Capítulo 31 * Es Hora De La Verdad

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Lo que pasa con Taehyung es que es casi imposible de disgustar. Él es energético y entusiasta acerca de cualquier cosa mundana. Extrovertido y acogedor, se agarra a cualquier cosa y todo lo que Jimin dice y expone, lo usa como una plataforma de lanzamiento para una docena de conversaciones. Cada palabra que Jimin dice, suave, callada,  débil y fácilmente descartada, Taehyung los escucha con atención, los amplia les da peso y propósito.

Es adictivo, la forma en que Taehyung le sonríe, brillante, sin complejos y salvaje. Es adictivo, la forma en que Taehyung dice su nombre, profundo y retumbante y como una oración ferviente. Es adictivo, la forma en que Taehyung lo toca. Sus manos son grandes y fuertes y siempre está atento a mantenerlas apropiadas. Una pequeña palmadita en el hombro de Jimin, un breve toque en su bíceps, un suave roce en su espalda. Es amigable y no más de lo que Jimin experimenta de sus otros amigos. Sin embargo, de alguna manera, cada toque tiene el fantasmal recuerdo de esa noche, voces silenciosas, manos firmes, dificultad para respirar y el conocimiento de que se quería a Jimin, por un momento.

Jimin sabe que debe establecer límites claros, sabe que debe tener cuidado de cuánto tiempo pasa con Taehyung. Puede ver la forma en que Taehyung lo mira cuando cree que Jimin no está mirando. Tiene los ojos abiertos, resueltos y rebosantes de un anhelo qué Jimin conoce muy bien. No es correcto que Jimin deje que Taehyung caiga así.

No está bien, pero es adictivo.

Antes de que él lo sepa, Jimin  pasa más tiempo con Taehyung que con Jungkook. Se reúnen para almorzar, Taehyung lo recoge después de la práctica de baile, pasan los fines de semana estudiando juntos en la biblioteca. Jimin todavía no lo entiende, porque a Taehyung parece gustarle tanto. Él le preguntó, pero Taehyung se encoge de hombros y dice que una persona no puede simplemente explicar algo así.

“Está en el alma, Jiminie”  dice seriamente Taehyung. “No se puede simplemente decir en palabras. Está en un idioma completamente diferente”.

De alguna manera, Jimin se deja convencer para ir al cine con Taehyung, salir a correr por el parque, ir a comer un pastel caro en un café temático. Ni siquiera recuerda la última vez que se entregó a algo solo por diversión. Está estudiando o practicando o chocando en casa de Jungkook y asegurándose de que coma algo más que solo ramen. Taehyung tiene talento de convencer a Jimin de hacer cosas que antes se había negado a sí mismo.

Como ahora, visitar una sala de juegos en el medio del día cuando podría estar leyendo libros de texto que ya leyó tres veces. Es una sensación extraña, dejar sus preocupaciones por un tiempo, dejar llevarse, dejarse disfrutar de algo trivial y estúpido. Hay algo en Taehyung que lo tranquiliza, algo que le permite separarse de sus pensamientos y simplemente ser. Quizás esa es la razón por la que ha aceptado todas las invitaciones de Taehyung.

—¡Ahh!— Taehyung exclama en apuros ya que no puede ganar en la maquina de garras por décima vez. Mira hacia Jimin con entusiasmo y señala la vitrina. —Estuve cerca esta vez, ¿verdad, Jimin?—.

Jimin sonríe, su cabeza se inclina ante la conclusión ridícula de Taehyung. Se aparta y golpea ligeramente el brazo de Taehyung.
—Muévete, quiero intentarlo—

Taehyung se mueve bajo la dirección de Jimin, lanzando un brazo sobre la parte superior de la máquina casualmente, bloqueando efectivamente el lado derecho de Jimin. Jimin lo mira por un momento, la presencia de Taehyung en su vista periférica es abrumadora e ineludible.

Jimin se aclara la garganta e ignora la forma en que le hormiguean los dedos. Él vuelve su atención a la máquina de garras.
—¿Cuál quieres? ¿Kermit?—

—¡No!— Taehyung dice en voz alta.
—Quiero el Eevee—. Taehyung le sonríe a Jimin, amplia y brillante, con los ojos entrecerrados.

Jimin sonríe con cariño y piensa que Taehyung es lindo. Él tiene un deseo repentino de mimarlo. Él mira hacia atrás a la pila de adornos.
—Está bien, Eevee es—.

Un Mundo Dorado (YoonJin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora