9. Jeondae - Ri

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Después de aquella desgarradora confesión, juntos, habían decidido recurrir a todos los templos de Corea, seguros de que agotarían los últimos recursos. La siguiente parada, sería una decisión peligrosa, pues su mejor oportunidad se encontraba en el templo Jeondae. El viaje de 7 días había sido mejor de lo que esperaban, los moteles y hostales mejoraban a medida que se encontraban más cerca de la ciudad teniendo agua caliente y camas más cómodas a cada paso.

Yoongi ahora tenía la costumbre de revisar a Jimin todos los días, de asegurarse que la tinta seguía allí evitando que muriera. Tal vez era el sentido de supervivencia o el cariño que tenía por Jungkook el que le hacía cuidar del menor de aquella forma, porque se negaba a aceptar cualquier otro tipo de sentimiento.

De nuevo se encontraban frente a una maciza puerta de piedra en un lugar que olía a flores y bosque a las afueras de la gran ciudad. Juntos empujaron las grandes puertas, encontrando a un joven meditando en la mitad del recinto. Sus corazones no eran capaces de creer lo que veían, el chico estaba tatuado al igual que ellos, pero su marca sólo estaba allí en el antebrazo a punto de desaparecer.

— Tardaron mucho, esperaba verlos antes. Por poco y me quedo sin tinta para recibirlos.

La pareja se miró entre sí, sorprendidos. — Si ustedes me dan respuestas — afirmó el joven monje — Yo les daré preguntas.

— Las razas antiguas, que tienen que ver con la tinta. — Cuestionó inmediatamente Yoongi sentándose enfrente del monje siendo seguido por Jimin. — Los Dihantar son los mensajeros, los tachet destructores pero... ¿los demás? ¿A quien pertenecen? ¿Mensajeros de que?

— Calma muchacho. Si no invocas a los destructores tendré suficiente tiempo para responder.

Jimin se mantenía en silencio admirando el lugar, aún le daba vueltas en su cabeza a la palabra dihantar. ¿Sería él una criatura como los monjes o como esos Ángeles de la muerte ? Sintió un extraño llamado hacía un lejano mural, notando la ansiedad de Yoongi por respuestas, decidió dejarlo. Levantándose sigilosamente hacia la gran pared.

La pintura fácilmente podría lucir como un Miguel Ángel, pero si éramos precisos estaba retratando el Apocalipsis. Esta vez no había caballos sólo la muerte contra los seres de luz. Tentado a sentir la textura de la pintura bajo sus dedos, se acercó a tocar y en cuanto posó su mano todo desapareció.

Yoongi escucho de nuevo aquel grito, ese que se había hecho presente el día en que conoció a Jimin, espantado buscó al menor observándole en el suelo al lado de una imponente pintura.

— ¡Jimin! — Le llamó corriendo hacia él — ¡Despierta! — masculló mientras lo sacudía — ¡Jimin! ¡Despierta! — gritó antes de caer en la desesperación.

Una blanca y delgada mano se posó sobre su hombro — Ya regresará — Le aseguró — Sígueme. Tendremos tiempo para hablar.

Corto pero ¿Importante? No quiero capítulos demasiado largos porque me aburro. ¡Los quiero mucho! Nos leemos pronto.

El chico del tatuaje «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora