Parte 3

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Esa noche llegó a su casa en medio de la niebla, casi no la veía pero suspiró al entreverla entre aquellas nubes bajas, húmedas, que tocaban su piel trémula en las alturas de esa gran montaña. Era otoño, el jardín no se veía y la casa parecía allá arriba, solitaria, colgada sobre una nube. Ya no resistía la ciudad y el smog, el cuarto de alquiler con otros estudiantes ruidosos e impertinentes. Necesitaba sentir olor a resina de árboles tardíos, a tierra húmeda; encender la estufa a leña y sentarse enfrente, sobre el piso de piedras rústicas a leer y a tomar un café silencioso y tranquilo ..... tal vez así la máquina del tiempo la volvería al regazo de la abuela. Los libros también  olían a humo. Aquello era magnífico. 

Era tal el cansancio que se durmió allí, abrazada a su oso de peluche, como si fuera la misma niña que volvió del pasado sobre la vida misma, para sentirse acurrucada y querida.

El sol brillaba por la mañana, era cliché pero era muy bello sentir el rocío en los pétalos de las flores y cortar algunas para ponerlas en el viejo florero de porcelana craquelada por el paso del tiempo. También era cursi, pincharse un dedo, sangrar y saborear la esencia de la vida de rojo pasión. Así vino él a su mente, aunque quería olvidarlo. Por Dios! Quería olvidarlo y no podia!

Era un hombre poderoso, nada para él era imposible. Siempre vivía aferrado a cumplir sus caprichos, sin importar lo que costara. Ella huía de él, pero él la perseguía. Aunque no sabía de aquella casa de piedra entre los árboles, tal vez allí podría evitarlo y continuar su vida. Tal vez allí, podría recomenzar ... Tenía que asegurarse de que él no la hubiese seguido o mandado sus perros a rastrearla. Necesitaba estar segura, tendrían que pasar algunos días. La apenaba no poder ir a la universidad, pero si iba a clases algunas veces; él estaría esperándola en su carísimo auto, sonriendo, como si nada hubiese pasado. 

Pero la apenaba tanto no llegar en hora, estaban estudiando Freud y la influencia del Psicoanálisis en la literatura contemporánea .... No pudo contenerse, vistió rápidamente su larga chaqueta negra, su gorro de lana y sus mitones;  y se fue. Se fue a clases, de todos modos, obviaría algunos inmaduros y molestos estudiantes, para poder disfrutar de la cátedra; y se iría antes de finalizar el horario para no encontrarlo esperándola fuera en su maravilloso auto.

Pero no, cuando salió temprano y apurada para no verlo, allí estaba! Sonreía, como si nada hubiese pasado, la miraba como si la amara desde los confines de la eternidad. Era tan posesivo y tan sádico como un demonio. Ella sentía que arruinaría su vida, y él la veía como una flor tan pura, tan honesta, era inevitable no querer destrozarla. Penélope creía que él en algún punto de su negro corazón, sentiría alguna especie de cariño real por ella, ... algún día. Tal vez.

Se quedaba absorta, sabía que correr o huir era inútil, porque muy cerca estarían los guardaespaldas que la tomarían del brazo sin piedad, como tantas veces ... O él iría detrás de ella en su auto para interceptarla a su llegada. De modo que se quedó quieta, inmóvil, con la secreta ilusión de que estaría allí por otra, y no por ella.  Empezó a  temblar, ya no quería ir con él, no quería subir en su exclusivo auto ni arrivar en su cálida y bella pequeña mansión, que él había decorado para ella. Él continuaba sonriendo, y con la cabeza le hacía señas, como diciendo: Sube, ven aquí con tu príncipe rico y amado. La creatividad no funcionaba aquel día, no podía correr, no podía hablar, ni decir nada, ni siquiera podía subir al auto y obedecerle. Comenzó a transpirar tanto, que sentía que los güantes de lana se enfriaban mojados. 

La estática en su pelo la ponía nerviosa, de dónde podría venir tanta estática si estaba debajo de los árboles, en la vereda, fuera de la universidad? Las piernas también temblaban,no sabía si le temía o si lo odiaba, pero estaba completamente segura de que no podría amar jamás a un ser tan insensible y cruel como él. Trataba de no respirar, pero no podía. Notó que las medias de can-can se le habían corrido y que el agujero se agrandaba a cada suspiro. Una bandada de pájaros de otoño voló haciendo ruido sin piedad sobre su cabeza, y del susto comenzó a gritar quebrando la línea del tiempo. Despertó al lado de la estufa, derramó su taza de café de la noche anterior, y lloró desconsoladamente. Lloró.




Sueños de una medium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora