Capítulo III

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Cuando Jared se reunió nuevamente con Page, ya esperaba que este le gritara; pero ese día no estaba con ánimos para pelear, de igual manera siempre ganaba las discusiones con Jared.

—¿Por qué dijiste eso?— lo reprendió Jimmy dentro del vehículo.

—Lo apoyé— se defendió Jared.

—No, atacaste a uno de los suyos, eso es muy diferente.

—¿Qué le habrías dicho tú?— preguntó molesto.

—Sólo tenías que darle la razón no argumentar.

Jared rodó los ojos y se hundió en su asiento. Se quitó los aparatos y los devolvió a Page de mala gana.

—La próxima vez escúchame— remarcó y después salió del automóvil. Ambos se maldijeron en silencio.

El celular de Jimmy vibró, era un mensaje de Robert:

—¿Qué le pasa a tu idiota? ¡George no para de llorar!

—Lo siento, yo no le dije que dijera eso.

—¿Y aún crees que está a mi nivel?

Page no respondió a ese último mensaje. Era mejor dejar que Robert se tranquilizara.

Un par de horas después Robert volvió del supermercado a los vestidores donde George se ocultó para llorar. Entró despacio esquivando a los "escarabajos" (el nombre con que denominaban a George y su trío de amigos, el origen del apodo era desconocido, cuando llegaron a esa escuela ya todo el mundo les decía así).

—¿Aún está ahí?— preguntó el rubio a Lennon.

—Sí— respondió John con tristeza y acomodó sus anteojos empujando el puente con un dedo— Ya no está llorando tan fuerte como al principio— comentó.

El rubio suspiró pesado, entró despacio y se sentó junto al castaño que se encontraba encogido en un rincón, sacó un bote grande de helado de la bolsa del supermercado, lo abrió, tomó dos cucharas.

—¿Quieres?— ofreció una a George.

—¿Para qué, para que me ponga más gordo?— preguntó entre sollozos.

—No estás gordo, querido— aseguró con tristeza.

—Tú dijiste que lo estaba y vas a echarme del equipo por eso— reclamó escondiendo su rostro entre sus brazos.

—No, Georgie. No voy a echarte del equipo— aseguró el rubio— Eres mi cental* favorito.

—¿En serio?— preguntó levantando la cabeza.

—Claro, nadie iguala tus pasos— sonrió Robert— Vamos, come conmigo— pidió tomando una cucharada del helado y llevándose a la boca— Mmm, que bueno está— aseguró mirando a George. El castaño tomó la cuchara que aún le ofrecía Robert y probó el helado— ¿Te gusta?— preguntó sonriendo.

—No está mal— sonrió Harrison y limpió sus lágrimas con el dorso de su mano.

Entre los dos se terminaron el helado completo. Harrison comió más, pero nadie hizo la observación. Ya no estaba triste y Robert no volvería a mencionarle que hiciera una dieta.

Los escarabajos abrazaron a George para mostrarle su apoyo. El rubio partió rumbo a su hogar; en el camino tomó su celular y presionó su dedo sobre las siglas "JP", llevó el aparato a su oído y aguardó.

—¿Hola?— respondió la voz del otro lado.

—Hola ¿Quiero saber qué carajo pasó con Jared, hoy? ¿Tienes idea de cuánto me tomó que George dejara de llorar? Y no me digas que no fue culpa tuya porque noté el maldito micrófono que traía el idiota en la camiseta y sé que es de los del grupo de informática— reclamó el rubio con tono agresivo sin permitir a Jimmy decir una palabra.

Jimbert - Whole lotta loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora