❤ Privilegio total.❤

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Se escuchaba el bullicio de las admiradoras en la plaza del mariachi. El músico de traje azul agradecía con encanto a sus fans mientras éstas pedían autógrafos y fotos. Cosa que ya no era posible, su turno había terminado. Por otro lado, Miguel Rivera agradeció también a su círculo de fans, incluso tuvo que irse a la carrera para salvar su pellejo de abrazos y besos. Eso sí consideramos lo que Miguel piensa de eso último.

Eso ya todos en santa Cecilia lo sabemos, bueno, casi todos; tampoco vamos a meternos tanto en la vida de estos muchachos. Aquí lo que importa es esa niña.

Esa de allá, de pelo lacio y castaño, camisa con estampados y pantalón corto. Esa misma de lentes, la que tiene un violín en la mano: Rosa Rivera.

Era su turno para tocar en la plaza del mariachi, donde subió con los nervios a tope mientras la gente aplaudía. Siendo la prima de uno de los ídolos del pueblo, tenía ése privilegio de utilidad para que supieran de una vez por todas quién era.

Sus notas comenzaron armoniosas, como un suave y fantástico paisaje de cariño y lágrimas. Los jóvenes aplaudían y los ancianos se enternecían hasta las lágrimas al recordar a la autora de la canción. No era Recuérdame, no era Un poco Loco, no era ninguna canción de Héctor Rivera. Era una canción antigua, tan antigua como la Zapatería; las notas de Rosa honraban a todo volumen a la ya difunta esposa de Juan Gabriel: Rocío Dúrcal.

Tú eres la tristeza de mis ojos
que lloran en silencio por tu amor.

Me miro en el espejo y veo en mi rostro,
el tiempo que he sufrido por tu adiós.

Oh, pido a que te olvide en pensamiento,
pues siempre estoy pensando en el ayer!

Prefiero estar dormida que despierta,
de tanto que me duele que no estés.

Quién lo diría, pensaba un chico recargado en una esquina mientras escuchaba a la distancia. Tenía una voz hermosa, y bueno, ella lo era también. Siguió oyéndola, lo hacía excelente.

Como quisiera, ah...

Que tu vivieras.

Que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca, y estar mirándolos.

Amor Eterno... e Inolvidable.

Tarde o temprano, estaré contigo
para seguir... amándonos.

Los ojos dorados que divisaban a la joven se percataron que la niña cantaba con todo sentimiento. Sus nervios se habían ido apenas abrió la boca para cantar.

Me he enamorado.

Lastimosamente, las notas acabaron y la plaza estalló en aplausos. Apenas salió del escenario y la niña recibió un mar de felicitaciones y mensajes. Aquel admirador solitario se acercó apenas ella se despedía del círculo de fans que se había creado, pero entonces un joven casi de su edad interrumpió sus ilusiones.

-Señorita, tiene usted una gran voz.

El chico de ojos amarillos solo observaba la escena, casi muerto de celos. Más porque Rosa había aceptado la flor que el otro tipo le había regalado

-Muchas gracias, te lo agradezco- le respondió amablemente mientras sonreía con la rosa roja frente suyo. Pronto comenzó a acariciar los pétalos sin notar a Marco, quién divisaba al chico que parecía pretenderla.

No era un buen tipo, no tenía buenas intenciones. Pequeños instintos de los hombres que suelen conectarse entre sí.

Vió también como Rosa caminaba felíz mientras el otro se marchaba victorioso. El de los ojos miel no lo pensó dos veces, si iba a hacerlo, tenía que ser ahora.

Ese "Privilegio" (MarcoxRosa One-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora