Prologo

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La nieve caía con extrema calma y el frío afuera acariciaba la piel descubierta una vez abandonas el recinto. Una mansión grande, estilo clásico, adornos griegos en su fachada y unas escaleras que daban hasta la entrada, dos enormes puertas de madera y un picaporte dorado, sin timbre, solo una enorme figura de dragón con un aro en la boca para tocar la puerta haciendo eco por toda la casa.

Así esperaron, dos figuras tocaron la puerta hasta que fueron atendidos por un enorme mayordomo que los llevó a una alargada sala lujosa con una espectacular araña de cristal y metales dorados. Una de las sombras, alta y robusta, con un aspecto feroz y desagradable se sentó en el otro extremo de la larga mesa y la otra sombra solo se quedó parado a su lado; del otro extremo de la mesa una figura delgada y alta tenía ambos codos puestos en la mesa y las manos alzadas a nivel de su rostro entrelazadas entre ellas, veía por encima de sus nudillos a la persona del otro lado.

—Según el plan que me contaste —hizo una seña a su mayordomo y este enseguida salió de la sala— no necesitarás de un número grande ¿verdad? La situación no se debe saber hasta que el objetivo llegué al lugar acordado.

Se escucha la estruendosa risa de aquel desdentado sujeto, sus ojos pasaron rápidamente a la comida que empezaba a llegar por medio de varios sirvientes de vestimentas blancas. El licor lo tenía en la mira mucho antes de que lo colocaran en la mesa.

Estaba orgulloso de su plan, no hay huecos y pronto el dinero que caería a él por aquel simple trabajo le daría lo suficiente para tener una mansión para él y su grupo, dinero para comidas infinitas y conseguir la mejor venganza hacia ese sujeto que le destrozó la vida.

—¿Señor? Pero en la ruta no hay una salida en la que nos podamos esconder —interrumpió un hombre que se encontraba del otro lado, muy cerca del anfitrión, alto y encorvado. Con un botón hizo bajar una pantalla que encendió con una imagen de un mapa.

—¿Eh? —arqueó una ceja y miró aquel mapa, le dio una mirada a aquel hombre con el control en la mano y el anfitrión sólo se limitó a observar a su invitado— Je —la comisura de sus labios subió a una sonrisa malvada—. Tranquilo, no se muestra en el mapa por supuesto —dio una pausa para tomar un largo sorbo de licor sin cuidar que se le derramara.

Sus modales son de lo peor. ---Pensó el anfitrión

Era una persona desagradable.

—Pero hay una ruta escondida entre los árboles que no se ha usado por mucho —añadió después de dejar la copa de cristal en la mesa—. Sigue estando en excelentes condiciones, lo único que deben hacer es seguir mis instrucciones, ya todo está listo para ese día, no puede haber errores.

—Se nota muy confiado —habló el anfitrión.

—Claro que sí, no hay nada por lo cual preocuparse —se llevó un bocado entero de carne a la boca, mordiendo como un perro hambriento y desesperado por su filete, con los mugrosos dientes que aún poseía—. Mis mejores hombres harán el trabajo.

No había mucha confianza de parte del anfitrión, parecía que aquel hombre solo jugaba con él, pero fue el único que aceptó el trato sin siquiera pensarlo dos veces. Ha escuchado que cumple siempre lo que promete, así que solo se puede aferrar a los rumores que lo envuelven; esos también incluyen los más desagradables.

—Bueno —curvó la comisura de su labio en una sonrisa ladina, no confiaba en el sujeto con quien su jefe estaba haciendo aquel macabro trato. Pero, debía ceder, tal vez veía algo que él no, además que se ve a simple vista que es perro que solo ladra—. Sabes lo que pasara si fallas. —amenazó viéndolo de reojo.

—Agh —le era inútil no mostrarse intimidado, aquel sujeto sosteniendo la copa de vino entre su mano, aún daba el aire de una persona elegante pero dispuesta a matar en cuanto le dabas la ventaja—. Dile a esos tontos que tendrán lo que quieren a final de mes ¡Te los aseguro! —Golpeó la mesa con su enorme y belludo puño, los platos se movieron al igual que los adornos puestos en la mesa, las copas se tambalean y una naranja fue la que cayó de la mesa—. ¿O acaso dudan de mí?

—No, señor —reía divertido, sin inmutarse, por el comportamiento irascible de aquel hombre—. Pero, no es a mí a quien debes asegurar el éxito de tu trabajo. No soy el único quién lo está contratando, los demás no son personas que acepten los errores tan fácilmente. Tu cabeza está en juego —dejó la copa en la mesa y se puso de pie, su plato apenas y lo había tocado—. Ya teniendo todo esto resuelto, me parece que debo tomar un avión. Queda mucho que hacer y el tiempo es limitado. —dejó escapar una sonrisa socarrona la cual le molestaba al de larga barba; su voz era burlona y gruesa. Ese sujeto se levantó sin hacer ruido dirigiéndose directamente a la puerta donde le esperaba su acompañante—. Ya conocen la salida, usted y su compañero serán escoltados a donde ustedes deseen, una vez que terminen de saciar sus estómagos. Yo tengo asuntos que resolver y tendré que dejarlos solos por ahora —su acompañante, tan misterioso como él, le abrió la puerta para dejarle pasar en tanto se arreglaba los gemelos de sus muñecas—. Ya sabe, tiene hasta final de mes. Recuerde que este golpe lo hemos planeado por más de un año y no quiero que se vaya a arruinar por un minúsculo error. Sino puede obtenerlo —le miró de reojo y amplió su dental sonrisa— al menos destrúyelo —añadió eso último con una voz gruesa amenazante, provocando en los presentes un temor que les costó disimular.

—Je —sonreía nervioso con esos amarillentos dientes que le quedaban entre que unas gotas de sudor bajaban por sus peludas mejillas—. No se preocupe, si es posible mejor será eliminarlo al instante, una vez que lo tenga en mis manos.

—Ya entendió —arrastrando las palabras, fue lo último que dijo antes de salir taconeando con sus zapatos negros hacía el pasillo y con la puerta cerrandose a sus espaldas.

Cuando llegó a la enorme puerta principal, una mujer en la entrada con un abrigo en un brazo y un paraguas en la mano, abrió una de las puertas para dejar marchar al hombre mientras le daba el paraguas a su mayordomo y ella le ayudaba a colocarse el abrigo.

Luego de bajar los cinco escalones de mármol de la entrada, ahí frente se encontraba su auto negro con el chofer esperandole para abrir la puerta, bajo y se montó en el auto y alguien estaba adentro con él, un conocido. En un momento, ya a unos pocos metros el hombre de los asientos de atrás sacó su teléfono y marcó un número que no tiene registrado.

—Ya está en marcha —dijo al oír la bocina del otro teléfono, el hombre detrás de la llamada contestó en un tono bajo y divertido—. Claro Jefe, no tiene nada de qué preocuparse. Después de todo —se acomodó en el asiento cruzando sus piernas y recostándose más del asiento— de una forma u otra, nos vamos a deshacer de esa pestes y recostándose más del asiento–– De una forma u otra, nos vamos a deshacer de esa peste.

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Este fue el primer fic que escribí de está pareja y lo dejé muy olvidado.

Haré mi mejor esfuerzo para terminarlo y que les guste.

1 de noviembre 2023.

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