17 - Nunca se regresa al mismo sitio

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Llegué a mi destino más rápido de lo previsto, como si su frío me guiara en mi camino. Al posar un pie dentro de aquella ciudad sin cúpula se hacía más presente; conforme avanzaba, su temperatura era más latente. Desvié mi mirada localizándola en el refugio de Nathan, cómo no...

Si es que tenías que haberte quedado en aquella aldea, junto con Lira. Gilipollas.

Pero no, una promesa era una promesa. Aquí estaba después de varios meses, como le prometí... Pero no tenía ninguna prisa por verla. Para qué mentir, sí que la tenía, pero respetaría su espacio, así que me encaminé directamente hacia el bar. Sabía que allí había provisiones de sobra y, ciertamente, necesitaba algo de beber.

Tenía la puerta delante, cuando aquel frío se aproximaba a mí a una velocidad amenazante, dejándome en shock al no esperarme que saliera a recibirme. Al girarme, pude ver su figura clavada en el sitio, con piedrecitas incandescentes flotando a su alrededor. Sus ojos como pozos sin fondos clavados en mí...

Mierda. ¿Némesis? ¿En serio? Si ya me sorprendía el hecho de que viniera a saludarme Néme, tú...

— ¿Acabo de llegar y ya quieres atacarme? — Viendo el aire tan amenazante que la rodeaba.

— No vengo a atacarte, los efectos especiales vienen de fábrica, ya lo sabes. ¿Qué coño te ha pasado en la cara? ¿Has estado viviendo con una tribu apache? — No pude evitar soltar una risotada tras ese comentario.

— Algo parecido, sí... — Una tribu del desierto habían sido mis compañeros durante este tiempo. A lo que se refería Némesis es que me habían pintado ciertas rayas y símbolos en mi rostro con henna. Ella avanzó unos pasos más, quedándose frente a mí.

— ¿Dónde coño has estado, Hera? — Parece molesta...

— He estado en una tribu en el desierto. — Hinché bien el pecho cogiendo aire y encogiéndome de hombros. — Aquella noche fue demasiado intensa y frustrante a partes iguales... Preferí marcharme y evadirme antes de explotifar la ciudad entera y dejaros sin casa. — Yo también sabía inventarme palabras.

— ¿¡Los indios también te han rapado la cabeza!? — Dramática como ella sola. Y exagerada también... Sólo eran los lados y parte de la nuca.

— Sí. También me raparon la cabeza, pero, ey... Sigo teniendo mi melena. Sólo que en menos cantidad... —

— Con la melena tan linda que te gastabas. Qué pena... — Teatralizó. No pude evitar reírme. Se reajustó un corset de cuero negro que llevaba y empezó a dar vueltas a mi alrededor.

Uf, iba a matarme...

— Tienes más mierda encima que el rabo de una vaca. Dúchate... — Espetó mirándome de una forma poco sutil.

— La verdad es que no me vendría nada mal... Tú, en cambio, estás más preciosa que de costumbre... —

— Te mola el cuero... ¿Eh, He-ra...? — Ahí, recalcando mi nombre con su maldita voz melosa.

Va a acabar conmigo.

— En ti, desde luego, me encanta... — Ladeé mi cabeza mirándola. Carraspeé para aclararme la garganta. — Me ha sorprendido que hayas sido tú la que viniera a saludar. Me lo esperaba más de Néme que de ti... — Se acercó un poco más a mí.

— Néme estaba ocupada haciendo el gilipollas con la tostadora, así que no se percató de tu llegada. Yo, en cambio, ¡sí! — Habló con rintintín y se señaló a sí misma.

Puse los brazos en jarra, imitando la postura que acababa de adoptar, y di otro paso al frente, encarándola. Estábamos tan cerca que podía reflejarme perfectamente en el negro de sus ojos.

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⏰ Última actualización: May 02, 2018 ⏰

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