Gift

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Gift

Había desperdiciado toda la tarde intentando encontrar un regalo apropiado y no había tenido el mínimo éxito en ello.

Pero era su culpa y solo suya por querer obsequiar algo en primer lugar...¿En qué diablos estaba pensando?

En Todd, esa era la respuesta.

Desde su resurrección todos, incluido y especialmente su padre, lo trataban como si fuera a romperse y desaparecer en cualquier momento. Estaba harto de ser tratado como una figurilla de cristal y en más de una ocasión se había escapado de la mansión para patrullar en las afueras de la ciudad solo, sin nadie que lo "cuidará".

Las primeras dos veces fueron exitosas, pero a la tercera ocasión Red Hood esperaba por él, recargado en un callejón con su típica pose de autosuficiencia y un cigarro en los labios.

Damián estaba listo para gritarle que se largará y lo dejará en paz, pero el mayor se le adelantó.

- Me vendría bien tu ayuda mocosa. - Fue lo que dijo antes de subir a su motocicleta e indicarle con un movimiento que lo siguiera.

Damián aún se preguntaba porque había aceptado acompañarlo en primer lugar, en segundo aún rumiaba en su cabeza la razón por la que subió en su motocicleta con él en lugar de seguirlo en el vehículo que había tomado "prestado" a su padre.

Todd le había pedido apoyo para detener un cartel de drogas Mexicano que estaba empezando a robarle territorio en el puerto de Gotham. Y aunque agotador el trabajo no fue demasiado difícil, un par de cortes, disparos y golpes después, todo el grupo criminal estaba en manos de la policía; pero lo que más le impresionó al menor fue el hecho de que Jasón en ningún momento le trató como su fuese débil o indefenso, lo dejó defenderse por sí mismo y demostrar que a pesar de haber muerto una vez, no significaba que pudiesen matarlo fácilmente.

Después de esa primera vez Red Hood le busco un par de ocasiones más y antes de que se diera cuenta era Damián quien iba en busca de su hermano mayor para "ayudarle" a patrullar las zonas más peligrosas de la ciudad.

Incluso comenzaron a tener conversaciones que iban desde cual método era mejor para detener a los criminales hasta las pesadillas que ambos aún tenían y que les impedían conciliar el sueño por las noches.

Todd había sido más de ayuda en su readaptación al mundo de los vivos que cualquier otro miembro de la familia y Damián, aunque nunca lo admitiera, le estaba agradecido por ello.

Así que en un infantil arrebato decidió hacerle un regalo. Por supuesto no lo pensó muy bien, porque aun si no llevara infructuosas horas buscando algo que le gustase al mercenario, tampoco tenía la más mínima idea de cómo se lo entregaría sin parecer un blandengue frente al mayor.

Por suerte para él una de sus dudas fue resuelta dos horas después al pasar frente a una de esas tiendas de diseñador que su padre frecuentaba y ver en un maniquí la más perfecta chaqueta de cuero que alguna vez tuviese la oportunidad de admirar.

Era perfecta, y aunque no estaba en lo absoluto de acuerdo con usar pieles, pues le parecía una atrocidad, sabía que a Todd le encantaría...mientras no supiese el precio.

La compro sin pensarlo demasiado, y ante la sorpresa de los dependientes que no entendían como un niño podía traer consigo una Black Card, pidió que la envolvieran para regalo.

El siguiente problema a resolver fue como entregárselo sin morir de la vergüenza, no había una manera de lograrlo de frente así que optó por dejar el paquete con una nota sobre la cama de una de las tantas casas de seguridad que el mayor tenía, eligió la que más probablemente usaría esa noche y se marchó antes de que alguien notará su presencia.

No vio a Todd durante el resto de esa semana, pero la siguiente vez que se encontraron para patrullar el mayor llevaba puesto su obsequio y lo esperaba con una sonrisa que le provocó, para su vergüenza y enojo, un sonrojo visible incluso en la oscuridad.

Jasón no le dijo nada, simplemente le despeino un poco y le apuro a ir en contra de los villanos de turno.

Damián agradeció que su estúpido hermano no hiciera una fiesta con todo eso, pues ya bastante vergonzoso había sido sonrojarse frente a él, como para además añadir el inmenso nudo en su estómago al pensar en lo bien que este lucia con su obsequio puesto.

Damián agradeció que su estúpido hermano no hiciera una fiesta con todo eso,  pues ya bastante vergonzoso había sido sonrojarse frente a él, como para además añadir el inmenso nudo en su estómago al pensar en lo bien que este lucia con su obsequio...

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