•Día 25: Cabaret•

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-¿Sabes? no me gusta que hagas esto- murmuró Brick mientras tomaba las manos blancas de Bellota.

-Sí, me lo has dicho mil y un veces- dijo entre un suspiro- Pero de la única en la que puedo depender es en mí misma.

-Yo te puedo ayudar económicamente- dijo con un tono más alto.

-Ya has hecho suficiente por mi- dijo con tono melancólico Bellota mientras le acariciaba la mejilla a Brick. Este apoyo su mano en la delicada mano de la joven- Ahora querido amigo me despido de ti- y lo besó su mejilla.

Las mejillas del pelirrojo se tiñeron de colores al sentir el bello roce de sus labios en su rostro. Ojalá le diera besos en los labios...

El lugar conocido como Cabaret, era una taberna muy moderna en esos años. Su popularidad empezó cuando mujeres, muy bellas, comenzaron a hacer "shows" con prendas llamativas. El nuevo trabajito de Bellota era el mismo nombrado. Una bailarina.

La idea para Brick definitivamente no era la mejor, todo lo contrario, no podía haber tenido una peor idea. Prefería mil veces trabajar el doble de horas para ayudarla con el dinero. No pensaba dejar a su Bellota en manos de otro hombre. No, no y no. Eso era imperdonable de su parte.

¿Quién diría que se arriesgaría tanto por la chica que amaba?

Un antifaz era la solución. Cuando Bellota había entrado por la puerta trasera del Cabaret, Brick se puso un antifaz y también se adentró a ese sitio, pero por la puerta delantera.

El olor a humo y a alcohol se expandía por la gran habitación. Los hombres con trajes y corbatas con una botella y un cigarrillo en las mesas redondas. Las meseras iban y venían con bandejas con comidas y bebidas. Un escenario con las luces encendidas destacaba cerca de bar lleno de copas de cristal, y al lado del escenario, había unas cortinas rojas que tapan una gran parte del lugar.

Los aplausos aparecieron de repente. Las modelitos aparecieron con esos trajes provocadores que hacían que cualquier hombre babearan. Cada una tenían una lencería diferente y muy llamativas. Pero una en particular llamaba la atención de Brick, una que reconoció apenas salió detrás de las demás chicas , sí a Bellota la tenía pegada en su mente.

Una pequeña tela trasparente tapaba el vientre plano de la morena que llegaba hasta un poco más abajo del comienzo de su ropa inferior, un escote negro y blanco resaltaban sus atributos y unas medias negras adornaban las largas piernas de Bellota.

Las bailarinas se acercaban a las mesas, cada una yendo al ritmo de la melodía que sonaba. Los hombres con corbatas y trajes lamían sus labios y tocaban la piel de cada mujer que pasaba por al lado de ellos. Brick exactamente evitó eso cuando Bellota se acercaba a esas mesas. La había tomado del brazo y la guió para quedarse detrás del escenario.

-¡Señor!- exclamó Bellota- Por mis servicios debe de pagar.

-Bellota por favor no vuelvas a decir eso- pidió Brick al escuchar tal frase- Me da asco de pensarlo.

-¡¿Brick?!- lo abrazó- ¡Dios! ¡Me asusté! ¡No vuelvas a hacer algo así! ¡Joder!

Él acariciaba su cabeza mientras una sonrisa iluminaba su rostro. Ya estaba a salvo.

-No te iba a dejar con esos capullos- murmuró- Tú eres mía.

Al instante la morena alzó su cabeza para mirarlo. No podía creer esas palabras. Estaba muy sorprendida.

-¡No! Y-yo lo q-qué q-quise d-decir es que- la joven apoyó el dedo índice en sus labios para callarlo.

-No digas más. Me gusta cómo suena en tus labios- dijo para atraerlo más a su cuerpo.

No se besaron, no, no aún. Sólo admiraban sus rostros. Sus respiraciones se mezclaban y sus ojos se miraban ardientemente. Se deseaban.

-Un último favor pido antes de lo que pase- murmuró ella- No te controles, quiero sentir todo de ti.

Brick soltó una risilla, claro que NO se iba a controlar, y menos con esa lencería que tenía ella.

-No te preocupes por eso.

Sus labios se encontraron. Se besaban desaforadamente, se devoraban. Ese contacto era como tocar el mismo cielo para ellos. Era un roce único. Brick levantó a Bellota y la subió al piano viejo que estaba cerca de la utileria. Podía tocar cada parte de las blancas piernas de Bellota. Ella soltaba suspiros de placer cada vez que sentía la mano de Brick en su cuerpo.

Ambos se preguntaban: ¿por qué no lo habían hecho antes?

Pronto Brick iba subiendo sus manos hasta su trasero, besando todo el abdomen de la morena. Ella tomó el cabello de Brick para volver a besarlo. En menos de cinco minutos se había vuelto adicta a ese hombre.

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Graciass
Disculpen la tardanza.

30 Días de azúcar, flores y muchos colores [TERMINADA] [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora