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Algo así como una semana siguió todo como venía sucediendo, Ellie usando vestidos que no le gustaban, las damas de compañía de Christine tironeando de su cabello como si pudieran hacerlo crecer de un momento a otro, Ellie intentando mirar al otro lado de la muerta, el rey haciéndole preguntas que pasaban de ¿Qué se siente ser un agente del mal? Hasta ¿Qué es un teléfono celular?, Christine con su mala actitud, la ausencia de tecnología, la preocupación por sus padres y sus "hijos" como llamaba a sus mascotas, la frustración de no poder salir ni siquiera a los jardines sin tener a alguien que la vigilara, perdida en el aburrimiento incluso solicitó que le dieran al menos un cuento para niños para poder leer algo, pero en vano intentó descifrar los símbolos que habían en el libro, estas personas escribían en un código que Ellie no entendía y que no se parecía a ninguna lengua moderna que ella conociera, al menos así le explico a Karinoth cuando el rey le hizo una invitación a almorzar un día jueves en un intento de sacar más información a Ellie que solo termino en una especie de cuenta cuentos por parte de Ellie a los demás comensales sobre la leyenda de Arturo y los caballeros de la mesa redonda, todo gracias a que a la chica no se le ocurrió mejor momento para decirle decirle Merlín a Karinoth delante del rey en vez de llamarlo por su nombre, lo único que hizo fue despertar la curiosidad de ambos que empezaron a preguntarle más cosas, a ella le encantaba explicar de las cosas que conocía, pero ya se sentía agobiada después de casi una semana de responder preguntas a diario.

En medio de toda esa montaña de preguntas y frustraciones, Ellie encontró una nueva forma de distraerse, y no era intentar averiguar qué había del otro lado de la puerta. Durante los primeros días de esa semana intento con muy poco éxito hacer movimientos conscientes de sus alas, hasta que mientras se despedía de Karinoth este le dijo en voz muy baja que tal vez funcionaria no intentar moverlas por si solas, si no imitar el movimiento que deberían hacer con sus brazos, y así lo hizo, ese mismo día en la noche, luego de quitarse el vestido, se paró en camisón mirando hacia el escritorio y la ventana interior de la habitación, y, arrugando la cara como si algo le doliera, levantó los brazos lentamente intentando concentrarse en mover sus alas, cuando lo hubo logrado se cubrió las mejillas con las manos cerradas en forma de puño y tiró una risita casi nerviosa, como si fuera una niña pequeña, se tranquilizó de su emoción diciendo –O.K... O.K..., otra vez- moviéndolas cada vez más rápido juntos con sus brazos, hasta que pudo, al siguiente día, extenderlas en toda su envergadura por sí solas, sin necesidad de una guía o de algún tipo de esfuerzo.

Al fin llegaba el domingo y Ellie empezaba a entender el por qué del entusiasmo de la gente a asistir a tal reunión. La noche anterior a la feria de domingo, como solían decirle, Mary, Alice y Tina le dejaron sobre la cama un vestido rojo oscuro con detalles plateados en los bordes, y por primera vez le trajeron unas botas de caña alta de cuero marrón diciéndole que al día siguiente les esperaba una mañana muy húmeda, se disculparon porque no combinaban, por ser marrones, pero tenían hebillas plateadas, y por el vestido no se iban a ver. Cuando salieron, Ellie miró a Alice que parecía negarse a retirarse de la habitación abrazando un bulto de tela oscura.

-¿Sabes? A mí también me incomodan los vestidos- decía mirando hacia el suelo, un poco apenada –mira- y se levantó el vestido y el camisón mostrando que llevaba algo más debajo, no era un pantalón, era una especie de bermuda hecha con la tela de un camisón, Ellie sonrió con disimulo –empecé a usar cuando era niña, nadie me prestaba mucha atención, así que me colaba en la habitación de John y jugaba con su ropa, un día me sorprendió usando uno de sus pantalones viejos, y me lo dio, tuve que hacer este porque aquel ya no me quedaba- finalmente levantó la mirada del suelo intentando disimular una sonrisita inocente -el único que lo sabe es él- dijo mientras se sonrojaba.

-Y debo suponer que John y tú comparten más de un secreto- afirmó Ellie acercándose un poco a la chica.

-No le digas a nadie- le pidió en tono de suplica.

MoldavitaWhere stories live. Discover now