Es una tarde tranquila. Pacífica. Relajante. Me encuentro con mi mejor amiga, Blanca. La mejor amiga que se podría tener nunca. Una peluda bolita de pelo azabache que no para de acurrucarse en mis piernas, todos los días.
Me levanto del sofá un poco más pronto de lo habitual, para prepararme un poco, pues es mi octavo día trabajando oficialmente, y no quiero arruinarlo. Escogo un chaleco blanquecino, y un pantalón a conjunto de mi queridísima bolita de pelo. Nunca suelo pensarme mucho en lo que me voy a poner en cuanto voy al trabajo, ya que la bata blanca siempre oculta mis conjuntos.
Cogo el más preciado objeto que tengo. El amuleto de mi padre. Ahora que lo vuelvo a recordar, como todos los días, me entran ganas de llorar, pero me aguanto. Mi padre falleció cuando tan solo era una niña. Al parecer la depresión no es nada buena para las personas.
Tomo mi bolso y salgo rápidamente de mi apartamento para ir camino al hospital. Una vez allí, saludo a las demás enfermeras y algunos pacientes que ya me conocen desde la última semana. De momento, todo iba perfectamente. Ningún niño gravemente enfermo, y ninguna madre tóxica tampoco. Vamos bien.
Enciendo el ordenador y veo la lista de pacientes. El primero es Jong Kim. Éste paciente ya vino la semana pasada, así que no me tomará tiempo, debido a que solo es una revisión. Hago que pase, y tal y como ya estoy acostumbrada, lo observo. Ya está curado, cosa que me pone muy contenta. Soy muy fanática de los infantes.
--¡Ya estás curado, Jong! --respondo, mientras él sonríe
--Qué bien, gracias doctora Yoon.
--Y como te has portado genial aquí tienes tu recompensa.
Le entrego una dulce piruleta sabor a fresa, que él saborea con emoción.
--Es usted muy buena en su trabajo, para no llevar ni siquiera 12 días --suelta la madre, mirándome de arriba abajo.
--Vaya...gracias. Espero que nos podamos encontrar pronto, en otro lugar --sueltan unas risas antes de irse.
--Mamá, tenemos que venir más seguido --oigo escuchar detrás de la puerta.
Me enorgullezco de mí misma, y vuelvo a fijar la mirada en la lista de pacientes. Ahora le toca a Sayong Gaeng. Éste es nuevo. Reviso por encima su expediente.
Pero un sonido molesto me interrumpe la lectura. Oh, no, una emergencia. Le doy al telefonillo y respondo corriendo.
--¿Sí? ¿Qué sucede?
--Doctora Yoon, tenemos una emergencia con un paciente adulto, acuda a triage, por favor.
--Pero espere, yo no atiendo pacientes adultos...Yo estoy especializada en niños.
--No se preocupe por eso, acuda pronto, por favor.
Cuelga y me quedo pensando por unos segundos. ¿Cómo voy a solucionar un problema así? ¿Es que no hay personal suficiente y por eso llaman a una pediatra inexperta? Vamos, cálmate, Tere. No eres una inexperta. Ten un poco más de confianza en ti misma.
Me dirigo hacia la sala de triage con todas las mariposas en el estómago del mundo. Aunque en vez de mariposas, serían murciélagos. Sí, murciélagos, como en el libro antiguo que me leí el otro día.
--Por fin llega, doctora. El paciente siente un gran dolor abdominal.
--¿Sólo...es eso?
--¿Cómo que solo es eso? ¡Es Jumin Han!
--¿Jumin Han?
--Si le pasa algo a ese hombre, estamos perdidos.
--¿Por qué es tan importante?
--¿Es que no sabes quién es? ¡Dios! Ve a atenderle.
--Ya voy, ya voy...
Es la primera vez que me meten tanta prisa. ¿Será un presidente? ¿Un rey, tal vez?
Voy a la sala dónde debería estar, y me encuentro a un hombre unos cuántos años mayor que yo, con el cabello ondulado, color azabache y un cuerpo casi musculoso. Me atrevería a decir que es el hombre más atractivo que he visto en años, pero sería excederse demasiado. Está tumbado en la camilla con los ojos cerrados, se podría estar muriendo y yo aquí imaginándome cosas. Muy mal, Tere.
--Señor...¿Señor Han?
No mueve un solo músculo. El cuerpo se me paraliza. Cumplo el deseo de acercarme e inspeccionarlo desde más cerca. Del miedo, apoyo cuidadosamente mi cabeza en su pecho para notar su corazón. Bien, está bombeando. Aparto su pelo de su frente delicadamente con mi mano y puedo observar cada milímetro su rostro. Es un rostro hermoso. Pestañas largas, nariz pequeña, labios suaves, mejillas estructuradas...Suspiro y hago lo que debería haberle hecho hace unos minutos, tomarle la temperatura. Está helado, bien.
--Señor, Han...--me dispongo a susurrarle
Al cabo de unos segundos, abre los ojos con dificultad, y puedo ver como unos tremendos ojos grises penetran los míos con un brillo palpable. Nada más verme, se levanta cuidadosamente.
--No...Me hicieron caso...--susurra--
--Señor Han, me enviaron aquí con urgencia porque usted tenía un fuerte dolor abdominal.
--Todo lo que le hayan dicho es mentira.
--¿Perdón?
--Sí, es verdad, yo les dije eso, pero eso no quiere decir que así sea. En realidad estoy aquí por otros motivos.
--¿No le duele nada? --le consigo sacar una pequeña sonrisa
--Puede estar tranquila, doctora...
--Yoon. Me puede llamar por Tere --sonrío
--Muy bien, pues puede estar tranquila, Tere. Estoy aquí a causa de mi padre. ¿Sabe quién es? --niego con la cabeza-- Bien. No voy a contarte detalles, solo necesito un favor.
--Dígame, señor.
--Deme el alta, y digales que no me pasa nada.
--Pero no puedo hacer eso, sin antes un chequeo, señor.
--¿Por qué?
--Bueno, sino pongo su tensión, su oxígeno, su ritmo cardíaco y su...--se ríe-- No se burle de mí...Sólo llevo 8 días aquí y aún no sé como manejar éste tipo de situaciones.
--No me estoy burlando de usted. Pero esto no es tan complicado como cree. Creo que se toma las cosas demasiado a pecho, sin ofender.
--Tiene razón. Bueno...¿Hay alguien que le éste ayudando en ésta escapada raruna?
--Escapada raruna...Ahora que me lo mencionas...Quería que me ayudase usted.
ESTÁS LEYENDO
Jumin Han & Tú 'Parte De Tu Mundo'
RomanceCuenta la historia de ___, una mujer prestigiosa, recién salida de la universidad. Haciendo la carrera de pediatría, una noche granizada, colmada de numerosas nubes cargadas de agua, conoce a un jóven unos años mayor que ella...