Jeremy Taylor

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Una vez por semana, después de trabajar, Íbamos con Emmie a correr en los bosques, al borde de la ciudad. Solía haber mucha gente, la vida saludable estaba de moda. Hombres y mujeres grandes, jovenes, gordos y flacos. "Mejor un gordito activo que un flaco sedentario", Decía Emmie, refiriéndose con guiño de ojos a esos kilitos que me sobraban. Cada atardecer, los bosques eran un lugar de encuentro para los cultores del ejercicio físico. Pero ese día no había nadie. Como si un ciclón hubiera barrido con toda la gente. Solamente había un anciano que ya estaba por cruzar la calle para irse.
-¿Adonde se fue la gente? -Pregunto Jeremy con intriga-.
-Desde varios días circula la noticia ¿No lo saben? El ultimo grito de la moda: Las copias. Huyan antes que anochezca.
-¿Las copias? ¿Que copias?
-Es como una epidermia. Llámale fantasmas, aunque todos le dicen copias. Ya hubo un par que se murieron de susto. Les aconsejo que hagan lo que estoy haciendo yo: Váyanse -Dijo el hombre.
-¿Pero a que se refiere con cop...?
Ya no me escuchaba.
El anciano cruzo la calle hacia las tranquilizadoras luces de la ciudad.
Sorpeendidos, charlamos un rato del asusto con Emmie, mientras trotabamos. A mi me gustaba Emmie y me encantaba pasar tiempo con ella.
Correr era la excusa perfecta.
-Que siniestro se ve el bosque sin gente. Me da miedo, vámonos -Dijo ella-.
-Uh. Yo tengo ganas de gastar energía -Conteste-.
-Fijate. No hay nadie. ¿no te impresiona?
El problema de los fantasmas es que ni siquiera se necesita verlo.
Una hoja se balancea en el árbol, un ruido impreciso, un movimiento en el agua... Todo eso puede ser , también, el rastro de un fantasma.
-Pero mejor, por las dudas vayamos. Me da cosa este silencio.

Nos fuimos. Por las dudas.

Una semana después volvimos a citarnos en el mismo lugar, para cumplir nuestra rutina aeróbica. Oscurecia. Había otros deportistas, y como si la epidermia de miedo estuviera disipandose...¡Hoy correriamos!
Solía llegar unos minutos antes que Emmie. Me sentaba en un banco de madera frente al lago, y meditaba mientras la esperaba.
Y entonces baje la vista y vi algo mas, alguien mas estaba: Emmie, vestida de blanco. De luna. Su ropa refulgia. La inconfundible melena lacia, su figura esbelta, la hermosa nariz. No me dio un beso en la mejilla como siempre, se mantuvo a distancia, y tuve la sensación de que estaba por decirme algo y no se atrevía. Su cautela me extraño.
Entonces miro al lago, me miro a mi, y dijo una sola palabra:
-Agua.
Instintivamente baje mi vista para sacar la botella que guardaba en mi mochila. Cuando volví la mirada, Emmie ya no estaba. En el lago se formaron ondas, como si algún pez carpa estuviera dando vueltas.
¿Que había pasado? Volví sobre mis pasos y grite su nombre. Una corriente de frío anunciaba el otoño. Quería darle agua a Emmie. Quería mostrarle la luna a Emmie no estaba y la luna, por supuesto, la luna estaba...Mire detras de los arbustos, de los troncos, en cada banco de madera, en las glorietas.
Por el camino se acercaba una mujer. Estaba con ropas oscuras, y al verme agitó su mano:
-¡Jeremy! ¿Como puede ser que estas aquí si recién... Estabas allá?
-Pero, ... Si estabas conmigo... Vos... Y desapareciste. ¿Como puede ser que...?
-¿Si estaba con quien?
-¿Y vos, con quien?
Enmudeci. Enmudecio.
Esta Emmie vestia su ropa deportiva de siempre, hablaba como siempre, era la verdadera Emmie. Y yo era yo. El verdadero yo.
Temblando, comprendimos todo: Las copias.
Nunca mas regresamos a correr a ese bosque maldito.

━ loverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora