Sweet Dream VIII

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Mei dormía tranquilamente en una cama que no era exactamente la suya. Yuzu, dormía justamente a su lado, o al menos intentaba hacerlo. Al rededor de una hora antes, Mei había llegado a su casa diciendo incoherencias, gracias al cielo su madre no estaba en casa esa noche.

Fue cuando Yuzu recordó los ojos perdidos y las pupilas tan dilatadas de Mei, dando a entender que se había drogado recientemente, eso no la dejaba dormir.

Así fue como en los brazos de Mei dejaron de verse cortes, siendo su reemplazo pinchazos y moretones. Yuzu no sabía cual era peor.

La primera en levantarse fue Yuzu, quien se levantó a hacer el desayuno, sonrió mientras lo hacía al notar que sería la primera vez que probaba sus dotes en la cocina.

-" Okogi ."- resonó en la cocina, haciendo a Yuzu voltear con rapidez.

Sus ojos estaban vacíos, más que la última vez que la vio, más que la vez en la que la encontró cortándose. ¿Era por su culpa?

-" Oh, Aihara ."- saludó Yuzu con naturalidad, tal vez si fingía no recordarlo, el tema no volvería a salir a la luz, pero ese fue el tema principal a partir de horas después -" estoy haciendo el desayuno, ¿puedes esperar un poco?"- sonrío como solo ella sabía hacerlo.

Mei asintió, Yuzu la miró por un minuto, no tenía el uniforme que debería de llevar, porque ayer era viernes un día escolar, su cabello estaba despeinado, más de lo normal y sus hombros están caídos como si un enorme peso estuviese sobre ella, su ropa tenía tonos oscuros, entonces entendió. Mei sufría por lo que había dicho, Mei sufría porque sabía que ella no le correspondía.

Después del desayuno, Yuzu se dio una ducha y se vistió, encontrando a una Mei aún en la sala, con sus ojos aún perdidos. Yuzu la acompañó hasta su casa, entró a su cuarto y se sentó en su cama.

Todo esto sucedió sin una sola palabra por parte de ninguna de las dos, así que se han de imaginar lo incómodo que esto fue.

Yuzu miró el libro sobre la almohada y se asustó al leer el título.

-" La muerte y el infierno ."- susurró sintiendo un escalofrío pasar por su espalda.

-" Supongo que ahora vas a irte ."- dijo Mei sentándose a su lado -" Da igual, Okogi, todos lo hacen ."- apretó sus puños -" Soy lo suficientemente inmadura como para no resolver mis problemas decentemente y mejor ahogarme en ellos ."- la miró fijamente, y Yuzu sintió todo el dolor de Mei con tan solo esa acción -" Da igual si no me correspondes, tal vez algún día muera y ya no tengas que pensar en eso."

Cuando esas palabras salieron de la boca de Mei, Yuzu miró rápidamente a otro lado, tomando un libro frente a ella.

-" Aihara, los libros que lees son muy variados, todos tienen títulos que dicen su contenido de una manera bastante rápida, lees libro que son fáciles de descifrar sin leer lo qué hay dentro de cada uno ."- Yuzu abrió el libro justo en la página 128, la mitad de el libro -" Y aunque lees libros abiertos, tu no eres muy similar a ellos, pero su final si es parecido a ti "- miro la frase en rotulador violeta, y sonrío al saber que este no era el libro que tanto anhelaba descubrir -" todos son diferentes, ninguno se parece a ninguno. Al igual que todos tus sentimientos ."- se levanto y arrojo el libro por alguna parte de la habitación, abrió sus brazos hacia ambos lados y sonrió -" No sabes cuánto me encantaría recibir tus sentimientos, y abrazarlos contra mi pecho ."- Miro a Mei -" Pero, justo ahora, no siento ese sentimiento más allá de la amistad que sientes por mi ."- se abrazo a si misma -" No entiendo tu interés por diferentes libros y no solo una categoría en especial ."

Mei procesaba las palabras de Yuzu, no entendió las palabras de Yuzu al instante pero... cuando lo hizo su rostro se iluminó.

Yuzu había dicho 'Justo ahora, no', lo que significa que aún podía intentarlo.

-" Puedo prestarte mis libros ."- murmuró Mei mirando su pequeña biblioteca -" Puedo intentar enamorarte también ."- dijo aún más bajo, pero tan claro como Yuzu jamás pudo escuchar -" tal vez así encuentres el encanto de mis libros, o de mi ."

Yuzu miró por un instante la repisa de libros, y miró después al suelo lleno de ellos, trago fuerte y miró sus manos.

Solos individuos que cometemos errores, algunos sabemos lo que hacemos y otros son inocentes. Pero lo peor de todo no es ni siquiera el cometer un error, si no, no aprender de ellos.

-" Eres libre de hacer lo que desees, Mei ."- dijo Yuzu con una sonrisa cerrando sus ojos, un rubor apareció en sus mejillas, y del mismo modo apareció en las pálidas mejillas de Mei.

El día siete, Yuzu acepto que Mei se lastimara a sí misma sin haberlo pensado dos veces, y a la misma vez fue la primera vez en que Yuzu llamó a Mei por su primer nombre.

Sweet Dreams; Citrus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora