Fidelity

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Fidelity

El palacio bullía en desesperación, las decoraciones sobrias y delicadas lucían peligrosas ante el ambiente que se desataba como olas de una tormenta en la enorme sala donde Ra's Al Ghul gritaba ordenes enfurecido y para sorpresa de todos completamente preocupado.

La princesa Talía había salido a la cabeza de sus tropas de asesinos en clara búsqueda, con los ojos ardiendo en un temor que solo las madres son capaces de sentir y sin importarle rasgar el hermoso vestido de seda fina que cubría sus voluptuosas formas.

Por un instante se observó a sí misma en uno de los grandes espejos pulidos que adornaban el gran salón, su piel canela resaltaba hermosamente en aquel vestido de encaje tan blanco como las nubes, las formas de niña desaparecidas hace años ahora le daban un aire sensual que en más de una ocasión le había resultado de ayuda en las misiones, sobre su cuello descubierto descansaba un collar suntuoso y de valor incalculable cuyas joyas no hacían más que resaltar el terror en las esmeraldas que eran sus ojos.

Maya temía, temía como nunca antes lo había hecho, pues la vida de aquel que más amaba corría peligro si los Al Ghul conseguían alcanzarle antes de que llegase a los dominios de su padre.

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El heredero del gremio, Damián Al Ghul, era el hombre al que había sido comprometida desde su tierna infancia, altanero y de carácter hosco se había ganado con creces su desprecio cuando ambos no tenían más que once años recién cumplidos y su padre le había entregado a aquella familia para que estos se hicieran cargo de su crianza como mejor les conviniera.

Sin embargo poco tardo en descubrir que el príncipe Al Ghul era mucho más que una maquina asesina perfecta. Damián poseía dulzura y honor, era capaz de mostrar bondad disfrazada de desprecio y sus manos creaban belleza con la misma facilidad con la arrebataban una vida.

Ella llego a amarle como se ama a un hermano, y llego a conocerle como se conoce a un hijo. Por eso es que cuando la fecha para su matrimonio fue fijada, la inevitable reacción consistió en soltar amargas lágrimas de desesperación en la oscuridad de su alcoba. No deseaba casarse con Damián, porque aunque lo amara, no lograba desearle de ese modo, su corazón estaba perdidamente arrebatado por el mejor amigo de este, un muchacho de ojos azules y sonrisa brillante como el amanecer. Pero más que eso, más aun que sus propios deseos egoístas, estaba el hecho de que su hermano ya no era dueño del suyo, pues este había sido entregado en bandeja a alguien que le había obsequiado el propio en compensación.

Maya había observado con fascinación y algo de celos como esa relación llevaba germinando incluso antes que ella llegara a las tierras de los Al Ghul; y es que quizás para el resto del gremio las miradas compartidas entre el protegido de Talía y el hijo de la misma no eran más que de entendimiento entre dos guerreros que se complementaban a la perfección; pero para ella, que no se le había negado el sentir hasta que llego a esos parajes, estaba claro que lo único que aquel par de ojos compartían era amor.

Bosque contra mar era lo que admiraba cada vez que ambos jóvenes se perdían en la mirada del otro, y ella solo suspiraba con melancolía ante el deseo de experimentar algo similar. Más de una vez les salvo de ser descubiertos mientras compartían sus deseos, y pronto se sorprendió a si misma actuando como el mejor escudo de la pareja frente al resto de la liga. En algún punto de la vida ambos hombres comenzaron a considerarle su amiga y confidente, siendo ella la única persona en el mundo que agradecía al cielo por su amor.

Cuando Ra's informo que la fecha para contraer nupcias había sido fijada lo aceptaron con pétrea resignación, sin permitir que expresión alguna escapara por sus rostros más sintiendo como algo dentro suyo se resquebrajaba dolorosamente. Damián no emitió palabra alguna y Jasón, siempre alerta y vigilante tras suyo, parecía ausente con la mirada azulina perdida en el espacio; todo mientras ella se limitaba a morder con saña el interior de su labio inferior en un sádico intento de mantener la compostura.

Esa noche, mientras la pareja de amantes se despedía en el bosque con todo el amor y dolor que eran incapaces de externar en palabras, ella lloro amargamente por no ser capaz de encontrar una solución, permaneciendo en vela con el corazón empequeñecido y frustrado hasta que los primeros rayos del amanecer trajeron consigo una idea y una ligera esperanza.

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Camino con tranquilidad hacia uno de los grandes ventanales que permitían al sol iluminar la estancia por completo, y por su expresión serena nadie habría notado lo preocupada que en realidad se sentía mientras apretaba con fuerza entre sus manos aquel anillo, reliquia de los Al Ghul, que Damián le había entregado como símbolo de su compromiso.

El plan que había concertado poseía más de una falla, era peligroso y descarado por igual, pero si existió en la historia alguien capaz de lograrlo, esos eran ellos, los mejores asesinos que la Liga alguna vez moldeo.

- Protégelos. - rogo Maya con los ojos al cielo a toda aquella deidad que le escuchara.

"Permite que sean felices" añadió en silencio a su ruego. Mas cuando en medio del bosque, unos ojos azules como zafiros y una sonrisa radiante como el sol le arrebataron toda concentración supo que era el momento para que ella también marchara de aquellas tierras.

Con un giro suave comprobó que se nadie le prestaba atención, tanto Ra's como sus legiones estaban demasiado concentrados en encontrar al heredero como para prestar atención a la pobre y abatida novia plantada en el altar. Más rápida que una flecha abrió el ventanal para izarse sobre el mismo y arrojarse al vacío, vacío en el cual sería recibida por unos brazos que le amaban como siempre anhelo.

Solo esos segundos de libertad plena bastaron para saberlo, sus hermanos estarían a salvo en tierras lejanas, podrían amarse en libertad.

¿Y ella?

Ella finalmente sería feliz.


Broken birds songsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora