Recuerdo II

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Steve Rogers es el hombre del cual te estás enamorando 



No es que no supiera lo que era el sexo casual, pero, él pensaba que entre ambos había algo más. En varios meses lo habían hecho tres veces, la primera en la torre de los vengadores, la segunda en un edificio abandonado, la tercera en el avión privado del millonario. Sin embargo, todos habían sido encuentros apresurados. Él se había dejado seducir por un hombre que conocía su propio cuerpo y aceptaba tener relaciones con él como una simple extensión de sus habilidades.

Durante las reuniones, seguían siendo los mismos, nada había cambiado, ni los comentarios sarcásticos, ni las malas palabras, ni la intención de hacer al mundo un lugar mejor. El empresario era un hombre orgulloso, podía dedicarle largas miradas al soldado pero nunca decía algo.

El Capitán Steve Rogers estaba enloqueciendo, antes de Stark, él nunca se hubiera imaginado lo bien que podía sentirse estar con un hombre, no obstante, él desgraciadamente era de los que se enamoraban. En algún momento él simplemente empezó a desear que lo suyo no se limitara a sólo a eso, a anhelar tiempo para ambos. Él siempre había sido aquel joven caballero de Brooklyn, y sabía que el sabelotodo científico siempre había sido un playboy. Había sido rechazado antes de que la simple idea se materializara en su mente. Aún así él nunca había sido un cobarde.

—Tony —le sostuvo del brazo cuando se lo encontró en el pasillo de camino a un evento —tenemos que hablar.

—Dime —respondió sin inmutarse al tiempo que se detenía frente a él.

—Me refería —desvío la mirada un poco incómodo ante la presencia de la gente—, en privado.

—Muy bien, sígueme —guiándole hasta una sala de eventos vacía sin cuestionar sus intenciones.

Tras cerrar la puerta, las cosas se descontrolaron, el héroe de hierro malentendió la invitación y de alguna forma el aplasta comunistas terminó empujándose dentro de un ingeniero sentado sobre la mesa central. Cuando el encuentro estaba por finalizar, Steve Rogers reaccionó ante el hombre que respiraba pesadamente debajo de él con la mirada perdida en el deseo. Sí, lo sabía, era a él a quien quería.

Atacó sus labios sin piedad por primera vez. Cayó en cuenta de que aquella boca no era como la de una chica en absoluto. Y ese beso no sería tierno. Era una lucha por el dominio que sin embargo el otro aceptó sin problemas. Su lengua comprendió el placer que había en debatirse con otra. Sus sentidos percibieron aquellos labios suaves, juguetones, que cedían ante sus succiones y mordidas. Un beso cálido, en sumo desesperado que estimuló cada milímetro de su piel.

—Sal conmigo —murmuró, separándose apenas unos centímetros de su rostro, finalmente lo había dicho.

Por única respuesta el de abajo sonrió con malicia tras un bufido y tomándole de las mejillas le atrajo para continuar en lo que habían quedado.



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Steve Rogers es un esposo perfecto | StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora