– Me gusta tu rostro – le dijo Christina mientras la veía tomarle una foto.
– Y a mí me gusta el tuyo – rió Sabrina mientras oprimía el botón y seguido a eso tomaba la foto – aunque me gustaría más sin maquillaje y sin golpes – dijo sinceramente tomando con su mano la foto que acababa de salir.
– No es como si pasara todos los días – se encogió de hombros, tratando de minimizar su situación, viéndola sacudir un poco la foto, y sonreír mientras la veía sonreír – ¿Salí bien? –
– Preciosa – respondió extendiéndole la foto – ¿Quieres que la coloque en nuestro álbum? – Christina asintió mientras se detallaba en la foto, en realidad podía pensar que era preciosa – saliste muy bella – Christina rió un poco sonrojada.
– Gracias, Sab – respondió en una inocente risa – tú también eres preciosa, me gustas mucho – dijo sonrojándose del todo, cubriendo su rostro con la foto.
– Sí me lo dices tú debe ser verdad – rió sonando muy segura. Christina rió mientras arrugaba su nariz.
– Creí que te aburriría venir a mi consultorio todos los días – dijo sinceramente luego de unos segundos. Sabrina la miró sin entender, amaba ese sitio, era el único sitio donde sentía que Christina tenía paz – siempre vienes aquí por mí – suspiró – no podemos ir a otros sitios – dijo bajando su voz.
– ¿Quieres ir a otro lugar? – le preguntó con una sonrisa dejando la cámara a un lado. Christina se encogió de hombros sin saber qué responder – ¿A dónde quieres ir? – le preguntó tiernamente cruzando sus brazos sobre el escritorio.
– A cualquier lugar si es contigo – respondió sinceramente – quiero ir a tantos lugares contigo – rió un poco – pero no sé si tú quisieras ir a... ya sabes, a esos lugares... conmigo –
– Sí fuera por mi tú y yo seríamos novias – rió, olvidándose de que su novio actual desde hace días le era un poco indiferente – podemos ir a... – llevó su índice a su mentón tratando de pensar – ¿A dónde quieres ir? – le preguntó de nuevo.
– Siempre he querido ir al teatro – sonrió sinceramente – antes de conocer a Jacob iba mucho, de hecho en la escuela me gustaba aparecer mucho – rió al recordar ciertas, para ella, vergonzosas escenas – una vez me disfracé de conejo – volvió a reír acercando sus manos a su cabeza para simular orejas de conejo – saltito, saltito – dijo intentando hacer reír a Sabrina, lo consiguió enormemente.
– Quisiera ver fotos sobre eso algún día – sonrió. Christina asintió emocionada de solo pensarlo – ¿Sí te gustaría? –
– Claro que sí, tengo muchas – respondió recordando.
– Cuando yo estaba en la escuela, me gustaba presentarme en concursos literarios y esas cosas – rió un poco – la mayor parte de mí tiempo lo pasaba en la biblioteca ¿Qué puedo decir? – volvió a reír mirando a Christina mientras sonreía – amo leer – suspiró.
– ¿Cómo supiste que querías ser maestra? – le preguntó extendiendo sus brazos en el escritorio, Sabrina volvió a sonreír mientras tomaba sus manos.
– Amo enseñar casi tanto como amo aprender – respondió acariciando el revés de sus manos – solo combiné la mayoría de cosas que amo hacer – rió. Christina asintió sin poder dejar de sonreír, sonreír gracias a Sabrina – ¿Y tú, Chris? ¿Cómo supiste que querías ser psiquiatra? – repitió su pregunta – es una profesión muy compleja – Christina se encogió de hombros.
– Es cierto – respondió – es extraño porque hasta el último año de preparatoria no sabía qué hacer con mi vida – suspiró – o en realidad sí sabía, solo que no lo tenía muy claro –
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Christina Darcy.
Novela JuvenilSabrina nunca imaginó que, acompañar al pequeño hermano de su novio, con la excusa de sufrir secuelas debido a la muerte de sus padres, al doctor, también la llevaría a la vida de una mujer sin brillo en sus ojos que aparentaba ser feliz. Sabía que...