Sweet Dream II

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Sábado, el comienzo de el fin de semana, compuesto por sólo dos días. Para Mei, los fines de semana eran lo más cercano a la liberación para ella, leía lo que quería, lloraba cuando quería, veía lo que quería, iba a donde quería. Claro que el libro sobre arte musical que leía tuvo que esperar cuando escuchó el timbre de su casa.

Frente a ella se encontraba una chica de cabello rubio y ojos verdes... no, no la conocía. Fue cuando sintió los brazos de aquella chica rodear su cuello y apretarla contra ella, notó que la rubia tuvo que ponerse en las puntas de sus pies, pues Mei era más alta. La estaba abrazando una desconocida a plenas nueve am.

Fue cuando notó su aroma que la reconoció. Aihara Mei podía olvidar el nombre de cualquiera menos el olor que rodeaba a las personas, y otra cosa que jamás podía olvidar eran los apellidos de las estudiantes de su academia, claro que eso no tiene mucho que ver con esta situación incómoda para Mei.

Okogi. —dijo en voz alta al recordar su apellido, su olor era cítrico e irritante, pero a la vez embriagador e inocente.

¿Has quitado el honorífico? preguntó Yuzu aún colgando de su cuello, refiriéndose al San que acompañaba a los apellidos como señal de respeto.

Mei se separó rápidamente y frunció el ceño, arrugó su nariz y miró hacia otro lado. Todo en ese orden y en un abrir y cerrar de ojos.

¿Necesitas algo? preguntó Mei ignorando la pregunta de Yuzu con molestia.

Vengo a animar tu día, Aihara. —sonrío Yuzu mirando sus ojos, bajo a su nariz y fue directo a sus labios, recorrió sus hombros y miró sus antebrazos, borró su sonrisa y frunció sus cejas.

Sus antebrazos estaban desnudos, llenos de marcas, algunas frescas y otras cicatrizadas. Ella no estaba esperando visitas. Nunca lo estaba.

Aihara, ¿no amas tu vida? murmuró Yuzu buscado los orbes violeta que seguían igual de fríos.

¿Existe acaso una razón real por la cual deba amarla? respondió con una pregunta, una pregunta que seguía en su cuestionario de razones por las cuales vivir, pues aún necesitaba esa respuesta —Y de hecho, simplemente acabo de conocerte, no tengo porqué atender a tus preguntas.

Yuzu se quedó callada, estaba buscando palabras para contra atacar.

Yo amo mi vida. —dijo Yuzu de una forma segura y fuerte, pensando que de este modo Mei la tomaría como apoyo ¿puedo pasar? Tengo algunas cosas que decirte para que ames tu vida también, y siempre podemos conocernos para empezar, Aihara.

Mei la analizó detenidamente, buscando una sola mala intención para cerrarle la puerta en la cara. Al no ver ninguna inhaló y la dejó entrar a su casa, cerró la puerta tras ella y la guió a su cuarto.

No soy ordenada, así que no te quejes por los millones de libros que ves tirados por todos lados.dijo Mei con seriedad, evitando ser juzgada y sin voltearse a verla.

Pero a Yuzu no le importo que no fuese ordenada con sus libros, se fijó en los libros escolares y en su uniforme perfectamente organizados, los libros en una de las repisas superiores, y el uniforme colgado en el armario abierto que graciosamente tenía la ropa personal tirada por todos lados.

Yuzu tomó uno de los libro que se encontraban sobre la almohada en la que habitualmente descansaba la cabeza de Mei cuando no podía dormir.

El arte de amar. — dijo en un suspiro romántico la rubia sintiendo el título del libro golpear contra su pecho, sintió que esto era lo que la joven Aihara estaba buscando. Tomó otro libro para leerlo en voz alto —Oculto sendero —abrió sus ojos ¿Te gustan las chicas?preguntó Yuzu.

—¿Tienes algún problema con eso? —preguntó retóricamente Mei de espaldas a la rubia, y allí fue cuando recordó una situación similar.

Flashback

La alumna fue encontrada en el baño de chicas, besando a una de sus compañeras de clase a la fuerza. —informó la profesora de inglés al director, el abuelo de Aihara Mei.

—¿Podría dejarme a solas con Mei? —murmuró el director con su ceño fruncido, dándose la vuelta para ver por la gran ventana de su oficina.

No sabía que sentir, era su nieta y nunca pensó algo así de ella. La pequeña Mei de doce años tenía sus manos entrelazadas detrás de su espalda, y su mirada en el suelo con sus ojos llenos de sentimientos.

—¿Acaso te gustan las chicas? preguntó su abuelo, mirando sobre su hombro a la joven —¿Algo tan repugnante y perverso?

Fue cuando Mei levantó su mirada y notó la mirada de furia de su abuelo, Mei abrió sus ojos y apretó aún más sus manos entre sí.

No susurró Mei, negando quién era realmente, solo para evitar el rechazo, sintió las lágrimas acumularse en sus ojos.

Ese día fue el último que vio a la profesora que la delató, el último día en el que su abuelo le dirigió la palabra, así fue como Mei dejo de negar quién era puesto que su abuelo le enseñó que la rechazarían más por mentir que por ser correcta. Pero nadie aprende de sus errores.

Fin de Flashback

No, en realidad. —dijo Yuzu con una sonrisa eres genial seas como seas, Aihara.

Mei sintió algo en su corazón, una picazón que le fastidiaba, le repugnaba, pero no sabía que era este sentimiento.

Okogi, ¿Te gustaría salir conmigo? —preguntó la joven Aihara de manera apresurada y sin pensar.

¿eh?Yuzu abrió sus ojos quedándose congelada en el sitio en el que estaba, aún con el libro entre sus manos Lo siento, pero a mi me gustan los chicos. —carcajeó lento y nerviosa.

Me refiero a salir a caminar, quiero caminar, pero puedes quedarte en tu casa si quieres. —dijo Mei secamente, apretando el puño de su mano.

En ese momento, a Mei no le afectó la declaración de la atracción en hombres de Yuzu.

Oh, entonces iré contigo, Aihara. —dijo con una sonrisa la rubia.

A Mei no le caía bien nadie, tenía un odio hacia la misma humanidad, pero sencillamente esta chica era diferente para ella, pero Mei no lo demostró.

Así fue como en el día dos, las dos salieron juntas por primera vez, sin siquiera conocerse realmente.

Sweet Dreams; Citrus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora