Un leve ruido me hace despertar, pero aun mantengo los ojos cerrados. Logro alcanzar el móvil y lo desbloqueo, abriendo un ojo para ver la hora.
3:37 am.
Bostezo y decido mirar mis notificaciones en las redes sociales. Me entretengo un rato hasta que por el rabillo del ojo veo un ligero movimiento al otro lado de la habitación, dejándome petrificada y sintiendo una oleada de pánico pasar por mi cuerpo.
Bajo el móvil a mis piernas y veo al hombre detrás de mi ventana, vestido por completo de negro y la capucha que tiene le cubre y oscurece el rostro, está en mi balcón, quieto mientras me observa y con tan solo un solo pedazo de vidrio separándonos.
Veo como saca algo de su bolsillo de la sudadera y cuando lo tiene en la mano noto que es un móvil. Parece escribir algo y al instante el mío vibra. Miro mis piernas y leo el mensaje en el cuadro de notificaciones.
Eres más hermosa durmiendo, pareces un ángel.
Alejo mi vista de la pantalla, sintiendo como mi corazón empieza a palpitar con una ferocidad inigualable, sintiendo como a pesar de eso la sangre abandona mi cuerpo, al mismo tiempo que empiezo a ver su silueta borrosa por las lágrimas que se empiezan a acumular. Llega otro mensaje y al leerlo tomo una gran bocanada de aire.
No. Mi amor no llores por favor.
Veo como el desconocido guarda el móvil al mismo tiempo que yo me aferro más al mío, sacando lentamente una pierna de la cama. La masculina silueta se acerca más a la ventana y la empieza a tratar de abrir, el pánico recorre con más rapidez mi cuerpo, las manos me empiezan a temblar y me encuentro jadeante.
Lo forcejear con la ventana y en ese momento saco el otro pie y salgo corriendo de la habitación. Cruzo el pasillo para que mientras aporreo la puerta de mi hermanastro un nudo se instale en mi garganta, con las lagrimas descendiendo sin fin por mis mejillas.