Capítulo 6: "I. Estupidez"

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El hombre sentado frente a él no era su mejor amigo.

No.

Ese joven adulto de semblante siempre desinteresado e informal, de mirar esquivo y frío, y de personalidad tan calculadora no estaba sentado frente a él. Porque éste hombre, él que se sentaba frente a él, sumiso, con la mirada gacha y el cuerpo encorvado no era su orgulloso y prepotente mejor amigo.

No era el  Matthew Lizardi que Neal conocía.

La mirada perdida, nostálgica y reflexiva, el semblante abatido y ultrajado, totalmente dominado, totalmente aplacado no era el de quien conocía hace ya muchos años.

Abrió la boca para decir algo. Lo que sea, pero nada salía de él: Puesto la impresión había sido tan grave que había dado sin palabras. No había que pudiera decir que le hiciera justicia a lo que Víctor había logrado convertir a Matthew.

¿Qué tuvo que hacer para que Matthew se convirtiera en... en esto?

— Amigo... — comenzó recogiendo su quijada del suelo. Podía ver desde su posición, a poco más de un metro, cómo las muñecas de Matthew estaban moradas sobre la piel pálida casi mortecina con motas púrpuras y verdes. Tenía el tatuaje de la brutalidad plasmado alrededor de las muñecas, y Neal sabía lo que le había causado esas marcas. — ¿Matthew? — volvió a llamarle al ver que Matthew no respondía, puesto estaba demasiado perdido en sus cavilaciones como para prestar atención a algo más que no fuera sus propios pensamientos. Matthew lo miró por fin. — Hola. Bienvenido... ¿Qué tal el viaje?

El mayor torció los ojos.

— Cállate la boca, Neal. — el pelinegro se carcajeó con fuerzas.

— Déjame ver eso.

— Vete a la mierda.

— Anda. Ven... — le pidió una de sus muñecas estirando una mano. Matthew ya cansado, prefirió dejarle ver la maldita cosa para que lo dejara en paz de una buena vez. Neal tomó su antebrazo y examinó los colores en la piel. Silbó decrecientemente. — ¿Así de bruto se pone?

Matthew lo chistó y no respondió. En cambio desvió la mirada a otro lado mientras su amigo hacía exploración profunda de las terribles marcas que Víctor había dejado en él.

Hacía dos días que no lo veía ni sabía nada de él. En un principio, cuando llegó a casa y retomó su "Vida normal", pensó que todo lo sucedido había sido solo un sueño, una pesadilla, no obstante, había hecho falta solo que echara un vistazo a sus nalgas, piernas y muñecas para notar como, evidentemente, todo aquello no había sido producto de un mal sueño.

Había sido real.

Pero lo que le asustaba no había sido eso. Por supuesto que no. Lo que le había aterrado y aun le perturbaba era que a él le había gustado...

Retiro su mano de entre las del curioso Neal.

— Me dijo que aún no había sido duro conmigo. — Confesó — Y ahora estoy dudando de que toda la mierda de la asexualidad haya sido porque nadie nunca me había maltratado así — Matthew se aseguró de evitar mencionar la afeminación "sufrida" por el bien de su orgullo masculino. — Suspiró y dejó caer los hombros nuevamente — No sé cómo tomarme todo esto...

Sin embargo, no podía negarse a sí mismo la obscena cantidad de placer que la había producido el que Víctor lo tratara como una mujercita.

— ¿Y qué? ¿Vas a cancelar el contrato?

Matthew lo miró.

— ¿Puedo hacer eso?

— No lo sé... Quizá. Si él rompe alguna cláusula del contrato podrías terminarlo y además, él tendría en indemnizarte...

Nueve Pecados©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora