La ayuda

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Izumi sintió que algo malo iba a pasar cuando vio como el cuerpo de Itachi parecía un esqueleto humano a causa de la enfermedad.

Los mese habían pasado rápido para Izumi pero cuando Zetsu llego a informarle de la muerte de Deidara lo único que necesitaba era un amigo, Tobi había llegado para estar junto a ella mientras Itachi se encargaba de sus misiones. Pero la tristeza ni bien desapareció Zetsu volvió a aparecerse frente e ella para informarle sobre la muerte de Kakuzu y Hidan.

Ese fue el momento que supo que tenía que poner a en marcha su plan.

Naruto de unos quince años era uno de los mejores ninjas y tenía el mas grande corazón que Izumi alguna vez vería. El conocerlo seria difícil pero confiaba en que entendería sus motivos. Consiguió un día dejar a los niños con unas ancianas en la que confiaba, se puso en marcha a Konoha ni bien tubo la oportunidad. La suerte de haber cambiado nuevamente de casa es que Konoha se encontraba mucho mas cerca y así no levantaría mucha sospecha si Tobi aparecía por su casa.

No lo encontró a la primera apenas llego a Konoha, pero no importo, se dio el lujo de apreciar los nuevos puesto de la aldea buscando con la mirada a algún conocido o hasta al mismo ninja rubio, pero nadie. Cuando camino por el cementerio dispuesta a visitar a sus padres y suegros se encontró con Kurenai y con su panza de embarazo, muy pequeña pero de embarazo.

—¿Kurenai?— Dudo sin creer lo que veía.

No es que Izumi no sospechará que Kurenai tenía pareja pero le seguía sorprendiendo que llegaran a tanto, aunque claro ella no era la mejor persona al decir eso, después de todo tenía dieciocho cuando quedo embarazada y a los diecinueve dio a luz (sus hijos se pusieron de acuerdo para que un mes después nacieran) y ahora con casi veintiuno ya era madre y pues Kurenai era mayor que ella, así que...

—Izumi—Susurró para que sólo su amiga le escuchara.

Kurenai observó a su amiga con atención, tenía el cabello castaño cortado hasta los hombros, sus ojos marrones tenía algunas ojeras -posiblemente por falta de sueños- y su piel se había puesto más bronceada, se notaba que había recibido una buena cantidad de rayos solares. La mujer embarazada sonrió a su amiga y estudiantes acercándose a ella.

—Es una sorpresa verte —Indicó con una sonrisa y acariciando su vientre— No eh sabido de ti desde que te fuiste con tus bebés, por cierto, ¿cómo están?

Izumi sonrió como no había sonreído en meses, contenta de escuchar algo que no fueran muertes o la enfermedad de su amado, se enganchó a su brazo y comenzaron a caminar ignorando lo que iba a hacer, después volvería. Las mujeres comenzaron una conversación tranquila como siempre soltando de vez en cuanto algunas carcajadas o palabras en otro idioma por parte de Izumi. La Uchiha por un momento recordó su encuentro con extranjeros hace años, casi cuando recién había iniciado su nueva vida lejos de Konoha, uno de los extrajeron era una hermosa mujer de cabellos plata y ojos mieles, ella fue la que le brindo el significados de algunas palabras y entre ellas apareció Hope y se convirtió en el  nombre de su hija.

Kurenai preguntó sobre su cabello e Izumi tubo que admitir que realmente era una peluca para que Danzo no la reconociera ya que jamás se cortaría el pelo, o al mejor así de corto, eso no era para ella.

Las chicas se pararon frente a la famosa tienda de ramen a la que Izumi una vez fue con su madre, alguien llamaba a Kurenai por lo que se tuvo que separar de ella, sabía que Naruto estaría en la aldea posiblemente descansando después de tantas batalla, el maestro del rubio, Jiraya, había emprendido hace no mucho un viaje, para que no lo tenía muy claro, pero con eso bastó para querer hablar con Naruto.

Se adentró a la tienda esperando encontrarlo y grata fue su sorpresa al verlo comiéndose un tercer platillo de ramen.

—Bienvenida, ¿qué se les ofrece? —Habló amablemente el dueño del local.

Memorias de una UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora