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El sol iluminaba con todas sus fuerzas, era medio día y aunque no podía sentirlo en la piel, lo podía ver a través de esos vidrios de las ventanas. Sentía un extraño vacío en el estómago mientras los policías le entregaban todas sus pertenencias, aquellas con las que lo arrestaron aquel día en la frontera.
¿Cómo se sentiría el calor del sol estando fuera de esas cuatro paredes? ¿Sería diferente? ¿Se compararía con el calor que recibía de esas sonrisas que jamás olvidó?
Incluso pudo ver aquella manilla de titanio, esa que Taemin le regaló en uno de sus cumpleaños, la primera vez que lo había olvidado. O eso le hizo entender.
- Espero no volver a verte nunca más.
Sonríe al escuchar las palabras de despedida de ese policía que se hizo su amigo, casi su ángel de la guarda dentro de la cárcel, tal vez el único, por el que aún estaba vivo y completo.
- No sucederá.
Un apretón de manos y sujeta una pequeña caja con todas sus pertenencias, incluso esa chaqueta de cuero negro que adoraba en aquellas viejas épocas. Una última mirada y sale al patio, pasando por ese pasillo de rejas que lo guiaban a la salida de aquel lugar, y debía admitir que el miedo corría por sus venas.
- ¡Hey!
Y esa voz lo trajo de vuelta al mundo real. Levanta la mirada mientras el policía abre las rejas principales y ahí esta él, uno de sus mejores amigos, al que no había visto en tanto tiempo.
- ¿Y Kibum? – cuestiona algo intrigado, ya que el rubio fue el único que fue a visitarlo y estuvo pendiente durante todo su encierro.
- Firmando los últimos papeles.
No pasa mucho tiempo hasta que él se le abalanza y lo atrapa entre sus brazos. Hacía ya tanto tiempo que no sentía una demostración de afecto que no puede evitar que sus ojos se llenen de lágrimas mientras devuelve el apretón, sosteniéndose en él que hipaba escondido en su ropa.
Se sentía extraño, mucho más cuando siente que es libre de llorar como un chiquillo, como hacía nueve años atrás cuando sólo eran adolescentes con demasiadas ganas de vivir y divertirse.
- ¡Minho!
Y no puede decir nada, menos levantar la mirada, porque sentía un par de ríos correr por sus mejillas, empapando la ropa de su mejor amigo. Pero no fue necesario, ya que Kibum se unió al encuentro lacrimógeno en ese mismo instante.
Limpia los restos de lágrimas de sus ojos y camina cabizbajo hacía el automóvil de sus amigos. Jonghyun se adelantaba a quitar el seguro, mientras que Kibum lo abrazaba y lo guiaba llorando aún.
- Te tengo muchos regalos – decía mientras entraban al automóvil y él veía por última vez a aquel uniformado que estaba ahí en las rejas viendo cómo se marchaba – alquilé un departamento, está cerca al nuestro, te encontré un trabajo y hasta te compré un teléfono celular...
El rubio continuaba parloteando mientras él continuaba sin saber lo que sentir en ese momento. Y se preguntaba lo que haría el rubio si supiera que enloquecía por sentir un poco de agua caliente para ducharse, más aún un buen colchón sobre el que dormir, y dormir de verdad sin sentir miedo de que alguien fuera a matarlo por la noche.
- No sé qué decir – al fin suelta un par de palabras al ser casi aniquilado por la perforante mirada de su amigo rubio.
- Un gracias estaría bien... - decía mirándose las uñas, haciendo reír a su novio que iba manejando el vehículo.