La rabia bullía en su interior.
Más las lágrimas de impotencia que se arremolinaban en sus ojos no permitían que el sentimiento destructivo que florecía en él se desatara contra todo y todos los que se le cruzaban al frente.
Había escuchado a Neal llamarlo desde la lejanía, persiguiéndolo mientras él se apresuraba por alejarse de ese lugar. No obstante, no se detuvo ni un momento, caminó hasta salir totalmente de los terrenos de la Universidad hasta la avenida principal. Sólo allí, Neal lo alcanzó en su auto.
— Sube. Matthew , por favor — le pidió con voz suplicante. Conocía a su amigo mejor que nadie y sabía que el dolor y la vergüenza en la que Matthew estaba sumido en ese momento no le permitirían ver las cosas con claridad. Su amigo estaba cegado y eso no significaba nada bueno.
Matthew lo miró con el desprecio latente en su semblante, pero sin decir nada, simplemente se subió al auto. Neal dio marcha al vehículo sin preguntar nada. Y es que no hacía falta; Él sabía exactamente a dónde tenía que llevar a su amigo.
El pelinegro lo veía de reojo mientras conducía en silencio todo el tramo, conocía el camino, Asier había tenido que asistir a una reunión social en lo del Amo Jung hacía ya algún tiempo, por lo que no abrió la boca en todo el recorrido para preguntar por indicaciones. Le dolía ver a Matthew de esa manera, le recordaba aquellos momentos de la juventud temprana donde eran acosados por ser diferentes. A Matthew por tener un peso muy ligero, ser de estatura muy baja e increíblemente pálido; Lo que lo convertía en el objetivo por parecer tan débil. Aunque Matthew no tuviera ni un pelo de débil. Y él, lo atacaban por ser amanerado y delicado como una mariposa. Con el pasar de los años, había aprendido a reprimir esa parte de él a la fuerza, no obstante, no se avergonzaba de quién era él. Y aquello lo aprendió con más fuerza desde que había conocido a Asier.
Matthew iba sumido en sus pensamientos, aunque sus ojos estaban cargados de lluvia, él no permitía que su voluntad quebrara, se mantenía firme mientras se mordía el labio inferior reteniendo el mar de sentimientos que amenazaba con acabar con él como un Tsunami.
Jamás pensó que vería el camino de ida a la mansión Jung con otro pensamiento más que el de la expectación y la excitación. Miraba el recorrido desde la ventanilla sin moverse del lugar, y la calma detuvo parte de su exaltación, sin embargo, no la retuvo demás después de que Neal giró en la encrucijada que los llevaba directamente al lugar de destino.
Su corazón se aceleró cada vez más, sus manos comenzaron a temblar nuevamente y como una llamarada; Su rabia volvió a aparecer. Para cuando Neal se detuvo en la entrada del lugar, él ya estaba listo para saltar fuera del encierro. Pero la voz de su amigo a su lado lo detuvo:
— ¿Quieres que te espere?
— No. Vete. — respondió sin despegar la mirada de la fachada del lugar.
— ¡Pero...!
— Vete. — Repitió seco en una orden tajante, pocos segundos después continuó con una voz más calmada y miró hacia su amigo — Luego te llamaré.
Neal suspiró y después de asentir una vez, Matthew salió del auto. El mayor no avanzó un paso hasta que escuchó a la lejanía el auto de su amigo alejarse.
Soltó todo el aire y lo volvió a tomar, se llenó de valor y dio el primer paso.
El primer paso que lo decidiría todo...
Al llegar a la planta superior tras subir de dos en dos los escalones sin reparar en nadie, ni siquiera en la empleada que le abrió la puerta: Encontró a quién buscaba hablando con la segunda persona quién se las vería con él. Víctor tenía una mano sobre la boca con una expresión quebrada en el rostro, estaba pálido y Matthew estaba seguro de que jamás en el tiempo que lo conocía; Había visto una expresión igual a esa en el semblante de Víctor.
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