Dedicado a Ruby Angell
Ellas están ahí, riéndose de mi sufrimiento con sus sonrisas blancas en contraste con su sombría imagen, esperando a que duerma para habitar mis sueños y causar estragos en mi mente. Y, lo peor de todo, es que todos creen que estoy loco, creen que son una simple paranoia, pero llevo casi 5 años aquí y mis perseguidoras siguen junto a mí. Creo que no saben que son un producto de mi mente como ellos dicen.Mi nombre es Salem, actualmente me encuentro en un hospital psiquiátrico. Llevo aquí desde los 15 años, cuando mis padres me internaron y nunca regresaron. Pasado mañana cumpliré 20. Mi rostro ya se ha tornado pálido por la falta de sol y mi cabello largo y negro me da un aspecto como de la chica del aro cuando me levanto.
Cada día es igual: me levanto a las 06:00 de la mañana, incluso antes de que el guardia realice su cambio de turno. Tomo mi toalla y mi cepillo de dientes y aguardo hasta que a las 07:00 de la mañana comienzan a encender las luces generales, que en la noche se cortan desde una caja de contacto. El guardia pasa a buscarnos para que todos vallamos a lavarnos acompañados por el guardia principal, cuyo nombre nunca logro recordar, y su ayudante, el joven Damián. Luego de eso nos dirigimos hacia la cafetería donde nos dan un jarro de leche y pan tostado sin nada, aunque si tenemos suerte nos pueden dar unas galletas saladas. Al terminar, se nos da libre hasta las 13:00 horas, donde comienza el sufrimiento al tratar de comer el almuerzo que prepara la cocinera Gertrudis, una mujer mayor de aproximadamente 50 años, quien por si fuera poco tiene el hábito de fumar y cuando sirve la comida su aroma a tabaco me revuelve el estómago, y empeora el sabor de la ya repugnante comida grasosa y aguada. Ya terminando el almuerzo a las 14:30 aproximadamente, nos hacen realizar rutinas de ejercicio en el jardín durante 1 hora y es el momento que más disfruto, ya que comienzo a reír con las estupideces que realizan mis compañeros, quienes tienen cierto grado de locura en su ser. Al finalizar nos dan la tarde libre y muchos tenemos diariamente citas con nuestros psicólogos personales para tomar nuestros casos.
Son las 16:30 y me dirijo a mi cita con mi psicólogo, el doctor Frank Garceas, un anciano de 55 años de contextura gruesa, con ojos café y una barba frondosa, lo cual le da un aspecto de san Nicolás a la medida. Golpeo a su puerta y con su voz ronca él responde: "Adelante, Salem". Ingreso a su despacho y su cuadro en la pared del fondo de un castillo derrumbándose siempre capta mi atención, no importa las veces que llegue a su oficina, ni las veces que me detenga a mirarlo. Es la sensación que me produce lo que me incita a mirarlo. De pronto, la voz del doctor me desvía de mi incesante apreciación del cuadro.
—Recuéstate, Salem, comencemos con nuestra sesión —el doctor toma asiento en su sillón y con su mano me indica que me recueste en su futón y yo procedo a recostarme como siempre—. Dime, Salem, ¿cómo te encuentras?
—Si le digo que cuerdo, ¿me dejaría irme al fin de aquí, o deberé esperar otros 5 años más? —la mueca del doctor Frank me lo dice todo y comienza a preguntarme por "ellas".
—Salem, cuéntame cómo han estado sus compañeras, esas que llamas "sombras" —me mira de reojo y, con libreta y pluma en mano, aguarda mi respuesta impasible con su expresión inamovible de psicólogo.
— ¿Qué quiere que le diga, Frank? —Exclamo mientras me salgo de mi posición recostada y tomo asiento en el futón—. Primero que nada, ellas no son mis compañeras. Si pudiera me desharía de ellas en cuanto me fuera posible, pero es imposible, no importa a donde valla, ni qué tan aislado o escondido me encuentre, ellas me encontrarán, quiera o no. Cada día al despertar ellas están frente a mi cama observándome, cuando voy a lavarme o a bañarme me observan en todo momento, incluso cuando me alimento ellas me miran por encima de mis hombros, impasibles a que acabe para seguir atormentándome con sus risas. Y qué decir de ahora que se encuentran detrás de usted, y mientras una observa lo que anota en su libreta, la otra no me aparta la mirada en ningún momento.
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Éxtasis entre sombras (Finalizada)
ParanormalInvadieron mi vida y dejaron un rastro de dolor y mísera a su paso, son las causantes de que el mundo me crea un demente y durante 5 años intentaron hacerme creer eso. Ahora debo librarme de sus cadenas para recuperar el control de mi vida y salvar...