo su semblante se suavizaba al tener frente a él aquel pequeño niño de cabellos dorados.

Parecía ser muy respetuoso.

Niall sintió la fuerte necesidad de que lo tocase.

Meneó suavemente su trasero a un compás lento muy cerca de su pantalón. Con pequeños movimientos circulares, de un lado a otro. Perdió un poco el control de los tacos, generando que su trasero se hundiera sobre la dura, ya erecta polla del mayor.

Ahogaron un fuerte gemido. Ops, no veía venir eso.

Mhh –gruño–. Sigue así –pidió el mayor.

Su voz fuerte, profunda y dominante transmitía escalofríos sobre la piel del menor.

Sorprendido por su petición, siguió meneando sus caderas, frotandose suavemente contra su verga. No había ningún movimiento brusco de su parte.

Estaba obedeciendo, y vaya que si le encantaba.

El mayor elevó un tanto de su pelvis, hundiéndosela con profundidad. Niall tiró de su cabeza hacia atrás, desgarrando su labio, ocultando así varios gemidos descontrolados que querían salir de sus labios.

Muy bien –susurro–, buen chico.

Sonrió. Sentía que lo estaba haciendo bien. Pero no se estaba dando cuenta que lo que estaba haciendo no era sólo un baile.

Levantó su cuerpo y suavemente se giró, mirando directamente a sus ojos, quien correspondían su mirada con insistencia, logrando intimidar al menor. Parpadeo varias veces queriendo salir del transe, y bajo la mirada. No fue capaz de sostener contacto visual con aquel tipo tan misterioso.

Su cabello, oscuro. Descendía por su rostro, parecía haber rasurado su barba hace no muchos días. Esto hacia pronunciar sus pómulos, brindándole unas facciones bruscas y finas al mismo tiempo. Tinta negra manchaba la piel de su cuello, y la curiosidad le invadió con fuerza, quería descubrir con sus propias manos, cuantos tatuajes adornaban su cuerpo. Simplemente era tan hermoso, pensó. Se sentía en la gloria.

De repente una leve sonrisa curvo sus labios, carnosos, tras el seguido acto de relamerlos y morderlos suavemente. Niall sintió morir.

Baila para mí, precioso.

El menor despertó de su burbuja de pensamientos obscenos. El hombre se había dado cuenta que se encontraba anonado admirando sus dotes de hombría.

Ven aquí –hablo suavemente con una pequeña sonrisa burlona cruzada entre sus labios. Sus ojos, oscuros y pesados. Había tanta lujuria en él.

Deseaba con fuerza saciar el placer del menor.

Levantó sus pierna a la altura de la silla. Acomodándolas una a cada lado sobre el frío cuero de esta. El mayor se acercó peligrosamente a su pálido abdomen, deteniéndose a tan solo unos milímetros de distancia. No podía tocarlo, no era permitido. Apretó sus puños con fuerza sobre brazo de la silla. Deseaba tocarlo como nunca se imaginó. Hacerlo suyo hasta el amanecer. Saciar el sudor de sus cuerpos.

Inhalo él deliciosos aroma que su piel desprendía. Suave vainilla. Inocencia. Virginidad. Suspiro profundo y sintió morir. Ese niño lograba descontrolar todo en el. Le fascinaba.

El cálido aliento de su respiración golpeó contra su vientre. Su cuerpo se erizo y flaqueó. Sintió como ardía su abdomen bajo. Su polla palpitaba con mucha presión. Se sintió en lo más alto de los cielos.

Se sentó a horcajadas. Sus piernas ligeramente abiertas. Suavemente baila encima de él. Con delicadeza se frotaba contra él.

—¿No me tocaras? –rogó, Niall.

Cuanto deseaba que sus grandes manos ardieran contra su piel.

No haré nada que no me permita la política de este bar.

Oh maldición, pensó Niall. Estaba jugando limpio y vaya, eso como lo sacaba de quicio.

Pero –se detuvo. Contemplando las caderas del menor, que amenazaban con su delicioso baile sobre su polla–, si me sigues bailando de esa forma, no responderé por mis acciones.

Niall sonrió malicioso, mordiendo su labio. Mhh, como le encantaba todo de ese hombre.

No querrás que te echen del bar –dijo el menor.

El mayor dejó escapar una leve risita de sus labios al ver que el muchachito le seguía el juego. Suspiro, anonado.

No me dejas de otra, precioso.

Ambos sonrieron, enviciados por el calor de sus cuerpo. Niall hundió con fuerza sus nalgas, generando que el mayor gruñera bajo su cuerpo.

—¿Quién podría enterarse? –ronroneo cerca del oído del mayor. Lamiendo el lóbulo de su oreja. El hombre frunció el ceño y gimió con debilidad.

Solo si tú no abres esa linda boquita –acaricio con su dedo pulgar el labio inferior del menor. Oh, como deseaba introducir su polla en aquellos suaves labios.

No sucederá nada que tú no quieras –una sonrisa juguetona se escapaba de sus labios. Introdujo el dedo a su boca, succionándolo con lentitud.

Mírame a los ojos.

Le pidió.

Levantó lentamente su mirada, conectando con aquellos ojos color avellana. Lograba poseerlo, obtener todo de él. Un corrientazo vago por toda su espina dorsal. Gimió.

Si tan solo supera, que aquellos ojos, ya lo habían visto antes.

Sabía cómo manipularlo. Sabía exactamente qué parte de su cuerpo tocar para llevarlo al orgasmo.

Pero Niall no lo sabía, por el momento.

Anonimo || Ziallshitt ~short~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora