18. Regresar

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Jimin se encontraba en la camilla recorriendo con la yema de sus regordetes dedos las cicatrices, ahora no existía tinta que tapara todo el desastre que el último año había dejado en su cuerpo. Las marcas más recientes, brillaban sobre su pecho, provocándole un pequeño dolor. Tendría de por vida los rectángulos que pertenecían a las dos paletas de reanimación que le devolvieron a esta tierra, justo antes de que cruzara aquel puente blanco que había aparecido en sus sueños. 

Un leve ronquido le sacó una sonrisa, girando para ver a Yoongi sentado en una silla, muy cerca de su cama, con la boca abierta y la cabeza hacia atrás. 

— ¿Mochi? — preguntó la suave voz de Jungkook en la puerta — Tienes...tienes que dejar de traerme al hospital de esta forma... ¡Moriré joven por tu culpa! — aseguró, acercándose cauteloso para abrazarlo. 

En tanto se encontraban en el caluroso contacto, los demás entraron a la estancia luciendo brillantes sonrisas y aguantando una carcajada por la posición en que Yoongi dormía. El menor sonrió de vuelta, tanto que sus ojos se escondieron. La felicidad que le embargaba era infinita ¡Estaba vivo! y ¡No era por la maldita tinta!. 

La voz de Hoseok llamó la atención de los presentes

— ¡¿Cuántas cicatrices?! — chilló asombrado, haciendo una mueca de dolor. 

El pelinegro río antes de contestar — Pues... son muchas pero... mis niños están bien. 

— ¿Mis niños? — preguntó Namjoon con verdadera curiosidad. 

— Yo... — se tocó sus mejillas sintiéndolas calientes — Me fui a Bután como voluntario hace un año. A mi cuidado estaba un grupo de niños entre los 2 y los 6 años. Eran hermosos, los quería tanto. Una noche un loco entró...— tembló levemente recordando — el tenía un cuchillo en su mano y trató de agredir a los pequeños, cuando logré esconderlos a todos, se enfureció y me atacó. 

Un ¡Oh! generalizado se escuchó en la habitación, Jungkook era el único que sabía la historia, así que se acercó más a él y le apretó la mano en un intento de infundirle valor. 

— Fue muy doloroso, creí que había muerto hasta que desperté en un hospital días después. Tenía vendas por todas partes y un doctor me dijo que no viviría más de un mes, que las heridas, habían sido fulminantes y que ese tiempo sería prácticamente un milagro — La esperanza brilló en sus ojos, acompañada de unas pequeñas y temerosas lágrimas en las mejillas de Taehyung. 

— Cuando salí del hospital logré que trasladaran a los pequeños de aquel lugar y me crucé con ese extraño monje, no se cuantos días estuve allí, solo recuerdo que amanecí lleno de tatuajes y muerto del frío en un templo, así que espantado salí corriendo y antes de cruzar la puerta alguien me gritó "Si eres fuerte y cumples tu tarea sobrevivirás cuando la tinta se haya ido"— suspiró — Como todo fue tan extraño decidí regresar a casa, no tenía otro lugar a donde ir. 

Jin estrujó el brazo de Namjoon, reteniendo las ganas de abrazar a Jimin, pues genuinamente deseaba que el menor no haya tenido que pasar por aquel calvario. El moreno a su lado acarició la delgada mano y habló

— ¿Te eligió de la nada? ¿ Así como así? 

La gruesa voz de Yoongi interrumpió la respuesta

— El sacrificio era necesario para obtener los tatuajes. Tenías que haber dado tu vida por alguien más para que la tinta funcionara.

Hoseok lo miró molesto. ¿Cómo es que no le había contado esto?, con el ceño fruncido cuestionó 

— ¿Y eso lo sabes por qué...? 

— Yo casi muero salvando a una pequeña junto a su madre, por eso me regalaron la tinta — Exhaló acomodándose en la silla y tronando su cuello — Estaba revisando unos proyectos para una ONG en una alejada provincia de Japón. Hubo un incendio en una casa y había una mujer junto a su hija atrapadas adentro... Era una aldea muy pobre, los bomberos tardarían al menos media hora en llegar. Decidí entrar y logré sacarlas, pero, cuando iba a salir una viga me cayó encima. Desperté en una de las casas del pueblo lleno de tinta. 

Jimin lo miró con extrañeza, pues en todo el tiempo que habían compartido jamás notó las cicatrices, además era la primera vez que escuchaba la historia del mayor.

 Ante los ojos curiosos Yoongi retiró la camisa de manga larga que lo cubría dejando ver los puntos que se repartían por todo su cuerpo junto a la gigante decoloración que ocupaba toda su espalda. Pues sus tatuajes también se habían ido por completo. — Ahora que lo han escuchado, ¿Podrían dejarnos solos un momento? — pidió con voz algo avergonzada y tal vez ¿Arrepentida? 

Los demás hicieron una mueca, aún no entendían muy bien toda esta cosa mágica que los rodeaba y la relación de ese par hacía todo más confuso, así que sin reproche dejaron la habitación. 

— Jimin yo... — intentó decir el mayor poniéndose la camisa y sentándose en la cama lo más cerca al menudo cuerpo. — ¿Podrás perdonarme? — soltó con la voz estrangulada y tomando entre sus manos los rechonchos dedos del menor. 

El pelinegro sintió nostalgia por todo lo que había sucedido, algunas lágrimas se apoderaron de sus ojos y comenzaron a derramarse por sus regordetas mejillas. Yoongi abrió los brazos, atrapando al menor en un apretado abrazo mientras olía su cabellera y daba suaves besos. No necesitaban hablar mucho, todo había sido dicho en algún punto o tal vez su comunicación siempre fue más tácita que explicita.

Jimin suspiró contra los pectorales contrarios y con su voz ronca por el llanto preguntó — ¿Se acabó? 

El mayor se separó para mirarle a los ojos sonriendo de forma pícara y completamente enternecido por la vista — Si, la tarea se cumplió y yo me enamoré de ti, así que no necesitamos más tinta para mantenernos vivos. 

¡Mis amados lectores! ¡Llegamos al final! ¡Gracias! De verdad gracias a cada una de las personitas que me acompañó en este viaje. ¡Los quiero mucho! ¡Les deseo éxitos y felicidad! ¡Rían sin moderación y nos leemos en el epílogo!... mmm aunque hablando de epílogo ese vendrá como en un mes porque me voy de viaje... aún así no olviden que los quiero. (^3^) 

El chico del tatuaje «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora