IV

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Bueno, bueno. Es ahora cuando cuatro horas después de haber partido: me pongo a pensar... ¿Cómo demonios solucionaron todo lo demás de cada uno de nosotros tres? ¿Hablaron en mi universidad, en mi trabajo, en la academia de baile de Leonor? Y... No, Joel no le va a nada, de momento.

Sí, muy tarde para pensarlo.

El ambiente en el camión se mantiene un tanto tenso. A mi madre se le nota impaciente, el conductor maneja con una mano y la otra la tiene en el hombro de ella. Me inquieta eso, pero va. Leonor sin darse cuenta se acurrucó sobre mi brazo y se quedó dormida, y yo no hago más que acariciar su hermoso y divo cabello mientras miro por la ventana que se encuentra abierta. Por el espejo, localizo al coche de mi padre. Viene unos cuantos metros atrás del camión. Parece que fueramos nosotros quien lo guiásemos, o bueno, el conductor.

-Má, ¿No me dirás qué tienes? -pregunto ya también impacientándome por su actitud desde que partimos.

No recibo respuesta. A cambio, ella me mira por el retrovisor. Siempre seria.

-Nos detendremos y bajaremos en un rato. Deben descansar, y alimentarse, aún falta demasiado.

Y por primera vez en el viaje, escucho la voz del conductor, increíblemente grave. Más que la de mi padre, que es un poco más melodiosa.

Asiento, pero sin mirarlo ni hacer ningún gesto de gratitud por una respuesta que me alivia. Ya me empiezo a incomodar de la vibración de los motores que siento en mi trasero por estar tanto tiempo sentado. Terminaré acalambrado.

Desde el principio, el tipo ese no me ha agradado. Tiene un semblante que me inquieta, es demasiado serio, su voz intimida al igual que sus cicatrices, - pero más la que viene desde la ceja y atraviesa su ojo izquierdo - ¡Y hace contacto físico con mi madre como si tuviera el derecho o le conociera de toda la maldita vida!

¿Necesito más razones para que me caiga como al culo?

Quizás y simplemente mi madre quiere ir al baño. Puede ser, ¿No? Somos humanos.

***


Claro. "En un rato" terminó siendo "en dos horas y media". Maldito sea, me acalambre el trasero y la pierna donde mi hermana se acomodó después de un rato de estar en mi brazo. Fui su almohada, la veré cuando despierte y se dé cuenta.

Siento como los motores se apagan, por lo que subo la mirada hasta encontrar la del conductor, quien me indica con la mirada que despierte a Leonor y bajemos. Muy a mi pesar, debo hacerle caso.

Ellos bajan primero.

Empiezo a mover mi pierna de un lado a otro para incomodar a mi hermana, quien arruga las frente y abre poco a poco los ojos, encontrándose directamente con los míos.

-Mmm... -se queja, casi afónica. ¿Estuvo gritando antes, o es el efecto de la siesta que se dio en mí?

-Oye, muerta, levántate.

Remoja sus labios y hace como una vaca. Aún se encuentra adormilada y sé que no me ha reconocido.

-Como prefieras.

Guío mi mano hasta la vaina esa como se llame que abre la puerta y lo hago. Bajando por unos cortos escalones y de un salto ya estoy en el suelo, el camión es alto. Ya quiero ver cómo se las arregla para bajar ella en el estado de zombi en el que se encuentra.

Sonrío ante la idea y sigo a mi madre y al tipo, llegando a su lado. Ambos me miran confusos y miran por detrás de mi hombro, tratando de localizar a Leonor.

-¿Y tu hermana?

Pregunta el conductor con una ceja arqueada.

-Durmiendo allá.

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