Capítulo 7

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Capitulo 7

Cada paso que daba al interior de aquel campamento, era completamente despampanante, los colores vivos de la naturaleza, la suave brisa del viento sobre mi rostro, además de los campistas que corrían de un lado a otro con aquellas singulares prendan que claramente se notaba que eran de entrenamiento al ver de metal. En dado caso se parecen bastante a los que usan los ángeles en los libros antiguos que mi madre tiene en la biblioteca, no obstante en cierta forma varían.

Sin embargo al empezar a darse cuenta de la presencia de mi padre, los campistas no paraban de susurrar cosas como... ¿Qué hace el señor, Poseidón, aquí?... costa agregar que hicieron una reverencia de respeto.

Yo no sabía con exactitud describir las miradas que posaban una y otra vez sobre mí, una corriente eléctrica se hizo presente en mi columna vertebral.... Sujete el brazo de mi padre, no lo sé, en cierto punto tenía los nervios de punta, por lo que pasaba en este momento a mi alrededor, por un segundo prefería mirar lo que supones eran las... ¿Cabañas?... realmente tenían cada una diferentes colores, símbolos, representaciones...

— ¿Pa... padre?—Una voz temblorosa, se escuchó al frente de nosotros.

Regresé mí vista de golpe a la persona que hablo, mi corazón se aceleró violentamente en mi pecho con la intensión de querer salir. Era un chico que tenía una armadura de color bronce, se quitó de inmediato el casco dejando al descubierto el cabello negro, sus ojos eran idénticos a los de mi padre y su piel era clara, se notaba a simple vista que unos años mayor que yo.

—Percy...—Lo saludo emocionado, regalándole una gran sonrisa de sus labios, sentía con claridad los sentimientos tan fuertes que le tenía mi padre al chico, que ahora resultaba ser mi... ¿Hermano?

Me oculte detrás de Poseidón cuando los ojos colores verdes del semidiós se posaron en mí, era inevitable no sentir nervios, temor y miedo en mi pecho, no quería ser rechazada en ese lugar por ser diferente a ellos.

—¡Poseidón!...¿Qué haces aquí? —Alguien más se les unió, escuche como si un caballo trotará o algo así.

Me mantuve en esa posición, no me atrevía a mirar a nadie, a pesar de sentir sus miradas sobre mí, en ese momento quería que la tierra me tragara. Voltee a un costada la cabeza, dándome cuenta que a través de la multitud que miraba desde lejos, pude divisar debajo de la sombra de un árbol, al chico de cabello negro como la noche, que ya llevaba viendo dos días atrás. Este tenía la ceja levantada y en sus labios una sonrisa traviesa como si mi situación le diera mucha gracia.

Sentí un suave agarrón en mi ante brazo, voltee el rostro para darme cuenta que había sido mi padre, no sabía que había hablado, porque por un segundo me desconecte de la realidad, no comentaron ni una palabra más, pero lo que si me sorprendió fue darme cuenta de un ¿centauro? Se encontraba al otro lado del dios.

—Deus, Furiosa sum, eleison...—susurré, "Dios, estoy loca, ten piedad"... pasando la mano libre por el rostro, quitándome el sudor que bajaba porque traspiraba de los mismos nervios que tenía encima.

Llegamos a una casa realmente grande, en el porche de esta se encontraba un hombre con apariencia de la vida relajaba, con una lata de coca cola en su mano derecha, con una expresión de fastidio que no se lo quitaba nadie de encima, era como si lo hubieran obligado a estar allí y no lo culpo porque al sentir sus emociones lo pude deducir.

—Traes ahora a otra más para cuidar... —refunfuño, el hombre que al vernos subir las escaleras, de una se metió al interior de la casa, con esa sonrisa que no quitaba de su rostro.

—Ella es _______—Al fin me había presentado mi padre, ante el grupo que había, ingresado junto a nosotros.

—No me vengas que te vas a echar un viaje hasta aquí para traer una semidiosa y decir que no tiene nada que ver contigo... -titubeo él hombre con la lata en la mano bebiendo. — O tal vez... ¿rompiste las reglas de nuevo?

—Si te refieres a que ella es mi hija, lo afirmo, pero no rompí el juramento ese que hice con Zeus y Hades—Habló, soltándome del agarré mi padre y parándose al frente del hombre.

Mi cara de seguro era una completa poesía sumergida en la confusión total de aquellas palabras. Pude observar como el chico que había llamado padre a Poseidón tensarse, dejando caer la espada que tenía en su mano, escuché el sonido del metal caer sobre el suelo de madera.

—¿E...Ella? ¿Mi hermana?—El chico me señalo con su dedo índice tembloroso, además que con la boca abierta de la misma impresión, en cierto modo lo imite haciendo el mismo gesto pero yo tenía los ojos más abiertos, ya lo sabía pero aun así me sorprendió.

—No me vengas con eso de no haber rotó las reglas, porque ellos son un claro ejemplo...—El hombre nos volvió a señalar a ambos—Es claro que no los trajo la cigüeña...

—Bu... bueno, se puede decir que a ella no la trajo la cigüeña sino una mujer rubia... con piel blanca...—cada palabra que mi padre trataba de explicar, el rostro de la Coca Cola y él que al entrar se volvió un hombre en silla de rueda, se volvía más en una tragedia.

—¿Ella es ... ella es la hija de la que rompiste las reglas divinas? ...— el hombre en la silla de rueda, dejo caer las hojas que tenía en la mano y el otro simplemente apretó con mucha fuerza la lata vacía.

Mi corazón se aceleraba cada segundo, sentía las mirada encima de mí, me hacen sentir más pequeña de lo que soy, no hace falta que me digan que yo era el resultado del amor de algo prohibido.

—Es la hija que tuve con...—Un trueno demasiado fuerte se hizo escuchar en todo el campamento mestizo.

—¡Estás loco!, ¡Esto será la próxima guerra! ... ¡Ella no puede estar aquí!... 

Mío Angelus di guarda ©  (Nico Di Angelo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora