Adiós

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Arranqué, mi moto salió a toda velocidad, frente a mí, la carretera, interminable, un paraíso.
El frío se colaba entre mi ropa pero yo no lo sentía, solo podía percibir el olor a neumáticos quemados, el ronroneo de mi moto cada vez que aceleraba, "un poco más" pensé, y volé rápido sobre el asfalto, casi no veía el paisaje, clavé la vista en el final de la ruta y continué, arriesgando en cada curva. Era maravilloso sentirse tan libre, tan bien. "Ya no queda nada" me repetía en mi cabeza.
Al fondo, un gran muro se levantaba imponente.
Me acercaba estrepitosamente hacia él, cerré los ojos y respiré profundamente, por última vez. Casi no me dio tiempo a escuchar el impacto, por fin, todo se había terminado.

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