1. ¡Yo soy Thom!

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Siempre creí que mi vida era... un tanto rutinaria.

Que poco a poco todo estaba volviendose calmado. No sabia si eso era bueno o malo, pero estaba comoda con ello.

Otro día en el instituto igual a los otros.

Las mismas clases, mismos maestros, compañeros, chismes, abusos, amigos.

Todo es exactamente igual.

Esto es muy aburrido.

―Señorita Blossom, ¿podría pasar al pizarrón y resolver esta ecuación? ―me llama el profesor de física, Hedker, un señor regordete y malhumorado ya que se acaba de divorciar hace unos meses―, ya que la veo bastante distraída, supongo que ya se sabe el tema completo.

Sin decir nada me levanto de mi asiento y camino a la pizarra tomo el marcador y resuelvo perfectamente la ecuación con todo y comprobación en menos de un minuto. Esto es un juego de niños.

Dejo en marcador en donde estaba y silenciosamente vuelvo a mi asiento desde el cual puedo ver al profesor un tanto perplejo. Sacude la cabeza rápidamente y sigue con la clase.

Sigue siendo aburrido.

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―Aquí tiene los recibos que me encargo recoger de la sala de química, señor Wolldet ―anuncio dejando dichos papeles frente a él en su escritorio―. Y los exámenes de ortografía, además de su almuerzo, el cual mando su esposa.

― ¿Mi esposa te ha dicho que me lo des? ―pregunta verificando los documentos.

―Me la he encontrado cerca de la entrada —explico mientras me acomodo la mochila para irme—, me ha dicho que tenía algo importante que hacer y me pidió que se lo diera.

―Ya veo... Bueno muchas gracias señorita Blossom ―me da una cálida sonrisa y vuelve a lo suyo.

―Por nada ―me doy media vuelta y camino tranquilamente hacia la puerta olvidándome por completo de director.

En realidad, me llevo bien con él, siempre es bueno tener de aliado a alguien importante así que tenerlo como amigo es una ventaja a mi favor. Por eso hago algunos encargos, además de que es muy amable y pasivo.

―Oh, señorita Blossom ―me llama justo antes de salir de su oficina, me detengo en seco y volteo volviendo a cerrar la puerta―. Llegarán unos chicos nuevos, de intercambio más bien, se quedarán hasta su graduación. Espero que los reciba y les traiga hacia mi oficina, para completar su inscripción y esas cosas.

―Espere, espere, espere ―digo antes de que se vuelva a su trabajo―. ¿Por qué tengo que recibirlos yo? Y ¿Por qué se quedarán hasta su graduación? Creí que los estudiantes de intercambio solo se quedaban por un par de semanas y después se iban a su escuela de nuevo.

―Ah, ¿Por qué usted? Porque yo lo digo, además, es la única del instituto que sabe hablar francés fluido ―dice viéndome con ironía por debajo de sus gafas, aunque sea cierto lo del frances, he de decir que lo tengo algo oxidado―. Y ¿Por qué se quedan? Porque ellos nacieron en la ciudad, se fueron a vivir en Francia y ahí hicieron sus estudios, creo que quieren terminar el instituto aquí o algo así.

―Pff, mucha información señor Wolldet ―resoplo―. Bueno, ¿cuándo llegaran esos chicos? ¿Cuáles son sus nombres? O no sé, deme algo para identificarlos.

Él abrió un cajón donde saco un portafolio con varios papeles en él y me lo tendió.

―En él están todos los datos de los chicos, excepto sus fotos, por lo que se, son hermanos, supongo que se han de parecer. No he checado muy bien esos papeles, te lo dejo por favor. Llegaran esta tarde, cerca de las tres.

Theo, Thiago y Thom.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora