Capítulo 3

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—Me llamo Nico... Y tú ...¿Qué cosa eres? —El chico, colocó lo que era claramente una hojilla de su arma sobre mi cuello.

Traje ligeramente saliva, no quería morir en ese momento, pero ni una sola palabra salía de mis labios, mis manos empezaron a temblar ligeramente. Empecé a ponerme de pie, mirando fijamente a "Nico" este mantenía aquel semblante que no cambia en ningún instante.

—¿Eres muda? O ¿Quieres morir? —Preguntó, acercándose amenazante a mi persona, coloque mis manos sobre su pecho para empujarlo con fuerza, provocando que cayera sentado al suelo.

—Me llamo _____ y no te tengo miedo...—Respondí, apretando ligeramente los puños, no me gustaba que fueran groseros.

Escuché una pequeña risa escapar de los labios del pelinegro, de un momento a otro desaparición entre las sombras, mi boca se abrió ligeramente dejando ver una perfecta "o", mire para todos lados buscando al chico pero nada, se escuchaba los sonidos nocturnos acompañado de la soledad.

Por un segundo me relajé, soltando un suspiro a lo mejor todo lo había imaginado, como la última vez que vi un hombre con alas en mi cuarto observándome fijamente. Llevé una mano a mi pecho sintiendo a mi corazón acelerado, me acerque suavemente al tronco de un árbol, inclinándome ligeramente en este tratando de calmarme, sentía que alguien me estaba mirando.

—¿Vas a seguir espiándome? —Pregunté al aire, escuchando un pequeño gruñido como respuesta.

—Eres una niña tonta...—Nico, salió de atrás de unos arbustos, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Y tú un niño caprichoso...— argumenté, imitando su posición, claramente no me iba a dejar de sus comentarios.

Por unos minutos conecte mi mirada con la de aquel chico, trataba de intimidarme pero no iba a caer en ese juego, voltee la mirada hacía otro lugar percatándome de que había un pequeño riachuelo que pasaba un metro de mi posición, ignorando al pelinegro, me dirigí allá. Desde muy pequeña que sentido una conexión tan especial por ese elemento en particular, puesto que mi madre me ha enseñado ciertas cosas en el manejo de los cuatro elementos.

Sin embargo mi madre me ha prohibido pasarme de la raya en cuando a mis demás habilidades, puesto que debo ser alguien "normal". Me incliné hacía el pequeño arrollo sintiendo el agua entre mis dedos, de mis labios se escaparon un suspiro, volteo la mirada a un lado de donde me encontraba para darme cuenta que él chico estaba sobre una piedra.

—¿Por qué llegaste a este bosque? ¿Eres una semidiosa? — ataco, el pelinegro con expresión seria.

—¿Semidiosa?, como los de la mitología griega—Respondí, mirando al chico, me levante para sentarme en una piedra justo frente de él, al parecer le incomodaba mi presencia, pues en su mirada se podía ver a simple vista, pero no hizo nada por quitarse de mi lado.

—Si estás aquí es por algo, deberías ir al campamento mestizo que queda más arriba de esta colina—Habló, señalando con su dedo índice un pequeño sendero entre el medio de unos árboles.

—No lamento, no puedo ir, si mi madre me ve relacionándome con alguien me dejará ni un segundo sola en toda mi vida más si son algo relacionado con griegos—argumenté, bajando la mirada, empezando a mover mis pies algo inquietad, pues ahora sentía la energía que emanaba el chico era un poco oscura.

— Oye,_____ estas brillando como una luciérnaga—La voz del pelinegro me hizo regresar a la realidad sacándome de mis pensamientos, de nuevo el collar me estaba empezando a quemar, eso indicaba peligro.

—Es hora de irme, si mi madre se da cuenta que me escape me va a regañar—me excuse, poniéndome de pie, acomodando en mi hombro el bolso de lado que cargaba.

—Eres una niña muy rara...—Frunció el ceño, mirándome mal.

—Y tú un Angelus Tenebris...—Rodee los ojos, acercándome a él, observé como el chico se tensó poniéndose en posición de ataque, como si yo le fuera haber algo, sin embargo no me atacaba, solo le di un beso en la mejilla, el rostro de Nico era una completa poesía, se quedó como si fuera una estatua o algo así.

— Espero verte mañana por aquí... —Me despedí del chico, que aún seguía en ese extraño estado al parecer nunca le habían dado cariño o algo por el estilo para desaparecer en una ráfaga de luz. 

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Mío Angelus di guarda ©  (Nico Di Angelo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora