vi.

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Trajes, camisas, vestidos largos y zapatos de tacón.

Se mirase por donde se mirarse, la ropa de gala estaba por todas partes y los lujos y cosas bonitas y de alta costura hacían juego con la belleza del recinto en donde se encontraban. Techos altos, cúpulas por todas partes, pilares que se hacían difícil de rodear con los brazos por lo grandes que eran. Copas de champagne en cada mano alzada, sonrisas tibias y no escandalosas en cada oración de cada persona que comentaba algo que fuera o no de su agrado, le hacía interactuar de manera educada y cortés. Grupos de personas por todas partes y toques suaves y confianzudos cuando era el momento de presentarse.

MinHo está seguro que ha contado, mentalmente, cerca de veinte presentaciones a personas distintas que se acercan a los papás de Tae —que no se habían despegado de su lado en ningún solo momento, por suerte—, y que terminan por presentarse a él porque 'oh, ¡el famoso novio de TaeMin! Es un agrado conocerte, he oído hablar mucho de ti por mi hijo'. Hijo, hija, lo que fuese.

MinHo está seguro que el tipo de comentarios que debieron oír era de que Tae(Min) tenía una especie de conductor de Uber a su disposición y que terminó siendo su novio y enamorado y todo lo demás junto.

Eran muchos papás que se acercaban a los papás de Tae a conversar y otros adolescentes que les conocían de hace un tiempo y de manera cortés, se acercaban a dar sus felicitaciones por adelantado. Porque todos sabían que la presentación de hoy de Tae, como siempre, sería impecablemente impresionante.

(Y MinHo admitía que con tanta adulación temprana, tenía tanto o más nervio de lo que debía sentir su novia, allá detrás de los camarines en los cuales se encontraba hace horas preparándose para el inicio de la temporada de ballet).

El brazo de la señora Lee se ancla al suyo, afirmándose de su cuerpo, mientras su esposo sostenía su otro brazo al lado contrario, caminando juntos hacia los que ya debían ser sus asientos.

MinHo nunca antes había ido al ballet —vergonzosamente—, y ahora que se encontraba ahí y vivía toda esa emoción y especie de cachetada cultural, le hacía sentir complacido de estar en ese lugar gracias a la invitación de su novia —que más que invitación fue un 'tienes que venir al estreno de la temporada con mis papás, es tradición familiar y...bueno, hay una entrada ahora para ti'—.

— Estos deben ser nuestros asientos. Siempre son uno de los mejores, así que veremos todo de manera perfecta.

A tres filas del escenario, al lado de la orquesta que ya se estaba alistando para el inicio de la función.

El padre de Tae es el primero en pasar, seguido de su suegra y luego él, que le tocó acomodarse entre ella y una anciana mujer que le sonrió apenas estuvo a su lado. La mayoría ahí siendo familiares de los bailarines principales, o sino altos mandos del país que solo iban a la función de inicio que resultaba ser privada y no apta para todo el público. He ahí la formalidad del asunto.

MinHo revisa el tríptico que se había robado desde una mesa, sonriendo algo entristecido al leer el nombre masculino de su novia ahí, en primer lugar, seguido de la bailarina principal.

'Lee TaeMin, principal bailarín masculino, Príncipe — Lago de los Cisnes.'

Príncipe.

Sus cejas se alzan de manera inconsciente cuando suelta un suspiro, sintiendo una mano que se posa en su muslo y le da palmaditas de confort que le hacen levantar la cabeza y encontrarse con ese rostro que ahora le entendía a él. La madre de Tae le acaricia con cuidado y mira también el tríptico, entendiendo qué era lo que leía; lo que evidentemente le incomodaba.

(A él y a todos. Sobre todo a Tae).

— Esperemos que pronto pueda tener el papel que de verdad le gustaría tener.

· Venus as a Boy ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora