💊Medicina💊

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Antes de comenzar, me disculpo por la demora, ya que al fin he regresado de la escuela. Sin más que agregar, disfruten el One-shot...
...

-Te ayudo en otra cosa?- le preguntó la niña luego de poner la bolsa de hielo sobre la cabeza de Marco.

-No hace falta, linda- le respondió el chico con cierta debilidad de su garganta.- Ya me ayudaste suficiente, gracias.

Marco había sido asaltado por abusones de la escuela y además atrapado una gripe. A lo que Rosa tuvo que ofrecerse a cuidarlo ya que la señora de la Cruz estaba muy ocupada para hacerlo. Era como un sueño estar a lado de quién te gustaba y sobretodo estar de su enfermera, en especial por la cercanía que compartían.

-Bueno, tal vez deba ir ya por algo para comer, no vayas a moverte de ese sillón, está bien?- le ordenó la morenita tomando su bolso y yendo hacia la puerta.

Una de las cosas que a Marco tanto le gustaban, era el fingir con ella pero sin malas intenciones. Aunque estaba enfermo de verdad, le convenía hacerse el paralítico con su Rosita para acaparar su atención y cariño. Cómo le gustaba ver sus tiernos ojos; asustados, nerviosos...

-Aaah!- soltó un quejido falso para llamar su atención

-Ay, no! Que pasa? Aún te duele?- le preguntó ella refiriéndose al moretón que le hicieron los abusones.

-Je, sí. Será que aún te puedas quedar otro rato más?- le inquirió el chico con una sonrisa ladina.

-P-pero, tu comida- lo consiguió, ella estaba que temblaban sus labios de nervios

-Puedo aguantar el hambre, solo...- se sentó en el sillón aún con los dolores y la puñalada en el estómago que recibió- Solo quédate conmigo. Me curaré como por arte de magia.

Ella siguió nerviosa, sabía que lo decía solo para calmarla, a pesar de la gravedad de su situación.

-Lo prometes?

-Lo prometo- y le sonrió de nuevo al ver como ella se acercaba a sentarse en el sillón con él, sin aplastarle las piernas.

-No noto que te cures- le dijo risueña al notar un silencio en el ambiente.

-Oh, descuida. Me curaré cuando menos te lo esperes- repuso Marco sin borrar esa sonrisa de sus labios.

-En serio? - preguntó la pequeña con ingenuidad. El músico solo extendió las manos levemente.

-Quieres que te muestre cómo?

-Por favor...- susurró la violinista - Si en verdad será mágico- y se quedó viendo tiernamente sus ojos, hasta sonrojarse por aquel abrazo repentino por parte del mayor, acercándola a su cuerpo.

-O-oye...- tartamudeó Rosa- Esto es... esto qué es? No lo entiendo.

-Quieres que me cure enseguida, verdad?- inquirió Marco gentilmente, en especial por su estado.

-S-sí... sí quiero. Pero esto es... tan raro.

-Je, bueno. Si en verdad quieres que me cure, solo quédate así, ¿Sí, Rosita?- le pidió aquel, ignorando lo último mientras acariciaba su cabello. Era tan suave y olía tan dulce y fresco.

Rosa tan solo se quedó así, estática, cerca de Marco. Tanta era su emoción que solo pudo corresponder a su abrazo, sintiendo su aroma tan agradable que podría quedarse abrazándolo toda la tarde, pero a pesar de su amor por él, en verdad quería que se curase pronto. Sólo se separó, no tanto para romper el abrazo, recostando su barbilla sobre su pecho.

-Aún no estás curado.- le repuso en voz baja, algo triste.

-Lo voy a estar, lo prometo- le besó la frente para mirarle a los ojos. Esos ojos dorados como el oro y la miel que tanto cautivaban a la morena, cuyos ojos achocolatados no eran la excepción en lo que a encantamientos se refiere.

-Cierra los ojos.

-Ah? Para qué? - preguntó sin detener el sonrojo en sus mejillas.

-No quieres que me cure entonces?- le sonrió de lado, con descaro.

-Yo, claro que quiero que te cures, pero no entiendo por qué...

-Entonces ciérralos.

La niña en verdad estaba tan pero tan nerviosa, que sus expresiones faciales lo sacaban a la luz mientras él seguía sereno, sin perder su sonrisa. Pero lo que Rosa no sabía era que, por dentro, Marco estaba muerto de esa sensación, esperando a que la morena cerrara sus ojos. Al final su espera valió la pena, poniéndose más asustado; sin embargo debía cumplir con su parte si quería ganarse su corazón.
Sin más ni menos, le besó los labios por un rato al grado de morderlos con suavidad, atraído por la dulzura y el tono de estos. Notó como la niña correspondía con los mismos nervios y sentimientos que los suyos, haciendo el momento más lindo, más eterno.
No hubo mucha profundidad en las bocas de los dos, pero sí mucho sentimiento.

-Aún no me curo, cielo... si eso es lo que quieres saber - le agregó el músico al ver la mirada sorprendida de Rosa, continuando el beso, esta vez sin miedo a dejar que su lengua participara, aguantando las ganas de más, abrazando su espalda con un brazo y acariciando su cabello con el otro, dejando de lado la piel temblorosa de la violinista.

Los dulces besos del de la Cruz la inmovilizaban, se sentía afortunada de ser besada por su amado con el que había soñado una cercanía, aunque esto era mejor de lo que esperaba. Correspondía con todo su corazón a ese momento, tan único para ella sabiendo con quien lo tenía. Al final se separaron con un hilo de saliva que los unía, seguido de ciertos suspiros al aire, sin dejar de verse a los ojos con cierta ilusión.

-Me da tanto cariño que hagas esto - le sonrió la niña- Quiero decir, es que hace mucho que tú me gustaste y...- reaccionó al notar como se encontraban, sonrojándose más y alejándose un poco de él para darle espacio- Ay no, yo... en verdad lo siento, es que sólo, tú me besaste y...

-No lo sientas- le respondió el mariachi como algo de rubor natural en sus mejillas por lo ocurrido- No tienes idea de la felicidad que me da estar cerca de tí - y puso las manos entre su rostro para que mantuviera la vista en él.- Eres como uma medicina para mí y eso me gusta. Por que eso significa que no podré dejarte hasta que me sienta mejor.

Después de ello, se limitó a sonreír amablemente al ver como su Rosa se sonrojaba por aquellas palabras, amaba ver su rostro avergonzado

-Eso significa que cuando te cures... dejarás de quererme?- le preguntó la niña.

Su expresión cambió. Esa era sin duda una pregunta ingeniosa.

-Yo nunca dije que dejaría de hacerlo. Es más - la abrazó a su pecho y acariciando su pelo - Si ese es tu temor, puedo estar enfermo todo lo que tu quieras.

-Yo... no, no quiero que te enfermes. No en ése sentido, yo... Solo quiero que estés bien .

-Lo sé, Rosita. Por eso eres la mejor medicina que he tenido.

...

Ese "Privilegio" (MarcoxRosa One-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora