Capítulo 5

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—¡Te extrañe mucho, señor de ojos color mar!... —Exclamé, corriendo hacia él, abrazándolo con fuerza, escuché una pequeña risa proveniente del hombre, aún no sabía su nombre y mi madre se negaba a decírmelo.

—Pequeña ______, lamento si no he venido antes, tú madre no me deja verte— Dijo, colocando sus manos sobre mis hombros, levante la mirada dándome cuenta de la sonrisa que me dedicaba, me transmitía la sensación paternal que nunca había en mi vida.

—¿Por qué mi madre no quiere que yo te vea? —le preguntó, caminando por la habitación para sentarme sobre el escritorio, escuchando por parte de él un pequeño suspiro.

Lo observé moverla silla que estaba al otro extremo de la biblioteca para ponerla frente a mí, se sentó colocando sus manos a en cada rodillas, en el rostro se miraba que estaba teniendo como una guerra interna.

—Hace mucho tiempo los mundos divinos estaban divididos, dioses y Ángeles no se llevaban bien, una ángel se enamoró perdidamente de un dios y esta para poder acercarse a él ocultaba sus alas, el amor fue creciendo por meses hasta que nueve meses después, nació una querubín única y especial, el dios al darse cuenta de la condición que tenía su hija, se fue dolido, había roto una de las reglas mayores, pero él no sabía pues siempre fue engañado....—Me relató en tono calmado, aunque se podía distinguir un toque de dolor en su voz.

Ladee la cabeza tratando de comprender lo que él me acaba de contar, sin entender claramente, sonaba como más aún cuento para niños que una respuesta como tal, le iba a preguntar si estaba bromeando conmigo pero al ver su semblante me contuve.

—Entonces... A la chica la desterraron como ha ¿Patch Cipriano? —Pregunté, colocando mi codo sobre la rodilla para a fincar mi barbilla sobre la palma de mi mano.

—No sé quién es ese pero, sí la desterraron... Además ella creo un pequeño rencor hacía los dioses, el padre de la hija siempre había intentado conocerla pero la madre se niega y la mantiene alejada de la realidad que pertenece haciéndola vivir como si fuera una mortal más—Agregó el hombre, mirándome fijamente.

Sentí un leve escalofrío esas palabras resonaron por mi cabeza, por un segundo me sentí tan identificada, mi madre me había prohibido tantas cosas además que no quiere que yo muestre mis habilidades a nadie. Me sentía completamente confundida no sabía que decir o pensar, a lo mejor solo era un simple mito; El hombre se puso de pie de golpe, me sobresalte en mi lugar, colocando mi mano sobre el pecho sintiendo mi corazón acelerarse.

—Te mostraré que no estoy loco, porque de seguro eso es lo que te pasa en este momento—Habló, poniendo en el centro de la habitación.

Yo le dedicaba una cara de "como lo supo" pero seré real eso que me acaba de contar, mi curiosidad crecía a cada segundo, mis ojos se estamparon en cada movimientos que él hace, es como si fuera de un momento a otro de la "realeza" o algo por el estilo.

De un momento a otro su cuerpo empezó a brillar de un tono azul, mis ojos se abrieron como si fueran unos platos, más aún cuando el hombre llevaba puesta una armadura estilo griega, llevaba unas sandalias de ese mismo estilo y en su mano hizo aparecer lo que era un claro una arma grande. Recordé las palabras de mi madre repitiéndome "aléjate de las cosas griegas", por instinto me puse de pie, empecé a temblar ligeramente dándome cuenta que mi realidad se viene bajo.

—¿Quién eres?... —Pregunté, tapándome la boca del asombro, él era idéntico vestido de esa manera al señor que aparece siempre en mis sueños.

—Yo soy ... 

Mío Angelus di guarda ©  (Nico Di Angelo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora