Capítulo ocho: Manchas de rencor.

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La noticia de que Trafalgar Law y Monkey D. Luffy fueran pareja, se extendió por la preparatoria como el espuma de la leche hirviendo. Las semanas pasaron y la hermosa relación de ellos dos era de envidiar, los hermanos del menor, amenazaron a Law, con sus celos sobre protectores, que sí el monito terminaba llorando, lo buscarían hasta los confines de la tierra, por su parte, Lamy, había hecho buenas migas con Luffy, haciendo un complot contra Law para burlarse de él.

De la familia de ambos, no se decía mucho y aún así los padres de ambos aceptaron la relación, vamos, que no eran unos conservadores que pretendían vestir hasta los tobillos y cuello a los chicos, que se casarán hasta que tuvieran un postgrado y eso. No, para nada, para ellos, lo más importante era la felicidad de ese par de muchachos.

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— No entiendo que tiene Luffy —recorrió con sus manos su escultural cuerpo— que yo no —sorbió un poco de su jugo de caja y miro recelosa a la pareja que estaba jugando como un par de críos, dándose zapes—. ¡No los soporto!

La chica a su lado, rodó los ojos por enésima ocasión, desde que esa relación se había vuelto pública, la pelinaranja no paraba de mencionar que ellos esto, que Luffy aquello, que Law el otro. Vivi, quién en esa ocasión había aceptado acompañar, de mala manera a Nami a tomar el desayuno, estaba hastiada de todo lo que comentaba la chica.

— Sí tanto me molesta —canturreó la chica con educación aunque en el fondo tenía algo de aspereza—. ¿Por qué sigues con ellos?

— Al enemigo cerca, Vivi —musitó con evidente fastidio, chasqueando la lengua.

El que Nami fuera una arrastrada y que hubiera bajado ya varios novios, no era algo fuera de lo común de comentar, la chica, de sexto semestre de prepa, era conocida por su avaricia y su sed de destruir cualquier cosa buena que pasaba por sus manos, los demás alumnos de semestres inferiores, se cuestionaban que como era posible que Luffy, tuviera como mejor amiga a Nami. El que uno fuera de cuarto y otro de sexto, no era lo raro, si no las personalidades y formas de ser tan distintas.

La chica peliazul, de segundo semestre, harta de la hipocresía de su mejor amiga, se levantó de la mesa y se dirigió de nuevo a su salón. Ya le había dicho de mil y un maneras que ese comportamiento no le llevaría a ningún lugar, y como siempre, sólo recibía por respuestas que la chica le mandará al carajo y le mostrase el dedo de en medio con mofa.

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Las vacaciones habían llegado imprevistas, y los chicos se frecuentaban con más insistencia. Cada vez más cerca, cada vez más juntos.

— Ah, Nami se irá del pueblo —comentó Luffy jugando con la pajilla de batido de fresa— ahora sólo estaré con Viví —dijo con aflicción— Zoro y Sanji ya están en la universidad —alzó los brazos con entusiasmo y agregó—: ¡Este es mi último año, Torao!

Sonrío de medio lado sorbiendo un poco de su café negro sin azúcar. Él también tenía algo que decirle a Luffy, así que espero a admirar unos segundos más el rostro del menor para empezar a hablar.

— Yo también me iré por un tiempo —espetó mirando los ojos sorprendidos del menor—. No te preocupes, trataré de estar aquí el día último del mes —sonrío y le acarició una mejilla con cariño—. Nunca voy a poder olvidarte, Mugiwara-ya.

La aflicción se notó en los gestos del chico, primero sus mejores amigos, luego Nami y al mismo tiempo Torao, el mayor le explicó que iría a unos congresos de medicina, que le servirían mucho en su carrera como médico. Sí de algo estaba muy en claro, es que él no sería obstáculo para Law de hacerse de los conocimientos que quisiera. Siguieron disfrutando de sus bebidas bajo el intenso calor de verano, aunque para Monkey, Trafalgar estaba loco por beber café cuando el termómetro marcaba cuarenta y dos grados Celsius de temperatura.

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— ¿A dónde dices que irás? —Preguntó el monito balanceado sus pies en la cama de Torao.

— A Flevance —contestó volviendo a chequear su maleta de viaje, repasando una y otra vez la lista que tenía en la mano, no tenía que olvidar nada.

— ¡Qué coincidencia! —Espetó con entusiasmo y riendo de aquella forma tan particular—. Nami también estudiará ahí. Ella quiere ser cartógrafa.

Law mencionó algo como genial y siguió con su chequeo exasperante, a Luffy eso le daba bastante risa, y ternura a la vez. La cara concentrada de Law, no distaba mucho de sus habituales facciones marcadas y recias, como si siempre estuviera enojado. Siempre se preguntaba cómo habían terminando juntos, y siempre le echaba la culpa al destino. Sí, no existía otra manera más simple de resumirlo.

— Te voy a extrañar mucho —suspiró y miró con nostalgia las facciones aniñadas de Monkey—. ¿Me esperarás, verdad?

— ¡Siempre! —Dijo—. ¡Te quiero mucho, Torao!

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Sí le preguntarán cual fue su artimaña en esa ocasión para conseguir dicha información, no la revelaría tan fácil, y seguramente le cobraría una jugosa cantidad. Y sí, Nami, la futura cartógrafa más reconocida, estaba espiando al chico desde hace un tiempo, bueno, más bien acosando bajo la nefasta mentira de hacer algo especial por su mejor amigo.

— Eres una desgraciada —escupió el chico pelirrojo al darse cuenta de la sandez tan grande que haría.

— Eres cómplice de esto —articuló ofendida— es tú mejor amigo y no harás nada, Kid.

— Tienes una muy buena pinta de mejor amiga —dijo con irritación— y aunque le diga algo a Law —la miró de arriba abajo, sintiéndose asqueado— ese tal Mugiwara te defendería —dijo—. Él sí es un verdadero amigo. Lástima que esté al lado de una zorra como tú.

— Oh, vamos —se levantó de la cama, cubriendo su desnudo cuerpo con la sabana y pateando las latas de cerveza vacías a los lados para poder descubrir donde estaba su ropa—. Lo has disfrutado a lo lindo y ahora te haces el mojigato —le devolvió la mirada con repulsión— eres igual o peor que yo. 


Continuará...


Creo, realmente, creo que ya se va entreviendo el problema de estos dos. 
¡Nos estamos leyendo!

Extraños conocidos. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora