La sangre brota sin cesar del brazo que sostenia mi mano anteriormente. Miro hacia atrás para ver como una camioneta se aleja a toda velocidad. Las maldiciones y gritos de Fred me hacen desgarrar mi ropa y llamar la atención de su madre que sale corriendo de su casa. Unas lagrimas se instalan en mis ojos.
—Por favor, tranquilo, vas a estar bien, vas a estar bien. —digo más para mi misma intentando detener el sangrado con el amarre que le he hecho en el brazo con mi ropa.
Me abrazo a su brazo llevándolo adentro de su casa donde su madre me empuja haciendo que caiga al suelo para llevarlo a la cocina con urgencia.
Le envió un sinfín de maldiciones a mi linda suegrita y entro a la cocina donde ella llama a emergencias. El me mira a los ojos con muecas de dolores y mi respiración se agita más, el temblor regresa y me obligó a que no salga ninguna lágrima. Lo logró y camino hacia el.
Año y medio en cursos de Emergencia.
¡Por supuesto! ¡Al fin le atina mi abuela para meterme en uno de sus tanto cursos!
—Tranquila. Estaré bien. —se queja Fred al ver que me quedo inmóvil frente a el.
Empiezo a buscar la metodología de como sacar balas en mi mente, rebuscando toda la información del curso.
Escucho los gritos de su mamá del otro lado de la puerta llamando a la policía y la ambulancia.
Me acerco más a el y tomo su rostro entre mis manos para besarle castamente. —Confía en mi, sacaré la bala de ahí.
Digo casi entrando en pánico, con la mandíbula apretada y el rostro mostrando toda mi preocupación. Esto no debe ser así... Debo averiguar quién es la persona detrás de esto.
El asiente nervioso y rápidamente me separo de el para buscar en todos los cajones herramientas mientras el se presiona la herida, para que la hemorragia no crezca más. Tomo dos platos hondos, una toalla de manos. Salgo y voy corriendo al baño por el botiquín. Saco las pinzas, las gazas, el alhocol y el algodón.
Tomo un poco de alcohol y lo hecho al primer tazón para que las pinzas se esterelizen. Le pido que deshaga el amarre mientras yo lleno de agua el otro tazón. Me pongo de rodillas a su lado después de verlo un poco nerviosa por hacer esto y empiezo a limpiar la sangre: oprimiendo, remojando en el tazón, exprimiendo y volviendo a oprimir en la herida.
La sangre sigue brotando pero ya visualice la bala. No está tan onda.
Escucho más gritos del otro lado. No me sorprende, a ella sólo he visto sonreír en televisión; no le importa nada más que su carrera.
—Necesitarás algo que morder mientras retiro la bala, Fred.
El aprieta la mandíbula antes de decir entre dientes y con furia, viendo un punto fijo. —. Sólo hazlo.
Beso su mandíbula y tomo las pinzas, tiro el agua sucia y la cambio.
Fred suelta una gran maldición cuando adentro las pinzas y no se como madres le hice, les juro que yo sentia que me iba a desmayar o iba a entrar la Señora Reporterita para matarme pero no. La bala ya está en mi mano.
Levanto la vista para ver a mi chico que está aguantandose el dolor. El rostro enrojecido de excitación y dolor, las venas marcandose en el cuello y brazo sano, el puño cerrado y la mandíbula apretada. Dejó la bala en un tazón nuevo al ver que la hemorragia crece.
