Las lágrimas se acumulan en sus ojos. En los míos ya han caído.
El camina hacia mí y me toma del rostro antes de besarme tiernamente, reposando su frente junto a la mía al separar nuestros labios. Gimoteo.
—Voy a cambiar mi amor por favor dame otra oportunidad ¿acaso ya no me amas? —dice con voz lastimera.
—Sabes que no es eso, pero nuestra relación se esta volviendo muy toxica y deberíamos dejarlo antes de que empeoremos las cosas. —digo.
Fred me abraza y me acurruco a él.
—No te quiero dejar—siento unas gotas en mi cuello. Sollozo. —. Cambiare por ti. Noah no quiero estar sin ti. Lo nuestro no es toxico porque si lo fuera no hubiéramos regresado la última vez. Cambiare, lo prometo.
Esa fue la tercera vez que habíamos terminado. Han pasado cuatro rupturas más desde entonces. Yo lo sospechaba, los rumores lo confirmaban, lo acepto y lo niego a la vez. Estoy atrapada en algo toxico, algo que dejo, pero luego regreso, algo que odio, pero que amo y extraño cuando estoy lejos.
El pueblo es pequeño. Fred es hijo de la reportera de aquí y un candidato a la presidencia; yo soy hija de una fotógrafa extranjera exitosa y un padre inexistente. Mi madre siempre llamo la atención por ser madre soltera, por no relacionarse con mas mujeres que la Señora Henderson y la hermana de Carlos. A lo que quiero llegar es que ser hijos de ser esas personas hacen que los rumores sobre nosotros corran. Los que mas escucho es cuando dicen que Fred es muy misterioso, del porque se mete tanto en problemas si su familia se ve muy estable, el porque esta con la chica rara antipática, que nuestra relación era muy linda pero ahora parece "mala", que ambos somos sospechosos, misteriosos, que escondemos algo muy grave, que tal vez estemos enfermos... entre otras cosas.
No es que las personas no se me acerquen, antes siempre lo hacían, pero desde que tengo doce años de edad y estuve un día sola en el bosque descubrí que estar sola y lejos de personas era lo mejor del mundo: el silencio, lo bien que se siente estar en tu propio mundo, que si es posible el único sonido sea el de tu respiración. El único que se quedo fue Fred, a los 15 empezamos con las citas, a los 16 ya éramos novios y también perdí mi virginidad, diría que no he estado con mas personas que con él, pero... él se acuesta con otras así que, ¿Por qué no poder hacerlo yo también?
Abro la segunda puerta y subo unas estrechas escaleras que me llevan al techo de la preparatoria. Miro hacia atrás la oscuridad que he dejado a pesar de que aun es de mañana y regreso mi vista al frente para abrir la puerta roja de metal. Y de un abrir y cerrar de ojos ya estoy en la azotea.
Desde aquí se admira la sombra del reloj del parque, con el amanecer de fondo, brindando colores amarillos, rojos, anaranjados y celestes; mezclándose con las rojas y marrones hojas de los árboles que se mecen al compás del viento purificado que rodea al pueblo.
Inhalo y exhalo mientras camino para llegar a la orilla. Aquí, aunque sea corto la tonalidad de los colores del cielo se vuelven mas intensos, el aire te golpea mas fuerte, las personas de abajo son visibles y la sensación de soledad se hace mas fuerte, abrazándote y acunándote; dejando que el único sonido que te acompañe sea tu respiración.
Miro el móvil, aun falta quince minutos para el toque de inicio a clases.
Me dejo caer al suelo, tomando mi tiempo para inhalar y exhalar, haciendo la cabeza hacia atrás para recostarla en la pared mientras cierro los ojos.
La sensación de que me miran vuelve a aparecer. No estoy sola y el sonido de una lata cayéndose me lo confirma. Abro los ojos de golpe.
El chico me mira nervioso. Es de aproximadamente mi misma estatura, un poco gordo, facciones demasiado blandas como para ser de alguien masculino, ojos grandes y negros como los de un búho, tez blanca, con la mitad del rostro lleno de acné, cabello castaño con rojo demasiado corto y una gran pulsera de hule en la muñeca.
—Pe-per-do-do-name. —tartamudea.
Su voz tiene tintes chillonas. Debe tener quince años.
—¿Estas nervioso o eres tartamudo?
El chico me mira atónito por alguna extraña razón.
Repito la pregunta, haciendo pausas largas como si estuviera hablando con un marciano o un retrasado mental. Aunque tal vez tengo experiencia en eso: Fred es un tarado.
—Soy ta-ta-tarmu-mu-do. —lo miro un rato.
Sonrió para mi misma. Es nuevo.
—Bueno. Eres tartamudo no sordo así que escúchame. Este—hago un gesto con la mano, señalando la azotea. —, es mi espacio. Me gusta estar sola y si quieres una hermosa vida en esta preparatoria será mejor que te vayas.
—Pe-pe-per-pero me-me —lo veo molestarse por su tartamudeo. Desguinda su mochila de sus hombros para sacar un sobre blanco y una bolsa marrón. Carraspea. —. Te envi-vian e-e-est...
Me levanto, interrumpiéndolo porque de aquí a que termina de hablar ya termino del día. Me entrega el sobre y la bolsa. Saco mi móvil, entro a la aplicación de notas y se lo extiendo. El me mira confundido.
—Escribe quien y como es el que me envía estas cosas por favor.
El asiente rápidamente y empieza a escribir. No quito mi vista de él. Al cabo de unos minutos me entrega el móvil.
No sé quién es ya que yo también lo acabo de conocer. Me intercepto en el autobús, me pregunto si estudiaba aquí y le dije que yo no pero mi hermano si, después me pregunto por ti y le dije que si sabía quién eras, pero solo de lejos y por lo que me han contado. Me entrego las cosas y me dijo que te entregara esto, me dijo que era un amigo de la infancia, que se conocen desde pequeños y otras cosas que no recuerdo. Cuando le iba a preguntar su nombre y el que tenia las cosas el ya no estaba.
No mire dentro tranquila, pero me dijo que era importante.
Despego la vista de la pantalla para preguntarle al chico que describiera el físico del que envía esto, pero el ya no está. Miro detrás mí y todo está despejado. Las campanas suenan, avisando que ya debemos entrar. Miro el sobre y la bolsa que yacen en mis manos.
Abro la bolsa primero.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.