12.

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– Wow, doctora Darcy – le habló Sabrina emocionada mientras dejaba de aplaudir. Christina sonrió mientras se encogía de hombros, no había ni una pizca de sarcasmo es su voz al referirse a ella como doctora – eso fue simplemente genial. Qué inteligente es usted –

– Muchas gracias, Sabrina – respondió cerrando su laptop – me hace tan feliz que te haya gustado la conferencia – dijo acomodando sus cosas.

– Hoy aprendí muchas cosas – dijo aun sonriendo – y entendí muchas otras. Muchas gracias – Christina la miró deteniendo lo que hacía.

– ¿Por qué? – preguntó sin entender, un poco confundida.

– Por dictar la conferencia para mí, de verdad fue muy genial – respondió sinceramente mientras se quitaba la bata de Christina – también gracias por prestarme tu bata, me sentí inteligente – rió acercándose a ella para extenderle la bata.

– Gracias a ti por venir a verme – respondió recibiendo su bata – fuiste la única persona que lo hizo – dijo bajando su voz, dolida aunque ya estuviera acostumbrada a no tener importancia. Sabrina ladeó su cabeza sin dejar de sonreír.

– ¿Y perderme la conferencia de Christina Darcy? – preguntó como si fuera una locura provocándole una pequeña risa a la psiquiatra – soy maestra y en mi vida he tenido que ir a muchas conferencias, pero ésta no tiene comparación alguna – dijo sinceramente – es la mejor a la que he asistido, por mucho la mejor –

– ¿Eres real Sabrina Byrne? – preguntó en una risa. Sabrina se encogió de hombros sonriéndole, como ya acostumbraba hacerlo – porque pareces algo así como perfecta – la mayor rió un poco, y Christina volvió su vista a sus cosas terminando de acomodarlas para poder desocupar el auditorio.

– Sí lo dices tú debe ser cierto – asintió mirando cómo Christina tomaba cada cosa con sumo cuidado, como si no quisiera dejar caer nada, sin querer cometer ningún error – ¿Ahora irás a casa? – preguntó antes de lograr escuchar el casi inaudible suspiro de Christina.

– ¿A dónde vas cuando no quieres ir a ningún lado? – le preguntó de repente, en realidad con ganas de saber la respuesta. Sabrina tenía que ser muy ágil al momento de responder sus preguntas – digo, no es que no quiera estar contigo, para ser sincera siempre quisiera poder estar contigo – dijo un poco nerviosa, provocándole sonreír a Sabrina un poco más – eres mi momento favorito del día – sonrió un poco sonrojada. Las mejillas de cierta chica pálida la imitaron.

– Oh Chris, y tú eres el mío – asintió muy convencida de sus palabras. Christina bajó su mirada sin dejar de sonreír – y respondiendo a tu pregunta, yo siempre quiero ir a algún lugar. Cuando estoy en casa en la mañana quiero llevar a Ethan a su escuela y luego ir a la mía a trabajar, en la tarde quiero ir a verte a tu consultorio a ver cómo estás, siempre me sorprendo – Christina siempre tiene un nuevo golpe – en la noche al volver a casa, duermo para esperar volver a salir al día siguiente. Y aunque mi mente esté en un sitio, mi corazón puede estar en otro – Christina asintió dejando de sonreír un poco.

– Cuando despierto tengo que preparar el desayuno, siempre las mismas cucharadas de azúcar, siempre las mismas cucharadas de café, siempre dos sándwiches con dos rebanadas de jamón y una de queso, ninguno es para mí – frunció un poco el ceño mientras Sabrina la escuchaba atentamente – preparo el almuerzo, siempre las mismas cantidades, siempre la misma temperatura... nada es para mí. Luego me arregló para el trabajo, el mismo estilo de ropa, cubriendo casi toda mi piel... –

– Toda tu maltratada piel – susurró Sabrina entendiendo a qué se refería Christina.

– No puedo usar mangas cortas aunque haga calor, no puedo permitirme ese lujo – ladeó su cabeza recordando palabras textuales – a veces uso lentes oscuros, y me despido de mi esposo antes de ir a trabajar, a él no le gusta que me vaya sin avisarle – Sabrina mordió su labio, ya sabía perfectamente por qué – cuando estoy en el trabajo atiendo a mis niños de la manera más profesional posible. No hay almuerzo para mí, pero entonces llegas tú y me regalas un postre – sonrió inevitablemente – y lo comemos juntas o a veces yo sola, hablamos hasta que es hora de irse – dejó de sonreír – por último llego a casa y tengo que preparar la cena mientras Jacob vuelve – cerró sus ojos – la cena varía – suspiró abriendo sus ojos – el resultado también – llevó inconscientemente su mano a su mejilla – después sólo quiero dormir – volvió a suspirar – sin limpiar mi rostro antes – susurró. Sabrina tenía que ayudarla, convertiría lo imposible en posible por ella.

Christina Darcy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora