Ulquiorra.
- Schiffer, ya puede salir del salón- ordenó el maestro Hijikata, con el ceño fruncido. El pelinegro observó de reojo al castaño parado de pie frente a la puerta ya abierta del salón de clases- Schiffer, estoy seguro de que Jeagerjaques puede hacer su examen solo, y como usted ya terminó, se puede retirar.
- Rayos, gusano, ayúdame- susurró con desesperación Grimmjow y soltó un bufido. El del pelo azabache miró entre el peli azul y su profesor, y sin más, se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta, no sin antes susurrarle a su amigo:
- La 13, es la b- y salió con su estoica expresión, recibiendo una mirada matadora de su profesor.
Una vez afuera, Hijikata se encargó de cerrarle la puerta prácticamente en la cara. Ulquiorra no hizo más que soltar una risita por lo bajo, esperando que Grimmjow no fuera tan estúpido como para arréglaselas es solo.
Caminando por los ya desiertos pasillos, se dirigió al baño masculino y arregló su cabello. Su pálida piel contrastaba con el día nublado que se dejaba observar por los pasillos a través de las ventanas, haciéndolo ver miserable.
- Que patético día- se dijo a sí mismo y siguió avanzando, cómo si dar un tour por la escuela fuera lo más importante en el día, que se note el sarcasmo, por favor.
Había dado prácticamente 3 vueltas alrededor de los pasillos sin encontrar nada interesante, así que decidió cambiar su rumbo hacia los salones de un grado inferior.
La campana que daba inicio a la segunda hora de examen con el maestro Hijikata había sonado unos 5 minutos antes de que el saliera del salón, por lo que los pasillos estaban es su mayoría desiertos, excepto por algunos 3 alumnos en plan "soy rebelde y no entré a clases" que de seguro terminarían recogiendo basura en las autopistas.
Al dar la vuelta en un pasillo, escuchó un quejido de dolor proveniente del sector donde se ubicaban los baños femeninos. Frunció el ceño y volteó un poco su cabeza para ver de qué se trataba. A lo lejos divisó un bulto en el suelo -sí, eso le pareció, un bulto-. Se acercó lentamente y entonces se dio cuenta de que se trataba de una persona, un chica para variar, recostada en la pared de afuera de los baños.
La observó dudoso; una pelirroja a la cual se le desangraba la nariz como si no hubiera un mañana. La mayor parte de su blusa blanca estaba manchada del líquido rojo que emanaba de su nariz, y Ulquiorra pudo percibir que le estaba costando respirar por la manera en que su voluptuoso pecho subía y bajaba con velocidad. Abrió sus ojos de a poco, como si verdaderamente fuera un esfuerzo grande hacer esto. Entonces observó aquellos ojos de un color precioso, un color grisáceo, a su parecer, incomparable.
El pelinegro no sabía qué rayos hacer. Lo más obvio era que la ayudara y la llevará a la enfermería, pero estaba como en estado de shock.
Entonces se agachó hasta quedar a la altura de la pelirroja y observó cómo sus ojos grises se cerraron de golpe.
- ¿Cómo mierda llegué hasta aquí?- se preguntó, y apurado, no tuvo más remedio que tomar a la pelirroja en brazos. Sí, la chica pesaba lo suyo, pero eso no le importaba ahora. A como pudo, se dirigió con rapidez hasta la enfermería, que quedaba más o menos a unos 4 salones más allá del área de baños femeninos.
Llegó con la chica aún en brazos. Su cuerpo pálido y aparentemente sin fuerza casi no tenía temperatura, y por alguna extraña razón, Ulquiorra empezaba a desesperarse.
Tocó la puerta a como pudo e internamente rezó para que las perezosas enfermeras actuaran rápidamente por la pobre chica.
- ¿Qué pas....?- la enfermera se quedó con la palabra en la boca al abrir la puerta y observar a Ulquiorra con la pelirroja prácticamente desmayada- ¡Oh, dios santo!- prácticamente gritó, y llamó rápidamente a otras dos enfermeras para que la ayudasen.
Le indicaron a Ulquiorra que la dejase en la camilla y que saliera del cubículo. Para Ulquiorra hubiera sido fácil salir e irse, pero por algún extraño impulso salió y se sentó la banca que estaba afuera de la enfermería. Sólo lograba escuchar las exclamaciones de las enfermeras desde adentro, y los pasos apresurados.
Por lo poco que logró escuchar, llamaron a alguien, pero no pudo ni logró distinguir a quién, pero aproximadamente unos 15 minutos más tarde, cuando una aún más voluptuosa rubia entró casi corriendo a la enfermería con un hombre de pelo gris siguiéndola, entendió que debieron haber llamado a sus padres.
Minutos más tarde, sonó la campana de la escuela, y los impacientes alumnos salieron de las aulas para dirigirse a sus siguientes clases.
Ulquiorra tenía la cara entre sus manos y estaba recargado en la pared de la enfermería ahora. Sí, ya debería irse de ahí, pero tampoco era tan desalmado, por lo menos querría escuchar el diagnóstico de la pelirroja.
- ¡Eh, tú, fantasma! ¿Qué haces aquí?- alzó la cabeza al reconocer la voz de su amigo peli azul. A su lado, estaba Nelliel, mejor conocida como Nel, la novia de este.
- Tuve un contratiempo, pero ya vámonos- el pelinegro se dijo a sí mismo que ya no tenía que estar ahí y que de seguro el rumor de la chica correría rápido por los pasillos y se enteraría después.
Entonces, sus planes de huida se vieron frustrados cuando la rubia que había ingresado anteriormente a la enfermería salió y se dirigió a él.
- ¿Tú trajiste a mi Hime hasta aquí, verdad, querido?- preguntó esta con los ojos un tanto rojos, de seguro por haber llorado. Ulquiorra sólo atinó a asentir, y entonces la rubia se le tiró encima envolviéndolo en un fuerte abrazo. Estaba rígido, ¿qué debería hacer? -Muchísimas gracias, cariño- murmuró y se separó de él. El hombre de pelo gris también salió de la enfermería y le estrechó la mano. "Dios, que día tan raro" pensó Ulquiorra-Me llamo Rangiku Matsumoto, un gusto- se presentó. - Y él es Gin Ichimaru. Somos los...- la rubia dudó un momento, y con una sonrisa forzada prosiguió-... tíos de Orihime.
Oh, con que así se llamaba la chica. Ulquiorra siguió sin expresión, y de reojo vio a Nel y a Grimmjow que observaban la escena confundidos, y Grimmjow al borde de la risa.
- Ulquiorra Schiffer, igualmente un gusto- se presentó sin muchas ganas.
- Muchas gracias por haber traído a Orihime hasta aquí, no sabes cuan agradecidos estamos. -habló el tal Gin.
- De nada, supongo- murmuró, y entonces salió la enfermera asomando su regordeta cabeza.
- La chica ya está lista para que la lleven- indicó, y seguido volvió a cerrar la puerta.
-Claro, claro. Gin, ve a buscarla. -ordenó la rubia y Gin entró por la puerta. - Ahora la llevaremos al hospital. Una vez más, muchas gracias Ulquiorra. Adiós. -Se despidió la voluptuosa mujer y se dirigió hacia la dirección de la escuela para conseguir el permiso de sacar a Orihime.
-Oye hermano, ¿qué rayos ha sido eso? - ya hasta mucho había tardado Grimmjow en preguntar. Nel no hacía más que mirarlo con el ceño fruncido.
Ulquiorra se encaminó para irse con Grimmjow y Nel, pero antes volteó la cabeza para observar a la pelirroja ser sacada de la enfermería en una silla de ruedas que de seguro le brindaba la escuela por Gin, y unos segundos después se les unía Rangiku con una expresión de preocupación. La rubia hizo contacto visual con él y lo saludó a lo lejos. El sólo le dio una sonrisa forzada y volvió a girar su cabeza.
- Sólo ayudé a alguien. -no dio más explicaciones porque no tenía ganas y tampoco quería hacerlo. Obviamente Grimmjow empezó a molestarlo por la insuficiente información.
"Día de locos" Pensó nuevamente el de pelo azabache.