"Cuando el sol se eclipsa para desaparecer... Se ve mejor su grandeza".
-Lucio Anneo Séneca.
El clima no mejoró en absoluto el resto del día, aunque no se veían señales de una nueva tormenta. Así que le pareció perfecto citar a la primera persona en el parque, aprovechando que Sooga estaba prácticamente sola.
Al inicio no se sentía nada nerviosa respecto a la plática que seguramente tendría... Estaba más nerviosa por el hecho de tener que hablar con Garu. Pero su determinación se vio levemente aplacada cuando vislumbró la figura color mostaza de pie junto a una banca del parque.
Se detuvo unos segundos y tomó una gran bocanada de aire, armándose de valor para tomar las riendas. Así que, luego de unos leves segundos, siguió caminando hasta llegar a su destino. Se le erizó el vello de la nuca cuando Soso se volteó y notó que venía en camino.
A Pucca se le derritió el corazón cuando el chico le sonrió levemente y le levantó la mano en modo de saludo. Ella respondió al gesto con una sonrisa enternecida y al instante se sintió más cómoda. Así de poderosa podía ser la calidez de su amigo.
-Hola...- le saludó él cuando estaba a un metro. Pucca no le respondió, lo único que hizo fue abrazarlo con fuerza tan pronto como llegó. El dio un traspié dada la fuerza, pero al cabo de unos segundos también la abrazó. Así estuvieron unos momentos, mientras que la ligera brisa aún caía sobre ellos.
Ella se permitió un momento así con su mejor amigo porque no había tenido la oportunidad de hacerlo. Con ese abrazo no sólo reconfortaba los hechos de la noche anterior, sino le decía lo mucho que le había extrañado en esos meses. Que, si bien no lo extrañó de otra manera, su ausencia como amigo siempre estuvo ahí.
Al cabo de un rato se separaron y Pucca lo miró a los ojos y notó que no había chico más tierno que el con un bonito suéter color mostaza.
-Y... ¿Qué tal tu noche? - le preguntó Soso, bromeando un poco. Pucca no pudo evitar reír un poco entre dientes.
-La peor- respondió, aún con una sonrisa. Soso la miró unos segundos y asintió, dejándole claro que también había sido una noche difícil para él.
-Oye... Te traje tu saco- dijo Soso y lo agarró de la banca, en donde lo había dejado. Pucca sonrió con tristeza y algo prendada de la amabilidad de su amigo. Ella lo tomó solo para dejarlo nuevamente en el mismo sitio.
-Gracias- se limitó a responder y ambos se miraron unos segundo algo incomodos. Sabían que tenían que hablar, pero no tenían ni idea de cómo empezar, así que ella tuvo que tener la iniciativa... Después de todo, fue la que anoche había huido. - De verdad lamento todo lo que pasó... No tenía idea que él...-
-No, no. No digas nada... Sé que nada de lo que pasó fue tu culpa... A menos que tú fueras la que mandó a Garu a lanzar piedras a mi casa...- trató de bromear un poco él nuevamente. Pucca solo lanzó un gemido ahogado y se tapó el rostro avergonzada.
-Por Dios...- susurró y se sentó en la banca- Tenía la esperanza de que esos mensajes fuesen una broma tuya. ¡Pero hablaré con él y le obligaré a pagarte las ventanas! - dijo, claramente molesta. Soso sonrió ante su temperamento y se sentó junto a ella.
-Está bien. Ching, Abyo y Shuny se encargaron de él. Fueron muy temprano a mi casa a convencerlo de que se alejara de ahí- dijo Soso.
-¿Qué?- preguntó ella, sorprendida y se sintió peor. Ya había muchas personas involucradas además de ellos tres, tales como Tobe, su clan de patéticos ninjas y Chief, quien fue la única que tuvo decencia en disculparse.
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Nadie sabe lo que tiene hasta que...
Roman d'amourHan pasado ya cinco años desde que todo este lío de la persecución empezó. Es más, toda la aldea sabía que terminarían juntos, pero, ¿Que siempre tendrían que estar como perros y gatos? Al parecer Pucca ya no esta dispuesta a hacerlo, pero... Tal ve...