Prólogo

920 23 5
                                    

Está lloviendo. Veo las gotas caer por el cristal de la ventana. Puedo escuchar cómo las ventanas vibran por el viento y siento cómo mi piel se eriza por el frío que entra por la puerta de mi habitación. Me levanto del diván que hay debajo de mi ventana, desde el que puedo observar la ciudad cubierta de nieve y me meto en la cama. Me acurruco entre las sábanas y me echo una vieja manta por encima.

Poco a poco, voy cerrando los ojos. Tengo muchas ganas de dormirme, pero no puedo. No todavía, porque si no tendré pesadillas. Cubierta hasta la cabeza por mi vieja manta, espero tranquila a que venga. Sólo ella, es la que hace que sueñe cosas bonitas y no tenga pesadillas. Empiezo a impacientarme, cuando noto cómo la puerta se abre. Primero el leve crujido por el viejo suelo de madera y después el chirriar de la puerta. 

Se acerca sigilosamente hacia mi cama y con cariño, me quita la manta de la cara. Abro los ojos, al notar cómo me acaricia las mejillas, con tal delicadeza, que parece que tiene miedo de que se vayan a romper. Se inclina sobre mí, y tras darme un beso en la frente, me arropa con cuidado.

-Buenas noches cariño. Me susurra antes de irse de mi habitación.

Cierro de nuevo los ojos, esta vez con más seguridad, creyendo que no voy a tener más pesadillas.

Sale de mi cuarto, dejando un leve olor a vainila. Respiro hondo, para inhalar todo el olor avainillado posible, mientras me imagino, que como sería normal, todas las noches va a venir. Cuan inocente era...

Tu sitio es estar conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora