꒰❁ཻུ۪۪ ; 2

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Caminó a paso rápido, por no decir que corriendo, enfrente de la florería para dirigirse a su trabajo.

Ésto era malo, demasiado malo.

¿Desde cuándo alguien había comprado ese horrible establecimiento mal gastado y de un día a otro se había convertido en una total abominación?

Era simplemente ilógico.

Cuando salió hacía su trabajo seguía siendo el mismo establecimiento que veía todas las mañanas. Y por la noche cuando había terminado su jornada se percató del enorme cartel que ponía "Florería" con letras en cursivas y lucesitas amarillas decorándolo.

Apenas se refugió totalmente alarmado dentro de la recepción del edificio, el guardallaves lo saludo mencionandole que el dueño de la nueva florería se acaba de mudar enfrente de su apartamento.

Realmente no se lo creía.

Pasó gran parte de la noche buscando algún otro edificio en donde la decoración no fueran flores y/o plantas, que no hubiera una florería o tienda naturalista cerca de ahí. Pero nada.

Y cuando finalmente había encontrado el edificio perfecto, esté costaba mucho más de lo qué podía pagar y muy, muy lejos de su trabajo.

Ni siquiera pudo dormir cómodo sabiendo que a metros de él se encontraban esas cosas, que de sólo pensarlas escalofríos recorrían su espalda violentamente.

—¡Te vez fatal! — exclamó el mayor al ver a su amigo.

—Buenos días para tí también, KiHyun. — frotó sus ojos mientras dejaba salir un gran bostezo.

—¿No pudiste dormir anoche? — preguntó curioso.

Ambos comenzaron a caminar y adentrarse al gran edificio para poder realizar sus actividades cotidianas.

—Para nada... Justo enfrente del edificio abrieron una florería. — KiHyun se asombró por la inesperada noticia. — ¡Y lo peor es que el dueño es ahora mi vecino y me dejó flores enfrente de mi apartamento!- JooHeon tomó los hombros de KiHyun sacudiendo lo un poco. — Inclusó tuve pesadillas...

—No te creo... — murmuró aún sorprendido.— ¡Pero que loco!

Yoo KiHyun, mejor amigo de JooHeon desde secundaria y su hyung sobreprotector.

Sí, ese pequeñito caminando a su lado había cuidado y protegido de su fobia toda su vida escolar.

Aún recordaba con claridad cuando lo conoció. Sus compañeros de aula lo molestaban intentando poner una flor en su cabellera mientras él gritaba aterrado con el corazón al mil.

KiHyun, siendo un grado mayor, pasaba por ahí y la escena no le gusto para nada a pesar de que se trataba de algo insignificante a primera vista.
Inmediatamente fue a ayudar al pobre chico al borde del pánico y le dió unos buenos golpes, junto con un regaño y una amenaza a los chicos que lo molestaban.

Desde ese día ambos se hicieron grandes amigos y KiHyun le dió una paliza a quienes se atrevían a molestar al pequeño JooHeon.

Porque a pesar de tener un aspecto encantador y una baja estatura, jamás en tu vida querías meterte con Yoo KiHyun y sus dolorosos golpes.

—Si quieres puedes quedarte en mi casa mientras encuentras otro lugar. — ofreció el mayor. — Prometo deshacerme de todas las plantas.

—¿Y escuchar como el pequeño ChangKyunnie gime tú nombre? — Preguntó aterrado. — No, gracias.

KiHyun golpeó su brazo sonrojado, provocando que JooHeon se quejará del dolor.

—¿Desde cuándo dejaste de respetarme?

—Desde qué pellizcaste mis mejillas llamándome llorón en secundaria. — soltó una pequeña risa haciendo reír un poco también a KiHyun.

El par de amigos tomaron caminos diferentes, cada uno a empezar sus labores de ese día dentro de la empresa.

JooHeon abrió el estudio en donde componía y escribía canciones para los diferentes artistas, en su mayoría solistas, y al igual creaba ritmos para las canciones de estás.
Siempre deseó ese trabajo, y aunque la empresa en la que estaba apenas había empezado a tener reconocimiento, estaba totalmente satisfecho por sus ganancias y mejor aún, cómodo.

Ya qué ahí dentro podía crear música y estar a salvo de cualquier flor o planta.

Ésto se debía a qué casi el 70% de los empleados eran alérgicos a estás, y al dueño no le gustaba la decoración con plantas. Por lo que JooHeon no podía estar más feliz y agradeciendo por eso.

Pasó un día más concentrado en su trabajo, olvidándose por completo de la florería frente a su edificio y el día paso sin más hasta que el cielo se tornó naranja, y después el sol se oculta indicándo la hora nocturna.

Salió un poco más temprano de lo normal dando por terminado sus labores de ese día. Lo único que quería era llegar a casa, descansar y disfrutar su fin de semana libre de sus ocupaciones laborales.

Apenas dobló la calle a su hogar observó el enorme cártel del día anterior y recordó la razón de sus pesadillas.

Quitó la mirada del cártel que comenzaba a darle escalofríos y noto a un chico de espaldas con cabellera rubia cerrando el lugar.

Supuso que era el dueño e inmediatamente corrió a su apartamento. No quería tener contactó con él y ni siquiera dirigirle la palabra.
Extrañamente se sentía intimidado por personas aficionadas o que tenían contacto diario con plantas y flores.

Cuando entro al edificio ni siquiera pensó en llamar el elevador, estaba dispuesto a subir las escaleras a toda prisa con tal de no toparse con aquel tipo, pero el guardallaves le llamó pidiéndole que firmara unos papeles de importancia para su apartamento.

JooHeon maldijo a sus adentros y con los nervios a tope quiso firmar rápido los papeles ocasionando qué el bolígrafo cayera al suelo y rodará un poco.

Se agachó a recogerlo, pero unas manos delgadas ya lo habían hecho por él.

—Aquí tiene.

Aquella voz desconocida pero melodiosa le erizó la piel; y no tenía idea si era por los nervios o porque le había parecido la voz más encantadora que había oído en su vida.

Alzó la vista del bolígrafo topandose con un joven sonriéndole amigablemente de piel pálida y labios lijeramente rojizos acompañados de la cabellera rubia que había visto hace unos momentos.

Aquel chico frente a él hizo que lo ojos de JooHeon brillarán deleitándose de la belleza del sujetó, incluso su corazón latío nervioso de su presencia y no presisamente porque fuera el dueño de la aterradora florería, sino porque simplemente verlo había causado eso en él.

Torpemente tomo el bolígrafo rozando sus dedos con la mano ajena, causando una pequeña descarga eléctrica en su ser.

—Oh, Sr. Lee. — Llamó el guardallaves a JooHeon. — Él es el dueño de la florería que se mudó enfrente de su apartamento.

El chico rubio se sorprendió e inmediatamente sonrió.

—Un gustó, soy Lee MinHyuk. Su vecino. — le ofreció la mano sonríendo ampliamente.

—Lee JooHeon... — estrechó su mano aún si poder asimilar la situación en la que estaba.

El dueño de la terrorífica florería y su nuevo vecino de enfrente que había dejado un aterrador ramo de flores en su puerta era nada más y nada menos que el hermoso y adorable chico frente a él.

En esos momentos JooHeon se preguntó qué diablos había hecho para merecer eso.










Antrofobia ; JooHyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora