Orihime
Cuando el evento de caridad terminó no muy tarde por la noche, Ulquiorra ya se había marchado. Aún seguía con las manos temblorosas de sólo recordar aquel casi beso que fue interrumpido por la pequeña Maggy. Después del acontecimiento x –cómo decidió llamarle, ya que era la manera menos vergonzosa de referirse a él- no había vuelto a estar, hablar, ni siquiera respirar cerca de Ulquiorra, un poco infantil e inmaduro de su parte, pero vaya que efectivo si era, así ambos se ahorraban la vergüenza del momento.
El lunes por la mañana, en la escuela, Ulquiorra brillaba por su ausencia también, y no es que ella estuviese esperando verle, sólo que… bueno.
Las cosas estaban muy confusas, y no tenía idea de cómo hacer para que volvieran a estar como antes. Incluso se puso a pensar que a lo mejor ella malinterpretó las cosas y Ulquiorra en realidad no intentó besarla, sólo quería sacarle una basurilla del ojo, pero luego se dio cuenta la magnitud de estupidez que era y se le pasaba esa idea.
— ¿Me vas a decir ya que te pasa, Orihime? — Rukia, quién caminaba junto a ella en los pasillos casi desiertos de la institución, le dedicaba una mirada de preocupación.
—No me pasa nada Rukia, estás paranoica — Claro. No le había comentado nada de lo sucedido con Ulquiorra en el evento a Rukia, porque si lo hiciera, de seguro iría a perseguirlo con un palo reclamándole el porqué de su cobardía al escapar como si nada de la fiesta, sin darle ninguna explicación a la pelirroja. Pero Ulquiorra no era el único cobarde en el asunto, Orihime también tenía parte de culpa por no hablar con Ulquiorra y arreglar las cosas. Así que prefirió dejarlo así.
— Ya me lo dirás, entonces — sentenció la pelinegra. Continuaron caminando sin rumbo fijo por los pasillos parcialmente vacíos, ya que al tener la hora libre, se aburrían en el aula y salir y caminar como turistas en la escuela era lo más entretenido en esos casos. De repente, Rukia empezó a correr hacia la pizarra de anuncios de la escuela, dejando a una Orihime confundida atrás.
— ¡Ya lo pegaron! ¡Ya está! — anunció a los gritos, provocando que el conserje que salía del baño de hombres se le quedara viendo raro. Orihime se acercó un poco hasta quedar detrás de ella, lo suficientemente cerca para leer lo que había. Un anuncio para una semana de limpieza, un comunicado de parte de las señoras de la cafetería diciendo lo inconforme que estaban respecto a algo, los clasificados de la semana, un anuncio para las audiciones de una obra de teatro, las regl… oh, ¿una obra? Eso no estaba ahí antes.
— Rukia, ¿no estarás pensando…? — preguntó temerosa. La última vez que Rukia audicionó para una obra de teatro terminó interpretando una rana, y se cabreó hasta tal punto de destruir media ambientación en pleno escenario.
— ¡Voy a audicionar!, no… ¡vamos a audicionar! — saltó la pelinegra. Orihime la miró con una mueca y empezó a negar con la cabeza — ¡¿Por qué no?! Vamos, será divertido — suplicó.
No, no, no, y no.
— Ah, está bien — cedió Orihime. Se acercó un poco más a la pizarra para ver de qué trataba la dichosa obra. Leyó atentamente los apartados.
“AUDICIONES PARA LA OBRA ESCOLAR. ESTE AÑO TENEMOS: ¡LA CENICIENTA!
Audiciones en el salón de Artes Escénicas (Aula 14), con el profesor Hijikata Toshizo y la profesora Chizuru Yukimura. Se recibirán audiciones únicamente hoy (Lunes 15), en un horario de 11:00 am a 13:00 pm. ¡Los esperamos ansiosos!"
Bien, ¿qué podría salir mal?
Aparte de Rukia, claro.