Un tono, dos tonos, tres tonos y cuatro tonos.Mueve su pie, nerviosa, y muerde el costado de su dedo hasta que al otro lado de la línea, al fin le contestan. Esa voz grave aparece, esa sonrisa invisible se hace presente y esa calma que siempre transmitía, por esta vez, no parece tan así. No cuando sus propios nervios son los que hace más de dos horas, le han jugado una mala pasada.
— ¿Señora Lee? —su voz es fuerte dentro del ambiente en el que se escucha el chico, notando como al parecer, se encontraba en una especie de reunión familiar por el ruido que tenía de fondo—. Estaba a punto de llamarles. ¿Cómo salió todo?
Mierda.
MinHo no sabía.
Su única y última (o primera) gota de esperanza ahora se veía esfumada y desaparecida porque si ella no podía encontrar a Tae, menos podría saber su novio, que al parecer, tampoco tenía idea de nada de lo que ocurría acá.
La señora Lee se lleva una mano hasta su rostro, cubriéndose, mientras la mano de su esposo se va a su espalda y le vuelve a acariciar con cuidado. Ambos estacionados en un parque a cuadras de donde estaban antes, ambos desesperados por encontrar a su hija, la cual no tenían idea donde se podía haber metido.
Ella llora porque se le hace imposible ocultarlo y MinHo le oye. Le entiende antes de que siquiera alcance a decir algo.
— ¿Señora Lee, pasó algo?
— No sabemos donde está, MinHo —solloza, apoyando la frente contra la guantera del auto y la mano de su esposo sube por su espalda, acariciándole con mayor intensidad—. Vinimos a la entrevista c-con su director y todos sus profesores y... y no salió más. Eso p-pasó hace s-siete horas y-y no la podemos encontrar. C-creímos que p-pudo haberte llama-ado, p-pero...
— No la aceptaron, los hijos de puta.
El mismo suspiro de resignación que ellos habían tenido, el mismo suspiro ahogado que hace que MinHo no le hable por varios segundos o minutos. Ni siquiera es capaz de tener conciencia del tiempo porque el terror está apoderado de su cuerpo y de su cerebro que ya no es lo suficientemente competente para pensar. La mujer sorbetea la nariz y MinHo suspira. Suspira una, dos y tres veces. Suspira tanto que por un momento, teme que él también se hubiese puesto a llorar.
— Cariño... tengo m-miedo... n-no quiero que...
— No lo diga —le reprocha, antes de que siquiera alcance a decir la oración completa. Su voz es tosca, es seria, es agresiva. Ya no hay ruido de fondo de él, sino que solo silencio, por lo que supone que esta vez, ya no estaba en el mismo lugar—. No lo diga, señora Lee. Ella está bien. Tiene que estarlo. No se hará daño, ¿me escuchó? Tae no se hará daño.
— Pero es q-que... MinHo... es-stoy desesp-erada... n-no puedo perderla... no puedo, no puedo...
— Llamaré a KiBum y a JongHyun. Quizás ellos saben donde pueda estar —le advierte, ignorando sus palabras para seguramente, protegerse a él mismo de un colapso nervioso—. Buscaré un pasaje ahora mismo a Seúl. Intentaré llamarla, pero dudo que me conteste. Y señora Lee... ¿me escucha?
— Sí, MinHo —solloza, viendo a su esposo quien ahora, también tenía los ojos anegados en lágrimas—.
— Tae va a estar bien. Se lo prometo. Se lo prometo por mi vida.
*
Nueve de la noche y ya no eran los únicos en su casa.
Nueve de la noche y un minuto, y el sillón de la sala estaba con tres personas en él y no dos. Ella ahora estaba de pie, mordiéndose el costado de su dedo —aún—, mientras su esposo se encontraba pegado al teléfono y esas otras dos personas que ahora les acompañaban, revisaban constantemente sus redes o mensajes esperando alguna novedad.
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· Venus as a Boy ·
FanfictionMinHo nunca había escuchado la palabra transgénero en su vida, pero cuando conoce a TaeMin, no solo es su percepción la que cambia, sino que también, su propio novio.