"Dime que no y me tendrás pensando todo el día en ti, planeando la estrategia para un si".
-Ricardo A.
"¡Hombres!", pensó Pucca y miró impasible como Abyo devoraba el plato de fideos que tenía en frente. No pudo hacer nada más que rodar los ojos y pensar que en efecto no tenía remedio, aunque no sabía si en realidad era cosa de su amigo o de todo el género en realidad.
-Oye, ¿Te falta mucho con tus fideos?- le preguntó, tamborileando sus dedos en la mesa.
-No- respondió él sin mirarla y con la boca llena- Ya casi termino- tragó y la miró levemente. Eso sí, le alegraba ver a su amigo más tranquilo y con los ojos normales ya menos hinchados.
-Bueno, te espero en mi cuarto entonces- dijo ella y se levantó de su asiento, pues también había almorzado.
-¿Tu habitación?- preguntó él, algo confundido- ¿No podemos hablarlo aquí?-
-Si, bueno... No creo que quieras hablar de esto frente a ciertas personas- respondió ella y señaló con la cabeza discretamente a Dada, quien se encontraba tomando una orden en otra mesa. Abyo lo miró y casi por instinto apretó los palillos que estaba usando. Poco le faltó por partirle la cara a ese sujeto cuando le fue a dejar los fideos antes de que Pucca llegara al restaurante.
La mirada estaba más que compresible; Abyo a punto de romperle el cuello y un nerviosos Dada que apenas y lo podía mirar a los ojos. Pero no pasó de ahí. Abyo racionalizó el que, si golpeaba a Dada o actuaba de manera impulsiva en ese momento, Pucca ya no querría ayudarlo.
Así que, tranquilizándose, tragó el ultimo bocado, se limpió las comisuras de los labios y se levantó sin más.
-Vamos. Ya terminé. Muchas gracias por la comida- dijo él, más sereno. Pucca asintió en respuesta y sin más ambos se dirigieron peldaños arriba, hacia la habitación de la pelinegra.
Por alguna razón, Abyo no se sintió del todo cómodo con la idea de estar solo ella y él en el cuarto de la "lo que fuera" de su mejor amigo, pero no por otra cosa, sino porque no recordaba la última vez que había estado ahí. Conocía a Pucca de años, pero nunca fue tan unido con ella... En realidad, si salían y se divertían juntos, pero solo era porque Ching era su novia y Garu era el novio de Pucca... Por si solos no sabía si en realidad serían amigos, si es que se le podía llamar así a su relación.
No fue hasta que estuvo adentro de su habitación que en realidad si ya había estado ahí al menos un par de veces hacía años.
-Llámame loco, pero... ¿No tenías algo así como... Muchos posters de Garu?- preguntó Abyo , viendo los muros vacíos de la habitación. A Pucca solo le tomó por sorpresa la pregunta, no pensó que se acordaría de la antigua decoración, después de todo, había pasado mucho tiempo.
-Oh... Si. Es que estoy redecorando, ¿sabes? Ya le hacía falta a mi cuarto- mintió y se sentó en un pequeño sillón, justo debajo de la enorme ventana. Le gustaba estar ahí, más cerca de la brisa- Bueno, toma asiento y cuéntame... ¿Qué ocurre con Ching?-
Abyo se sentó a su lado, luego de pasar la mirada al cuarto. Cuando se sentó entonces reparo en el cesto de basura junto al escritorio y la enorme cantidad de bolas de papel y, lo que más le llamó la atención, un poster roto sobre el escritorio de Pucca. Sin embargo, no estaba ahí para andar metiendo sus narices donde no lo llamaban, estaba ahí porque de verdad necesitaba la ayuda de Pucca. Así que suspiró cansinamente.
-La amo, Pucca- dijo resignado y bajando la cabeza- No sabes cuánto. Estoy desesperado y por eso estoy pidiendo tu ayuda. Tu eres la única persona que conozco que es paciente en este tipo de cosas. Cualquiera se habría aburrido de Garu, pero tu no... Por eso he venido contigo- confesó y la miró, un poco tímido.
ESTÁS LEYENDO
Nadie sabe lo que tiene hasta que...
RomanceHan pasado ya cinco años desde que todo este lío de la persecución empezó. Es más, toda la aldea sabía que terminarían juntos, pero, ¿Que siempre tendrían que estar como perros y gatos? Al parecer Pucca ya no esta dispuesta a hacerlo, pero... Tal ve...