Capítulo 1

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Los tenues rayos de sol se colgaban por el pequeño espacio de la ventana puesto que estaba suavemente corrida la cortina, esos impactaron directo en mi rostro, poco a poco mis ojos verdes se adaptaron a la luz del nuevo día, ya hace más de un mes que no dormía lo suficiente pues aquellos sueños no paraban de azotarme, sabía claramente que no era alguien normal pero habían ciertos temas que al tocarlos con mi madre eran delicados, me puse de pie como era mi costumbre, caminé a la ventana de la habitación.

Divise la calle que pasa por el frente de la pequeña casa donde viva con mi madre, no había nada fuera de lo común hasta que algo captó mi atención un hombre de cabello castaño, lo más extraño era su ropa, un traje como los que usaban los antiguos gladiadores en las arenas de combates, aunque estuviera a cierta distancia de mi pude detallarle esos ojos verde mar, igualitos al señor que aparece en mi sueños, pues tenía facciones idénticas.

—¿Mi cielo, estás despierta?—la dulce voz de mi madre, se escuchó a través de la puerta, que segundos después se abrió, haciéndome alejar la mirada de aquél hombre , esta se concentró en la mujer rubia con hermosos ojos azules, de su silueta esbelta se notaba por encima del vestido, ella era demasiado elegante, llena de modales y refinada al hablar, todo lo opuesto a mí.

Volví la mirada a la ventana para darme cuenta que ese hombre había desaparecido, suspiré profundo a lo mejor había sido mi mente jugando de nuevo conmigo, involuntariamente me lleve la mano a mi cuello tocando la medalla que desde niña llego allí, un señor me la regalo, esta costaba de un sello muy parecido al que tengo en la espalda, miré el reloj en la mesa de noche.

—¡Se me hace tarde!...—Exclamé, saliendo corriendo al baño, me di una pequeña ducha, la ropa que escogí un vestido corto de tono azul, su par de sandalias blancas, dejando sueltos que cayeran sobre mi hombros. Caminé fuera de mi habitación con mi mochila sobre mis hombros, al empezar a bajar las escaleras, me sorprendió el hecho que mi madre estaba discutiendo en la sala con alguien, eso era extraño porque es tan calmada que verla así me asusta.

— ¡Ella tiene derecho a conocerme, saber quién soy! ... ¡Mariangel! —se escuchó la voz de un hombre que jamás había oído en mi vida, como pude me escondí para captar la conversación que se tornaba agresiva.

—Simplemente, no, estamos muy bien aquí lejos de todo, viviendo como mortales—la voz de mi madre sonaba firme en sus palabras, podía detectar que el aura de aquel hombre precisamente no era humano porque yo conocía perfectamente eso.

—Yo quiero que ella conozca la otra mitad de su ser, por eso quiero que vaya a un campamento donde hay...

De repente se callaron los dos, cosa que me preocupo bastante, me asome por el marco de la puerta y ver a ambos apuntándose era sumamente extraño aunque realmente mi madre era la que tenía una espada azul con un mango dorado, en la hojilla tenía un símbolo muy extraño que jamás había visto en mi vida, su rostro era demasiado seria, mientras que era el mismo hombre que había visto por la ventana.

—¿Qué sucede?—Pregunte, sintiendo ambas miradas puestas en mí, mi madre de inmediato bajo aquella espada, mientras que el hombre sonreía de tal manera que se notaba lo feliz que estaba al verme.

—Hija, pensé que te habías ido—cambio totalmente la voz de mi madre a una más calmada llena de paz, ella se acercó para abrazarme no se me hizo extraña esa reacción porque era una acción muy usual.

— Madre, puedo darme cuenta que hay muchas cosas que no me quieres contar a pesar que soy grande, pero si en ese campamento hay personas como yo, deseo ir, siempre he hecho cosas que no hacen los niños normales—Cada vez que seguía hablando el rostro de mi madre se tornaba en completo pánico.

—Nadie es como tú, pequeña—la voz del hombre me hizo girar la mirada a él, tenía una expresión de arrepentimiento como si hubiera hecho algo en el pasado, eso seguramente fuera la causa de la reacción de mi madre.

—Yo iré a ese lugar, quiero ir a ese campamento...


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Mío Angelus di guarda ©  (Nico Di Angelo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora